Yuni Moliner: «La mejor obra de mi vida»
Fue viernes el 5 de agosto de 2022 y caluroso, como siempre en ese mes. Matanzas, ubicada a unos 100 kilómetros de La Habana, Cuba, olía a Carilda, que es la poeta de la intensidad sensual cubana, aunque entonces casi se había vivido el primer quinquenio de su muerte. El San Juan, ese río apacible y serpenteante por entre la ciudad, como sin querer, cumplía (y cumple eternamente), su ocupación de dividir en diferentes orillas a los barrios, y mientras tanto, cabeciduro, va a vaciar sus aguas en la bahía, como cada tarde. La gente del pueblo pasaba y volvía en su común y cotidiana costumbre, “soñando que Plácido paseaba las calles con su plegaria y que en silencio, sonaba en la brisa el llanto de Milanés por su prima Isa”[1].