Un curioso personaje de la Radio Cubana: Don Porfirio

En aquella época, sólo unos pocos años después de  inaugurada la radio en Cuba, existió la tendencia de nombrar a muchos programas con el denominador común de “las horas”; así se constataba Hora Radiante, Hora Azul, Hora Roja, y por supuesto, “La Hora de Don Porfirio”, programa que llegó a marcar un alto en el camino trillado de entonces.

Este hombre, ya famoso, pudo presumir  que su programa era uno de los más escuchados; puede asegurarse que de nueve a diez de la noche casi toda La Habana sintonizaba a Don Porfirio. Él era multifacético, al punto de simultanear como director, locutor, actor humorístico y, casi siempre, pianista acompañante. Claro, esta peculiaridad de asumir varias funciones, también llegó a ser un hábito en muchos realizadores de aquellos años, logrando incluso altos niveles de audiencia, lo que demuestra que el talento es lo principal en este maravilloso medio que se llama radio.

Es preciso, antes de continuar, aclarar algo que creo importante, sobre todo para los más jóvenes. En aquellos años de lujo de Don Porfirio, es cierto que la propaganda publicitaria, pagada por los llamados patrocinadores, llegaba a agobiar a los oyentes; pero tal característica  no empañaba el valor  de nuestros antecesores, los que muchos de ellos hacían gala de profesionalidad y entrega absoluta al medio; son los casos, por ejemplo, del famoso creador de la novela “El Derecho de Nacer”, Félix B Caignet; Anibal de Mar y su personaje Chan Li Po;  y Marcelo Agudo, quien fue el primer actor de la radio; entre otros muchos personajes que marcaron pautas de calidad y consagración.

Pero retomemos a nuestro personaje Don Porfirio.

Sucedió algo verdaderamente curioso. A finales de 1933, con los estertores del “asno con garras”, como le llamó el revolucionario cubano Julio Antonio Mella al entonces presidente Gerardo Machado, de triste recordación para los cubanos-, Don Porfirio  fue poco a poco perdiendo el interés por la radio, y un día, en pleno auge de su triunfo, y sin motivo aparente, dijo adiós a sus oyentes.

¿Por qué dijo adiós? nadie lo supo, pero fue una despedida definitiva, jamás volvió a situarse frente a un micrófono. Retirado desde entonces a la paz de su hogar, Don Porfirio no hablaba siquiera de su época famosa, cuando alcanzó altos rating de preferencia. Sin embargo, se cuenta que por las noches, cuando se acomodaba junto a un radio, y dejaba que el nieto se adormeciera entre sus brazos, en los ojos de Don Porfirio parecía que brillaba la nostalgia y los recuerdos.

Pero lo que sí no hay duda alguna es que este hombre prestigió a la radio de entonces y merece que nuestros realizadores de hoy le reconozcan. Siempre pienso en una necesidad imprescindible: los jóvenes que pretendan integrar la gran familia de la radio cubana de estos días, o los que ya lo han hecho, deben sentir como obligación repasar el ayer para transitar mejor por este medio que es arte, técnica y magia a la vez.

Ahora recuerdo a nuestro prócer José Martí, cuando afirmó que: “lo pasado es la raíz de lo presente. Ha de saberse lo que fue, porque lo que fue está en lo que es”

Silvio J Blanco

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