¡Desde las primeras transmisiones! Manolín Álvarez, Frank H. Jones, Luis Casas Romero, Luis Casas Rodríguez, los primeros escenificados, el “periodismo de tijeras” … Más tarde, Carpentier y la música en función dramática, Radio Reloj y su peculiar modo de acompañar el tiempo, Félix B. Caignet y El derecho de nacer, la veracidad de Mil Diez, la insurgencia de Radio Rebelde… Así se sucedieron, uno tras otro, los eventos que marcaron la diferencia en medio de una vorágine creativa en la radio de Cuba. Hubo muchos otros ejemplos, miles tal vez, pero voy a relacionar algunos que considero icónicos, en ese tipo de vanguardismo, a la hora de producir obras para la radio.
El primero de ellos fue Alejo Carpentier, todo un teórico y artista de la radio. Viajó a Francia y se estableció entre 1939 y 1946. Escribió, dirigió, musicalizó y creó efectos sonoros. Todo surge a partir de su vínculo con Paul Deharme (notable teórico del medio) quien lo reta al pedirle “Combíneme una audición que no se parezca a lo que se oye hoy en día”. Desde esta postura le incita a crear algo diferente, novedoso, y a partir de este momento descubre el valor de la música con función dramática y su capacidad para generar sensaciones diversas. Gracias a su vasto conocimiento sobre música clásica y universal la aprovechó, demostrando que esta era capaz de reafirmar, cuestionar, contraponer ideas expuestas desde el guion. Así mismo comprendió el valor de los efectos sonoros para ratificar, profundizar, disputar, para llamar la atención sobre un aspecto concreto dentro de la escenificación. Sus aportes fueron significativos, así lo describe Oscar Luis López en su texto Alejo Carpentier y la Radio y quiero particularizar en su definición de Montaje carpenteriano para ilustrar su compleja y particularísima manera de concebir para la radio.
El segundo es Julio Batista. Con una personalidad artística profusamente desarrollada, se inició en Radio Artalejo, continuó en CMQ y posterior a 1959 trabajó en Radio Liberación y Radio Progreso, emisora a la que dedicó la mayor parte de su creación.
Toda una personalidad artística. Fue escritor, periodista, musicalizador, narrador, actor, locutor, director. De una integralidad creativa sorprendente aportó espacios identificativos, no solo de Radio Progreso, sino de toda la radio revolucionaria. Llegó a tener un dominio del medio lo suficientemente profundo, significativo e interesante. Fue transgresor y estudió, en extremo, las posibilidades del sonido. Un ejemplo relevante es el de Actualidad mundial, espacio informativo que abordaba los principales sucesos que ocurrían en el mundo. Hacia finales de los sesenta, dedica una emisión a la Guerra en Viet Nam y la construye únicamente con efectos y música. Decidió prescindir de la palabra porque le resultaba mucho más expresivo transmitir, mediante estos recursos, la debacle, desesperación y muerte que padecía esa nación. Increíblemente, tuvo una positiva recepción entre los oyentes.
Un tercer ejemplo lo constituye Gilberto Enríquez (Radio Liberación, Radio Progreso). Es un escritor, director, profesor, devenido en acucioso investigador histórico. Dirigía las obras que escribía, en especial las dedicadas a la historia patria. Osó grabar un teatro fuera del ambiente aséptico, impoluto que proporcionan los estudios de radio. Hasta la fecha y según mis indagaciones, el primero en hacerlo. Posee la condición de ser el padre de la estereofonía en el dramatizado cubano. Estudió la colocación de micrófonos, actores y demás elementos y su disposición en el estudio, precisamente, buscando el realismo que aporta el trabajo con los planos sonoros, probablemente también el primero.
Renunció, en determinadas obras, a la construcción de los ambientes sonoros y apostó por el sonido ambiente directo en una grabación. ¿Cómo lo hizo? Empatando cables desde el estudio y llevándolo hasta una de las ventanas que dan a la calle Infanta. A través de ella captó este tipo de ambiente y directamente lo llevó hasta donde se hacía la grabación. Su búsqueda de la veracidad, del realismo lo llevó a explorar otras formas de expresión. Aún hoy no me explico cómo no ha recibido el Premio Nacional de Radio.
Con tales antecedentes y ejemplos nos acercamos a una posible valoración sobre qué es la experimentación. Todo lo que se crea en un primer momento, constituye un experimento. Cuando se cambia lo ya establecido, de manera consciente o no, fortuito o no, implica una experimentación. Entonces esa apropiación, concepción y refuncionalización, a partir del estudio de prácticas preexistentes, lleva implícito una experimentación.
La mirada sobre el tema surge en el año 2002, momento en el que se inserta la categoría experimental en el Festival Nacional de la Radio. La razón obedecía a la inconformidad de varios artistas, jóvenes sobre todo, que proponían obras con un carácter más trasgresor, desmarcados de las tradicionales tipologías con las que Radio trabajaba y que no tenían cabida en dicho evento. Sin embargo, desde su inserción en el 2002 no se convocará nuevamente hasta el 2008; diez años después durante la Convención de Radio Televisión, en 2018, y en el 2023 a propósito del Festival Nacional de la Radio, que fue retomado luego de 13 años sin celebrarse.
El formato de programa experimental fue reconocido, como tal, por la Radio Cubana desde el año 2020 y así consta en el documento que reglamenta las tipologías radiales con las que se trabaja en Cuba: el Manual Metodológico de la Programación Radiofónica.
En él se define que es un Proyecto que responde integralmente a los intereses comunicacionales de la Radio Cubana. Es una propuesta inédita, novedosa, que no se enmarca en las clasificaciones establecidas. Admite la hibridez de formatos diversos en los que se evidencie la creatividad. Debe ser capaz de cumplir una función social significativa que lo convierta en una opción para ser incluida en la programación, por sus valores éticos y estéticos.
Este espacio debe insertarse, armónicamente, en la programación sin atentar contra su balance funcional, formal y de contenidos. Tales proyectos deben ser evaluados en el plazo de un año, a partir del cual se evalúa y, de ser posible, continua o se retira del diseño de programación. En tanto funcione debe someterse a su conceptualización para ser propuesto como posible formato a tener en cuenta en futuros clasificadores.
Obviamente es un formato que no es usual, su producción no tributa a la dinámica lógica de las emisoras porque es una creación que responde a la necesidad expresiva del artista, no a los requerimientos de completar una programación radial. Puede ocurrir que un espacio habitual tenga una emisión sui generis y que en su particularidad sea interpretada como experimental. Quizás la experimentación provenga de una especialidad en concreto, dentro de dicha producción. Es decir, no puede ser entendida como algo cerrado, preestablecido, definitorio.
De ahí que sea mucho más efectivo identificar esos paradigmas de artistas y obras portadores de esa necesidad de expresión que busca desmarcarse de la generalidad. Hablamos de un creador con reales inquietudes artísticas, que necesita llevar el discurso a otro plano al que usualmente la mayoría no llega. En ese tipo de identificación es donde puede estar el carácter experimental, o el aporte experimental en determinados autores.
En ocasiones son obras que no sueles ser radiadas porque nuestras audiencias no están habituadas, educadas en el consumo de una obra “otra”, diferente. A veces quedan ahí, como parte de un ejercicio de graduación, en eventos o concursos específicos (Lloga, Ultrasonido, Vueltabajo, etc.). Por eso, su inserción en el Festival Nacional de la Radio es un logro que busca estimularlos, reconocerlos por su creatividad, su constante espíritu de búsqueda formal.
En la edición del 2023, celebrado en Holguín, tuve la fortuna de ser la Presidenta del Jurado en esta categoría y el honor de hacerme acompañar de dos excepcionales artistas de nuestro medio: Lázaro Sarmiento, un multipremiado radialista, creador en todo el sentido de la palabra y con tradición en el arte de experimentar; y Reinaldo Cedeño, un intelectual, crítico, periodista y radialista de reconocido prestigio.
Se escucharon 16 obras de todo el país. Nos satisfizo mucho que experimentales fuera una de las categorías con mayor número de propuestas a concursar; buena parte de ellas se enviaron a título personal lo que demuestra la aceptación que puede llegar a tener esta condición.
La obra premiada pertenece a la provincia sede: Holguín. Es un espacio infantil titulado ¿De dónde vienen los niños?, de Radio Angulo que, coincidentemente, recibió también uno de los premios colaterales entregados por la UNICEF. Su destaque fundamental estuvo en el tratamiento del tema de la maternidad, dirigido a un público tan complejo como es el infantil.
La estructura utilizada para contar la historia fue distintiva, así como el aprovechamiento de la sonoridad para atraer la atención y el empleo de voces infantiles en su concepción. Es un espacio que resalta por su frescura y por la búsqueda de lo inusual dentro de la convención formal que hoy define a la radio.
Hubo notables contrastes entre las obras presentadas: desde aquellas en las que no existe ningún tipo de excepcionalidad hasta otras totalmente novedosas, como el Paisaje sonoro presentado por Hernán Yglesias, de Radio Ariguanabo, en Artemisa.
Lo positivo del hecho es que ya se maneja con cierta familiaridad la presencia de la experimentación en la radio y se reconoce la posibilidad creativa que este recurso ofrece. Seguir su comportamiento es indispensable para comprender la evolución de nuestro medio hacia otras formas de hacer. Así estaríamos estimulando a nuestros creadores y dotaríamos a la radio de otras posibilidades de expresión artística.
AUTORA: Mileidy Martínez Parra
Especialista de la Dirección General de Programación de la Radio Cubana
(Mayo 2024)