El congreso de la reafirmación

Aún la biología era una asignatura que ignoraba y pensé que nuestros líderes serían eternamente jóvenes. Y fue pasando el tiempo, años duros como el propio Fidel había advertido aquel 8 de enero pero también luminosos, de trabajo y de forja, de carencias y amenazas, de estudios y de esfuerzos, de entrega y sacrificio, de batallas y de glorias, que afortunadamente jamás nublaron la memoria.

 
Y aquí estamos al paso de los años, sin Fidel frente a los ojos pero si en el alma que es donde los líderes se vuelven inmortales.
 
Y de aquellos jóvenes leales que lo acompañaron desde entonces algunos se marcharon como Almeida a reunirse con él pero aquí quedó hecho conciencia plena su “Aqui no se rinde nadie» de Alegría de Pio, y a otros como Raúl, Ramiro, Guillermo y Machado, se les ve increíblemente hercúleos todavía, como para tomar de nuevo el fusil rebelde si hace falta.
 
No son solo palabras. El imperio ha soñado siempre con engullirse nuestra patria reducida a fruta en sus planes perversos, y le están haciendo creer a una pequeña red de asalariados, al menos en el ciberespacio, que está madurando por estos días.
 
Pronto despertarán de su nueva torpeza. Lo que ocurre por estos días es la entrega segura de la antorcha luminosa a los nuevos pinos, crecidos junto a ellos en la insustituible fragua del combate cotidiano, para seguir avanzando por el camino inexplorado del socialismo, al que jamás renunciaremos.
 
Ahí está el Partido y su octavo congreso, interpretando como siempre los supremos intereses de nuestro pueblo invicto, cuidando la unidad como tapia infranqueable para el gigante que nos mira con ansiedad malvada desde el norte.
 
No hay relevo porque juntos hemos estado todos estos años, quizás podría decirse que llegan tropas frescas de refuerzo y que se prepare el enemigo para la próxima ofensiva, en que iremos destruyendo paso a paso cualquier traba que entorpezca nuestro avance.
 
Estamos viviendo horas irrepetibles y este ya es el congreso de la reafirmación, el congreso en que los hijos y nietos juramos con Villena ante el legado de Fidel, que jamás tendremos “que mendigar de hinojos, la patria que los padres nos ganaron de pie”.
 
Tomado del perfil de Facebook del autor

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