La certidumbre de la injusticia
De injusticia está lleno este mundo nuestro, y de egoísmo también. Loas a las grandes riquezas acaparadas para sí por anémicos de bondad, mientras reina la indiferencia insultante ante los pobres de la tierra.
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La Opinión
De injusticia está lleno este mundo nuestro, y de egoísmo también. Loas a las grandes riquezas acaparadas para sí por anémicos de bondad, mientras reina la indiferencia insultante ante los pobres de la tierra.
El imperio y toda su podrida prensa “libre” tratan de ocultar lo que todo el mundo sabe. Es una verdadera vergüenza que llega a causar asco, porque emana de gobiernos de una nación que está convencida de ser líder y espejo para el mundo, a pesar de toda su inmundicia.
El Secretario General de la ONU, Antonio Guterrez, recientemente ha afirmado: “el mundo está entrando en la era del caos”, “ es una peligrosa e impredecible ley de la selva, donde reina la impunidad con amenazas como la crisis climática desbocada, una inteligencia artificial (IA) sin regulaciones”, “instituciones internacionales no representativas y desigualdades cada vez más agudas”.
Hoy constatamos que la impunidad se enseñorea tal si fuera un atributo que sirve para sojuzgar, esclavizar, e imponer un orden a ultranza que, a todas luces, no es más que implantar en el mundo un sistema degradado y enajenante que sirve, sobre todo, al gran poder del mundo rico, empeñado a sangre y fuego en prevalecer por encima de toda consideración humana que favorezca los legítimos derechos de los pueblos.
Es una verdadera vergüenza la interpretación que muchos hacen de democracia. Tienen más de un partido y ya cumplieron, son democráticos; se esconden tras la corona de brillantes de un valor incalculable, y son democráticos; van a las Naciones Unidas y pronuncian un discurso edulcorado mintiendo cínicamente, y son democráticos.