Seguiremos Haciendo Radio

Sin duda Chibás, quién hizo de la radio tribuna excepcional despertaba simpatía, movía conciencias y acumulaba audiencia y seguidores de su postura ética dentro de los diferentes estratos de nuestra sociedad. También José Pardo Llada tuvo, en aquellos años 40-50, un auditorio importante hasta el punto que – eso lo escuchábamos por boca de nuestros mayores – en las elecciones del 48, creo, hubo de alcanzar, gracias a su espacio radial,- una impresionante cantidad de votos y tal resultado lo colocaría en la Cámara de Representantes. También. en aquellos tiempos, quizá un poco después, se escuchó a  otras voces “ altas “ que descendieron de las alturas radiales cuando el proceso revolucionario iniciado en el 59  abrió las rutas hacia la opción socialista. Una opción política, social y económica dentro de la cual nunca los politiqueros podrían encontrar espacio. Así, dichas voces se apagaron en el éter insular para entrar en connivencia con –  y servir – al enemigo.

Sin embargo, debo de dar cuenta de una frustración: me perdí a Salvador García Agüero, ese maestro y comunista cabal quien era calificado como un orador notable. Y lo digo de esta manera porque ese era el juicio que sobre él no partía solo de los comunistas reconocidos en mi pueblo por su militancia sostenida:  Exuperancio Espinosa, Melchor Guerra, Surís, entre otros. Porque gentes de diferentes filiaciones solían reconocer no sólo la capacidad intelectual de García Agüero sino, y de manera muy especial, su elocuencia y su desenvolvimiento como tribuno. Por tanto, he tenido que conformarme, cuando imparto un curso de oratoria en la universidad, con la referencia a ese maestro y  la consulta de un tomo que recoge algunos de sus trabajos.

PROGRAMAS CULTURALES.

Desde luego, en la radio de entonces también se concedía lugar a los programas culturales. Uno de estos, Universidad del Aire tenía como moderador a Jorge Mañach, ensayista y profesor universitario, reconocido como una figura importante dentro del área de la cultura nacional – también moderó Ante la Prensa, para la TV – y cuyos trabajos solían aparecer de modo sostenido y habitual en la prensa de la época. Le acompañaba en cada programa un panel de personalidades, no siempre el mismo, que variaba según el tema escogido. Ello garantizaba, dada la calidad intelectual de los participantes,  la atención de un público avisado que trataba de escuchar esa transmisión e incluso de alcanzar los Cuadernos de la Universidad del Aire en los cuales se plasmaba en la letra impresa el contenido de las conferencias de cada domingo. Puede afirmar que en la biblioteca de mi padre figuraban muchos de estos y, otra cosa, todavía se llegó a transmitir al menos en el primer año de la etapa revolucionaria. Sin embargo, con el nombre de Universidad Popular del Aire,  bajo la dirección del  Cro. Espigul y con el Dr. Julio Fernández Bulté como conductor y moderador, salió al aire un programa con fines similares, de divulgación cultural, dentro del cual tome parte en una oportunidad junto al escritor uruguayo-cubano Daniel Cavaría donde examinamos el tema de la novela policíaca y de espionaje. No obstante, y es de lamentar, este programa dejó de existir pese a que aportaba, en el orden indicado, una cuota importante de información cultural a quienes lo seguían.

Por otra parte ahora rememoro otro programa, en este caso, histórico, radiado bajo el título de Titanes de la Epopeya, siempre referido a nuestras luchas por la independencia. No recuerdo ahora si lo escribió, al menos durante un tiempo, ese gran escritor y gran amigo, Felix Pita Rodríguez y luego lo continuó Enrique Núñez Rodríguez; lo que si me viene ahora a la memoria es el contenido de dos de aquellos programas, El primero abordaba los sucesos que culminaron el 27 de Noviembre de 1871 con el fusilamiento de los estudiantes de medicina y, el segundo, la historia de un hombre, un combatiente por la independencia de Cuba, a quien los españoles le mataron a un hijo. Contaba el programa que aquel hombre empleó cien clavos para construir el ataud para enterrar al hijo, y fue matando a un soldado español por cada uno de los clavos que usara.

ARTISTAS, DIRECTORES Y ESCRITORES.

Resulta innegable que la radio cubana contó con elementos valiosos en todos estos órdenes. La nómina de actores y actrices de calidad es, qué duda cabe, amplia. Los de antes, y los de hoy, han dejado huella y recuerdo grato entre la radioaudiencia. Recuerdo que, aún cuando era niño, solía escuchar el nombre de María Valero, actriz española quien muriera de modo trágico en un accidente de circulación cuando atravesaba una calle con el propósito de contemplar un cometa aparecido en nuestros cielos en esos días. No menos sucedía con las ya mencionada Marina Rodríguez, Gina Cabrera, Mery Mumné, Asunción del Peso, Bellita Borges, Raquel Revuelta, Lilia Lazo, Marta Jiménez Oropesa, Aurora Pita, Minín Bujones por citar solamente a algunas y entre los actores ganaron justa fama, además de aquellos cuyos nombres cité en el capítulo anterior, Enrique Santiesteban ¡ brillante ¡, Erdwin Fernández, Idalberto Delgado, Raúl Selis, Manuel Estanillo, Agustín Campos, Carlos Paulín, Juan Carlos Romero, cómicos como Enrique Alzugaray, Jiníguano,…sin olvidar a los grandes animadores como Cepero Brito y Germán Pinelli y a otros artistas, cuyos desempeños en otras áreas de la faena artística, todavía recuerdo. Vaya, a modo de ejemplo, el maestro Luis Carbonell, con sus interpretaciones insuperables de poesía vernácula ( las famosas cartas ). Todos ellos llenaron con su hacer una época- parte de la que se encuentra en mi memoria – y algunos alcanzaron  la etapa revolucionaria y aportaron su esfuerzo en nuestra radio y Televisión: Hagamos memoria de Cepero como moderador de Escriba y Lea, de Santiesteban, Pinelli y María de los Ängeles Santana en San Nicolás del Peladero;  José Antonio Rivero, el encargado, en Alegrías de sobremesa.  Además, si de escritores se trata, se impone mencionar a Arturo Liendo, Armando Couto, Enrique Núñez Rodríguez ( ¿ cómo era capaz este hombre de escribir tantas cosas a la vez y hacerlo bien como resulta indiscutible que lo hizo? ), algo que después haría con calidad y buen gusto Alberto Luberta para Limonta, Marta Jiménez Oropesa, Aurora Basnuevo, la mulatísima, “  …Y entonces, ¿ cómo quedo yo “

¡ AQUÍ RADIO REBELDE ¡

Este, por su significado histórico es otro momento para el recuerdo. Un momento clave de nuestras existencias. Ese momento en que el joven se esfuerza por comprender la realidad dentro de la que le ha tocado vivir; va rebasando esa etapa de la vida que suelo llamar lúdica, y comienza a interesarse por muchas cosas, entre éstas, por la política.

Por supuesto, en 1952 yo no sabía qué era un golpe de Estado; cuando el asalto al Moncada, en 1953, escuchábamos los comentarios, algunos en voz baja, de las personas mayores. Más tarde, conversábamos con muchachos de mayor edad vinculados ya con las ideas revolucionarias. Vino diciembre del 56, el Granma, Fidel en la Sierra Maestra; los desmanes del Ejército batistiano y con ello los deseos de tumbar a Batista. Ahí comencé a escuchar la voz que luego supe perteneciente a Violeta Casal, ! Aquí Radio Rebelde ¡ quien identificaba  la emisora clandestina ( se escuchaba por la onda corta ), y si recuerdo bien algo de esas  “sesiones” dedicadas a escuchar los partes y comentarios de Radio Rebelde,  es esa sensación de actividad clandestina ella misma, pues el radio se encendía a bajo volumen en el lugar más recóndito de la casa. De aquellos tiempos: Indio Azul e Indio Apache o 7 doble R, conservo en la memoria la narración de la batalla de Guisa, dirigida por Fidel; cómo los rebeldes inutilizaron un tanque T 17 del Ejército de  la tiranía, cómo lo usaron contra el cuartel de los soldados de la dictadura y las peripecias para rescatar una ametralladora de esa máquina de guerra, la retirada del los “ casquitos “ de la plaza y como al final el locutor: ¿ Orestes Valera ? elevó la voz para exclamar:! Guisa es territorio libre de Cuba.! Otra experiencia: la de escuchar, en la casa del vecino de al lado, en la mañana del 1 de Enero una conversación entre dos transmisiones de los rebeldes cuando uno le decía al otro- “ Están informando que el tirano ha huido.”

Como resulta obvio, en los días iniciales del triunfo revolucionario la euforia y el júbilo en las calles se daban la mano con el interés de la población por escuchar las noticias emanadas del radio y, desde luego, de las imágenes del suceder aportadas por la televisión. Así, al calor de tales acontecimientos quedó fijada, como un recuerdo inolvidable en mi memoria aquella inolvidable  la alocución del Comandante en Jefe, transmitida por las ondas radiales a través de la cual alertaba al pueblo del peligro que significaban las maniobras emprendidas por elementos políticos y militares en la capital con el propósito de sabotear el triunfo revolucionario: Revolución si, golpe militar de espaldas al pueblo no, porque ello solo serviría para prolongar la guerra. En fin, se abría una etapa nueva en la historia de nuestro país  que alcanza hasta nuestros días; una etapa de cambios significativos en todos los órdenes de la vida nacional dentro de la cual la radio ha desempeñado, inobjetablemente, un importante papel.

Y como estas páginas recogen  los recuerdos de ayer y de hoy, debo apuntar que en los años siguientes escuché poco la radio si se exceptúa el horario de los noticieros. Había otras cosas que hacer, sobre todo cuando me trasladé a La Habana con el propósito de trabajar y estudiar algo que me consumía bastante tiempo aunque traje a la capital, entre otras cosas, un pequeño radio de onda larga. Ahora, con las horas dedicadas a la lectura, sintonizaba preferentemente Radio Musical Nacional, “con notas al programa de Orlando Martínez, Director de esta Emisora”, a quien conocí cuando trabajábamos ambos en la Comisión de Extensión Universitaria o Radio Enciclopedia. Es decir, escuchaba música clásica o instrumental cuando me sumergía en la lectura, algo que, dicho sea de paso, me ha ayudado mucho en mi carrera como docente de la Universidad de La Habana y en tanto panelista del programa Escriba y Lea.

Por lo demás, debo añadir, que incluso, en la década de los años 60 escuché solamente los programas de esas emisoras y, parecería algo insólito, fuera de los programas políticos y, en muy raras ocasiones,  de los musicales,  miré poca televisión, y esta última actividad la desarrollaba sobre todo cuando acudía a mi pueblo, a casa de mis padres, en los períodos de vacaciones. Con todo, creo que puedo reflexionar, apoyado en esa acumulación cuantitativas, sobre la actividad radial  dentro del contexto actual.

Te debo otra página con este tema.

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