No lograron asfixiarnos, enconarnos ni dividirnos

A inicios de 2023, el encargado de Negocios de la Embajada de Washington en La Habana, Benjamin Ziff, en entrevista concedida a The Associated Press, expresó que «era difícil volver atrás» con relación a Cuba. Por: Raúl Antonio Capote Tal afirmación expresaba la posición actual de la Casa Blanca, y daba por cerrada cualquier posibilidad de acción concreta a favor de un mejoramiento de los vínculos entre ambos países, refiriéndose al tímido acercamiento ocurrido durante la administración Obama. En verdad, durante el transcurso del año, muy poco se avanzó en esta dirección. Al contrario, la administración dirigida por Joe Biden sigue ostentando el récord de ser la más eficiente y dedicada en hacer cumplir las sanciones contra Cuba. Consecuente con la política establecida desde el 3 de febrero de 1962 por la administración Kennedy, el actual mandatario rubricó la extensión, por otro año, de la llamada Ley de Comercio con el Enemigo, base de la guerra económica contra Cuba. El bloqueo está detrás de cada medicamento que falta, de la termoeléctrica que se detuvo, del transporte carente de piezas de repuesto, del proyecto social que no se pudo ejecutar. Castigar al sector público, conociendo que este presta servicios esenciales para toda la población, como salud, educación, deportes, cultura, etc., sin exclusiones de ninguna clase, continúa siendo parte esencial de la política de Washington. Por otra parte, la mentira, la manipulación de la verdad, la subversión político-ideológica, la organización y el financiamiento de grupos violentos anticubanos dentro de EE. UU. se incrementaron durante el año que finaliza. LA LISTA DE LA PERFIDIA A pesar del reclamo creciente de la comunidad internacional para que el Gobierno de EE. UU. retire a Cuba de la lista de Estados patrocinadores del terrorismo, la Casa Blanca, en 2023, optó por perseverar en la iniquidad y …

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La cultura salva

A lo lejos, en medio de las ráfagas invernales que se cernían sobre el espíritu y la anatomía de aquella criatura nacida bien lejos, en una isla todavía de improbable destino, el poeta se apoderó de una imagen poderosa: «las palmas, ay, las palmas deliciosas…».

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Desembarco de una expedición que fue esperanza renacida

Hay tanto de sublime en aquel desembarco azaroso y extraordinario del 2 de diciembre de 1956 –cuando 82 hombres comenzaron a marcar, con su heroísmo, la ruta definitiva hacia la independencia de Cuba– que a la distancia de 67 años la fecha sigue convocando al recuento histórico y a la reedición simbólica protagonizada por los pinos nuevos. Es la épica del yate Granma, multiplicada hoy, inspiración del futuro. Por ello son conmovedoras las anécdotas de los bisoños que (arropados con el verde olivo de un uniforme siempre rebelde) han podido «pellizcar» un pedazo de la historia, al recorrer parte de la travesía enrevesada que enfrentaron los expedicionarios tras su arribo a la Patria, aquel amanecer de 1956. Allí, en el lugar conocido como Los Cayuelos, a unos dos kilómetros de la playa Las Coloradas, en Niquero (provincia de Granma), los pioneros y jóvenes suelen adentrarse en esas aguas de la costa sur granmense, con la certeza de un sueño cumplido. Sin embargo, los 82 revolucionarios de entonces lo hacían con una sola convicción: ser libres o mártires. Fidel lo había expresado a su llegada a México, un año antes: «Las puertas adecuadas a la lucha civil me las han cerrado todas. Como martiano, pienso que ha llegado la hora de tomar los derechos y no pedirlos, de arrancarlos en vez de mendigarlos. La paciencia cubana tiene límites (…). De viajes como este no se regresa, o se regresa con la tiranía descabezada a los pies». Fue así como, con más coraje que armas, los expedicionarios del yate Granma pusieron proa a la libertad, desde México, el 25 de noviembre de 1956, y siete días después desembarcaban en la Isla amada, fustigados por la travesía difícil, el cansancio acumulado, la sed, el hambre y la amenaza de la aviación enemiga. Sobre …

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De la radio… ¿a la vida?

El derecho de soñar se despide. Al margen de los niveles de involucramiento de las audiencias con las líneas argumentales, los conflictos y los desenlaces, y de más de un intento por reescribirlas a gusto de cada cual, la telenovela escrita por Ángel Luis Martínez y Alberto Luberta Martínez, y codirigida por este último, junto a Ernesto Fiallo, consiguió colocar, a poco más de un siglo de su temprano estreno en la Isla, la jerarquía de la radio en nuestro tejido cultural. Por: Pedro de la Hoz Medio eminentemente popular, con una larga tradición de servicio público, los hombres y mujeres que han dejado la piel y el talento en la programación radial de uno a otro confín del territorio nacional, se han visto reflejados de un modo u otro en la telenovela. En la apertura y el cierre de cada episodio se lista a unos cuantos, no todos, que simbolizan diversos menesteres. Libre de ataduras comerciales desde los años 60, y articulada en un sistema de radiodifusión cada vez más consolidado, han ido apareciendo, como parte de la sintaxis de enlace, menciones a radioemisoras nacionales y territoriales. Tanto o más importante que esto debe subrayarse la presencia en la pantalla doméstica, o la obligada referencia, a creadores paradigmáticos, de los que mucho habría que aprender, no para imitarlos, sino como nuevos puntos de partida para la radio que necesitamos. Tener al pie del cañón a una Carmen Solar, incombustible y raigal, o evocar (y retomar) el formidable proyecto pedagógico llevado adelante por Cuca Rivero, vivifican el espíritu. Al mirar el pasado, los realizadores se decantaron por lo que significó El derecho de nacer, la radionovela de Félix B. Caignet, en el imaginario popular y en la cristalización de códigos dramatúrgicos que marcan hasta el día de hoy, más allá …

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El bloqueo a las telecomunicaciones de Cuba, una historia de larga data

El 23 de octubre último se cumplieron 31 años de que fuera sancionada en el Congreso estadounidense la Ley Torricelli, promulgada por el expresidente George Bush (padre), y una de las expresiones más acabadas de la línea agresiva del imperio contra Cuba, al articular toda una retórica eufemística que enarboló conceptos como democracia, derechos humanos, economía de mercado, y, por supuesto, un reforzamiento del bloqueo económico impuesto al país desde inicios de la Revolución. Uno de los sectores cubanos en los que se aplicó de manera estricta fue el de las telecomunicaciones. En enero de 1959, todo el equipamiento y los cables telefónicos eran de fabricación norteamericana, y nunca permitieron que se compraran piezas de repuesto o centrales nuevas. Lo mismo ocurrió con los equipos transmisores de las señales de radio y televisión. Las transmisiones ilegales de radio contra Cuba se iniciaron en 1959, y persisten a la actualidad. En este periodo han transmitido contra nuestro país más de 120 emisoras desde territorio estadounidense y desde otras naciones, patrocinadas por el Gobierno estadounidense, y 43 organizaciones contrarrevolucionarias. En 1990 comenzó la agresión televisiva desde un globo aerostático, y posteriormente desde aviones militares. El despliegue de aviones para las trasmisiones ilegales constituyó una de las acciones más provocativas y peligrosas emprendidas por el Gobierno de EE. UU. Una medida como esa solo se ha adoptado durante situaciones de guerra, como en Vietnam e Irak, y significa una clara violación de la soberanía cubana. Muchas personas desconocen que entre Cuba y Estados Unidos se tendieron siete cables telefónicos con el fin de propiciar las comunicaciones entre ambos países. Tampoco se ha divulgado en la gran prensa internacional que, a partir de 1959, este servicio por cable fue bloqueado y no precisamente por el Gobierno cubano, hasta el punto en que, en 1986, …

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