La insonme pupila de Rubén
“Con su impulso torvo y su anhelo sagrado atisbó en la vida sus ensueños de muerto”. Aquel lejano 16 de enero de 1934 los párpados de Rubén permanecieron abiertos en el insomnio de otra vida, mientras que en vigilia perenne las pupilas de sus claros ojos seguían contemplando, más allá, el sueño inconcluso de la patria.