La canción, la voz, el mismo nombre

Si bien es cierto que la Diva del Buenavista Social Club ha marcado una indeleble huella en la promoción de la música tradicional cubana desde la aparición del mencionado disco en 2000, ya hacía rato que Omara figuraba en el privilegiado estamento de nuestras grandes intérpretes de todos los tiempos.

No hay género de la música cubana en el cual no nos haya dejado una muestra de magnificencia, que la convierten en un hecho artístico de esmerada factura. Sus versiones de los clásicos Y tal vez, de Juan Formell, y Gracias a la vida, de Violeta Parra, son francamente conmovedoras por esa impronta de autenticidad que les incorpora en su apropiación.

Sin embargo, cuando Omara Portuondo aborda aquella canción donde pone de manifiesto la fidelidad a los principios del momento histórico en que le ha tocado vivir, es tal el compromiso emotivo de su voz con estos sentimientos, que nos hace vibrar de emoción por el orgullo compartido entre todo un pueblo.

Por supuesto que nos referimos a Siempre es 26, obra dedicada al día de la Rebeldía Nacional que, convertido en himno, atestigua la valía en el tiempo de aquella gesta heroica en el Moncada de hace 67 años.

Por eso creo que, si algún espacio radial en Estados Unidos, en Argentina o en cualquier otro país del mundo, desea hacer un programa con las mejores piezas de Omara Portuondo, no puede dejar de poner a la escucha Siempre es 26, emblemática interpretación en la que, sencillamente, el nombre de esa canción nos lleva de inmediato al nombre de la cantante.

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