Lo bueno y lo feo tras Ian
El paso arrasador del huracán Ian por el occidente de Cuba nos puso al límite, a partir de la emergencia energética en todo el país y por el impacto directo del meteoro en Pinar del Río, Artemisa y La Habana. Lo que pudo o no hacerse mejor antes de la llegada del ciclón como parte de la labor preventiva que siempre se tiene que realizar en tales circunstancias, todavía requerirá análisis. No es posible desconocer, no obstante, que este fenómeno extremo nos golpeó en medio de condiciones económicas y sociales inéditas, que dificultan también las respuestas previas, durante y posteriores al evento natural, comenta para Haciendo Radio, el periodista Francisco Rodríguez Cruz. Pero más que en esos factores objetivos, ahora queremos detenernos en las reacciones humanas. El huracán Ian vuelve a exigir de nosotros elevarnos por sobre las desgracias, de la única manera posible: con acciones colectivas organizadas. Y de esa prueba, lamentablemente, no en todas partes ni en todos los momentos hemos salido airosos. Lo bueno sigue siendo la reacción solidaria de la mayoría de nuestra ciudadanía. También es innegable el liderazgo de las autoridades gubernamentales en todos los niveles y el esfuerzo institucional, incluso cuando no se ha alcanzado la efectividad o rapidez que se habría deseado. Pero ninguna demora o falla, suponiendo que existieran y no fueran el resultado lógico de los tremendos daños provocados por el huracán, justifica la incivilidad, la indisciplina social, ni mucho menos la actuación de algunos individuos que han aprovechado la angustia entre su gente para comportarse como matones de barrio que quieren imponernos la ley de la selva en nuestras comunidades. Por supuesto que detrás de esas posturas violentas que han estado atentando incluso contra la agilidad en las reparaciones y recuperación del desastre, está la oreja peluda de quienes desde …