Resulta inolvidable la sonrisa de Asseneh Rodríguez. Su rostro era el de la mujer fascinante que se dio a querer por el público. Sobresalió como actriz dramática, comediante musical y declamadora. Inolvidables aquellos dúos poéticos con Alden Knight, que con sus voces estremecieron los auditorios con la poesía de Nicolás Guillén.
Silveria Asenneth Rodríguez Lizama nació en Sagua la Grande el 20 de junio de 1934. A la edad de doce años tomó parte en un programa infantil de la emisora Mil Diez. A los dieciséis debutó en televisión. Por su versatilidad, encarnó personajes estelares en teatro, radio, cine y la pequeña pantalla. En todos se mostró estelar y dotada de carisma único. Buena parte de su desempeño en el arte aconteció paralelo a los estudios de magisterio.
Brilló sobre las tablas cuando formaba parte de grupos de teatro como Prometeo, en 1958, posteriormente, el Conjunto Dramático Nacional, el Teatro Musical de La Habana y el Grupo Buscón.
A partir de la década de los años 60 su presencia resultó importante para el teatro cubano, a la par que se acercaba al cine y la televisión.
De su faceta como actriz de teatro, sentó cátedra con la puesta en escena de Romeo y Julieta, dirigida por el checo Otomar Krejcha. Acaparó aplausos en cabarets habaneros, y estuvo presente en más de diez películas, con una aceptación destacada del público y la crítica.
Interpretaciones que hizo de personajes como Josephine Baker o “La Jabá” en Réquiem por Yarini mostraron de Asseneh su entrega total e intensa.
De su carrera fílmica resultan memorables sus actuaciones en las películas Un día en el solar y Patakín, María Antonia, Retrato de Teresa, Guantanamera y Las profecías de Amanda.
Su carrera actoral fue igualmente sobresaliente en televisión en programas humorísticos y dramatizados como las novelas El viejo espigón, Bajo el mismo sol y la serie Los papaloteros. Fue igualmente genial en espacios humorísticos y musicales, de los que llegó a ser su conductora. En todo fue genial e hizo de cada actuación una lección viva de su magisterio.
Si grande y versátil resultó como artista, lo fue aún más como ser humano. Sencilla y modesta, se daba a querer con la sonrisa y entusiasmo que la acompañaban en todo momento. Actriz conectada con lo popular y lo cotidiano, acaparaba la sensibilidad, la gracia y los conflictos del cubano común. Gracias a ello supo construir personajes genuinos capaces de convencer.
Ha sido descrita como una persona carismática, orgullosa de su cubanidad y entregada por entero al arte como compromiso de vida.
De vivir, habría celebrado su noventa y un cumpleaños. Asseneh dejó de existir en agosto de 2013. En semanas se cumplirán doce años. El tiempo no la borra de la memoria del público al que se consagró y el que todavía la sigue admirando.
Asseneh Rodríguez, con su excelencia y su humanidad, supera para siempre las estrechas coordenadas del tiempo.