Transitar a pie por un camino serrano hecho de piedras, construido hace más de 400 años, sin el empleo de una sola onza de cemento, motiva el eterno agradecimiento a sus proyectistas y ejecutores.
Mientras pisamos el firme pétreo en busca del deseado encuentro con colaboradores cubanos ubicados en el municipio montañoso de Petit, estado de Falcón, Venezuela, pensamos en el sacrificio de los esclavos constructores de la vía y el triste sonido del látigo del esclavista español.
Cuatro centurias después de aquel episodio, las piedras siguen ahí, casi intactas. La flora y la fauna están bastante conservadas. Viejos y frondosos árboles desafían el cielo, cavernas milenarias guardan aún secretos ocultos para el hombre actual y se escucha el canto de aves como el Campanero, refugiado aquí como especie única en el mundo.