Falacias de Radio Martí. Bochorno de la radiodifusión

Jamás en Cuba se había trabajado tanto en contra del racismo como se ha hecho a partir del triunfo de la Revolución Cubana, sin que ello quiera decir que aún persistan determinados síntomas que lo evidencian y que han sido, incluso, reconocidos por nuestras más altas autoridades. Lo que nadie es capaz de negar es que ya no existen sociedades de negros ni de mulatos; que unos y otros llenan cualquier centro de trabajo; que muchos negros, con toda justicia y por derecho ganado, ocupan cargos de muy alta responsabilidad; que cuentan con todas las posibilidades de acceder a la cultura, a las universidades; y que, en fin, ya nadie se asombra al conocer que un número incalculable son licenciados, dirigentes, arquitectos, médicos, ingenieros y científicos, y no son de la llamada ¿raza blanca?. Y faltaría agregar que el pueblo cubano, por su propia idiosincrasia, nunca ha sido racista.
Pero hay algo muy curioso que conviene recordarle a estos traidores de su patria que insisten, en mentir y olvidar desde allá, el mismo país que tan triste historia tiene cuando se hable de racismo. Al respecto sólo les consigno algunos datos: en “la nación de la democracia”, durante muchos años, los negros no podían votar, ni tampoco vivir con blancos o ir a las mismas escuelas; las leyes les prohibían desempeñar ciertos trabajos y entrar en los hoteles, en los bares, en algunas tiendas. Pero hay más: En Estados Unidos los negros y mulatos son denominados “afroamericanos”, por supuesto, para recordarles que su origen es diferente y, por tanto, sus derechos limitados.

Y qué decir del llamado Código Negro de Mississippi, cuerpo legal que condenaba a cadena perpetua al que se casara o uniera con una persona de otra raza hasta la tercera generación de mestizaje; el color de la piel  determinaba el lugar que debían ocupar en un ómnibus; los negros tuvieron derecho al voto después de 1965.

Otro gran número de ejemplos pudieran mencionarse, pero la lista de ellos sería muy extensa para incluir en este comentario. Sin embargo, no debo dejar de mencionar al tristemente célebre Ku Kux Klan, el mismo que con total impunidad asesinaba a un negro y lo quemaba en plena vía pública; la misma aberración ideológica que nació orgánicamente  vinculada a los sentimientos de superioridad de ese país, y por lo tanto a sus aspiraciones imperiales. Hay que tener presente que cuando el luchador por los derechos civiles de los negros, Martin Luther King fue asesinado, el entonces director del FBI, Edgar Hoover, lo calificó como “el negro más peligroso en América” ¡Figúrese usted!, para este bárbaro, una persona tan admirada y respetada en el mundo por su dignidad y su lucha, solo se trataba de un negro peligroso.

Estos pobres humanos no tienen remedio; se cocinan en su propia salsa vendiendo su alma al diablo. Vociferan, precisamente, desde la cuna del racismo para dañar a Cuba culpándola, sin fundamento alguno,   de la misma aberración. Es que ni siquiera respetan el nombre de su propia emisora, olvidando que el maestro dijo: “Dígase hombre y se dirán todas las razas”.

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