Bloqueo cruel, inmoral y anacrónico

Si el bloqueo impuesto a Cuba por la nación más poderosa del planeta es por sí mismo un hecho inmoral y cruel, tales condiciones se multiplican por su carácter extraterritorial.

¿Qué razones han existido o prevalecen para bloquear a Cuba? ¿El carácter socialista de su proyecto político-social? ¿La decisión de su Revolución y Pueblo – ambos lo mismo – de emprender un modelo propio de desarrollo? ¿Ha sido acaso Cuba un país que amenace la seguridad nacional de los Estados Unidos? ¿De qué se acusa a este país? ¿De su unipartidismo, de que todos sus ciudadanos, sin excepción, tienen derecho a la salud, la educación y a llevar una vida decorosa? ¿Qué se le exige a Cuba para que termine esa disparatada y anacrónica acción de por sí punitiva, de clara naturaleza violenta?

Si examinamos las relaciones de los Estados Unidos con el mundo a lo largo de los años, ese análisis sería, a simple vista, la prueba contundente que descalifica semejante comportamiento violador del derecho internacional.

Desde el pasado, en América Latina se sucedieron gobiernos dictatoriales que violaron los derechos humanos, asesinaron periodistas, intelectuales, artistas, luchadores por reivindicaciones laborales y civiles, sindicalistas, presidentes legítimamente electos y líderes opositores.

Nombres tristemente recordados como Anastasio Somoza, Marcos Pérez Jiménez, Fulgencio Batista, Alfredo Stroessner, Juan María Bordaberry, Augusto Pinochet, Jorge Rafael Videla y tantos más, desangraron a sus pueblos y los embargaron en verdaderos reinados de terror. Sin embargo, salvo escasos y timoratos “llamados al orden”, y sin mover un dedo, las administraciones de Washington no solamente mantuvieron “excelentes y muy cordiales” relaciones con los desgobiernos de tales personeros, sino que los abastecieron de armamentos para reprimir a sus pueblos, logística para perseguir a los opositores y suculentos créditos que pararon siempre en los bolsillos de esos señores sanguinarios y sus acólitos.

¿Puede compararse a Cuba con semejante fauna?

En los años 60s, producto de la hostilidad del vecino del Norte, la Revolución Cubana radicalizó su proceso; era cuestión de vida o muerte. La ayuda solidaria de la ex Unión Soviética y el campo socialista constituyeron un decisivo apoyo para la consolidación de las conquistas sociales que inspiraron a la Revolución Cubana. ¿Fue ese nuestro “gran pecado”? ¿Habría que optar por claudicar o morir? Eran, sin más alternativa, las dos únicas opciones.

La voluntad del pueblo cubano y de su Revolución por sobrevivir y hacer realidad los sueños de sus próceres costó caer en la encrucijada de la llamada Guerra Fría, aunque Cuba siempre desarrolló su política exterior independiente en el marco del Movimiento de Países No Alineados. Aquello fue, en su momento, la coartada para reforzar las medidas punitivas y de bloqueo contra el proceso cubano. Y, ¡caso curioso!, al mismo tiempo Estados Unidos mantuvo relaciones diplomáticas y comerciales con la U.R.S.S. y casi todos los demás países de Europa Oriental, aunque, cierto, en medio de una lucha ideológica. A fines de los 80s del siglo XX, debido a errores conocidos, se produjo el derrumbe del campo socialista y de la entonces Unión Soviética. La Guerra Fría terminó, pero no así la hostilidad hacia una isla pequeña en medio del Caribe, cuya única agresividad, si así se le quiere llamar, sólo emana de su ejemplo como país soberano.

En medio de aquella Guerra Fría, ya concluida, Estados Unidos se había embarcado en la guerra contra el pueblo de Vietnam. Cayó sobre esa península heroica más metralla que toda la lanzada sobre Europa por el nazi-fascismo durante la Segunda Guerra Mundial. El territorio vietnamita llegó a ser todo un campo minado. Finalmente, aquella agresión salvaje terminó con la derrota de los invasores y la unificación del Norte y el Sur de Vietnam. Hoy los Estados Unidos, olvidados de la paliza que le fue asestada y de su humillante derrota, mantienen relaciones con Vietnam, país solidario con Cuba que mantiene su proyecto social con un solo Partido de vanguardia.

La República Popular China, tantas veces marginada y vetado su ingreso a la ONU por los Estados Unidos, es hoy reconocida por dicho país, con el cual mantiene relaciones diplomáticas y comerciales normales, como debe corresponder en un mundo civilizado.

Entonces, ¿por qué el ensañamiento contra nuestro país? ¿Cómo puede entenderse que un puñado de individuos frustrados de la mafia de Miami, sólo con sus bolsillos llenos para repartir “golosinas” comprando votos de lobby, manipulen sectores de la política doméstica estadounidense? ¿Será, acaso, una ilógica inercia la que mantiene el actual status? 
El hecho de que la Revolución Cubana haya sobrevivido a la caída del socialismo euro-oriental y la extinción de la Unión Soviética, no tiene otra razón que no sea la autenticidad y profundidad del proceso de transformaciones iniciado en 1959.

Cierto que mucho ha tenido que sufrir el pueblo cubano con tantos años de bloqueo inmoral, cruel y anacrónico. Medida que cada año es condenada por la Asamblea General de Naciones Unidas e ignorada, hasta hoy, por todas las administraciones de turno.

Vidas que pudieron salvarse por la carencia de medicamentos accesibles en el mercado norteamericano, pero de venta prohibida para Cuba; encarecimiento de las importaciones y exportaciones cubanas debido a las grandes distancias; prohibición de intercambios artísticos y académicos mutuamente ventajosos; coerciones que impiden a empresas norteamericanas invertir y comerciar con nuestro país. 

El pasado 27 de septiembre, el Canciller cubano Bruno Rodríguez Parrilla expresó en Nueva York en la sede de la ONU, que “la agenda de diálogo y las iniciativas de cooperación bilateral presentadas al gobierno del presidente Barack Obama el 14 de julio del 2009, aún no han sido respondidas”. El Gobierno Revolucionario de Cuba, en un gesto por zanjar diferencias y abrir puertas al diálogo, ha propuesto a la actual Administración de Washington conversaciones francas y abiertas. Al respecto, el Ministro de Exteriores cubano expresó que “el gobierno norteamericano no ha mostrado disposición a abordar las cuestiones esenciales de la agenda bilateral, por lo que las conversaciones oficiales sostenidas, sin mayor progreso, han sido limitadas a asuntos específicos”.

Mientras tanto, el bloqueo económico, financiero y comercial de Estados Unidos provoca pérdidas superiores a los 100 millones de dólares en la adquisición de alimentos a compañías norteamericanas. En todo el tiempo de bloqueo, que llega al medio siglos, los daños económicos sufridos por la mayor de las Antillas superan la suma de 751 mil 360 millones de dólares en daños económicos directos.

Tal como expresó el pasado 4 de octubre Moisés Naim, experto del centro de análisis Carnegie Endowment, “Estados Unidos debería abandonar su política de bloqueo hacia Cuba dada su demostrada inefectividad, lo que la ha convertido (la política de bloqueo) en un «cadáver ideológico». También enfatizó el mencionado especialista que “en Washington existe una necrofilia ideológica sobre el bloqueo y las relaciones hacia Cuba», declaración hecha a la agencia de noticias Notimex y publicada por el periódico Granma en su edición digital del 5 del corriente.

Todas las voces sensatas del orbe, independientemente de sus orientaciones políticas o ideológicas, coinciden en que el Bloqueo impuesto a Cuba durante más de 50 años es un anacronismo inmoral y cruel. Se acerca – el próximo 26 de octubre – una nueva votación en la Asamblea General de la ONU.

Allí, con un claro sentido de humanidad y justicia, se alzarán otra vez como en ocasiones anteriores las voces mayoritarias del planeta para exigir el cese de tan flagrante violación del derecho internacional.

Cuba, a la espera de que algún día cercano predomine el sentido común en las relaciones bilaterales, mantiene su opción por el diálogo y la normalización de relaciones; de la misma forma que defiende su decisión de proseguir con su proyecto inspirado en la justicia social, la solidaridad y la paz.

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