Ciro del Río, la última voz de Radio Rebelde (II)*

La planta permaneció en Alto de Conrado hasta después del fracaso de la huelga del 9 de abril. El Comandante en Jefe Fidel Castro realizó su primera intervención el día 15, donde analizó las causas del fracaso de la huelga revolucionaria.
Dos días después, previendo una ofensiva militar contra la Sierra Maestra, ordenó trasladarla hacia La Plata, donde ya se había establecido la comandancia general de la guerrilla.
Entonces, mi hermano Hugo se fue delante con Fidel, y Eduardo y yo en la mula y los hombros llevamos los equipos y la documentación, y el mimeógrafo para tirar El Cubano Libre. Ahí salió por primera vez el periódico clandestino.
Yo era el que atendía la planta eléctrica y el mimeógrafo. Entre Edi y yo tirábamos El Cubano Libre, se repartía y se mandaba con enlaces a muchos lugares.
Desde allí, Radio Rebelde reinició sus trasmisiones el Primero de mayo.
Al pasar a La Plata, la emisora ya fue un medio de comunicación central de la comandancia, del ejército rebelde, al que Fidel visitaba con frecuencia. Se ocupaba directamente de que le llegara a la planta los abastecimientos, para que la gente no tuviera que andar buscándolos y así se fue desarrollando en durante la ofensiva.
— ¿Continuó ligado a Radio Rebelde durante aquellos meses?
A mí me asignaron otras responsabilidades. Me mandaron con Hugo a entrenar una tropa en las Minas del Frío, porque allá había una escuela y nosotros fuimos como jefes de grupo.
Durante la ofensiva yo combatí. Yo me fui para Purialón, de ahí a La Plata, y otros combates. Me hirieron y logré escapar.
El Che mismo fue quien me curó, porque tenía un hueco aquí atrás, en el pulmón derecho, respiraba por la espalda. Él cogió y me limpió ahí, me taponeó, me puso una banda de sujeción de esparadrapos y me mandó a hacer reposo y me mandó con el cirujano Vicente La O para que me atendiera, y curara.
Al poco, Ciro del Río fue enviado nuevamente a Radio Rebelde, donde apoyó el tiempo que duró su recuperación.
Una vez Fidel tuvo fuerza, empezó a atacar algunos lugares del ejército, y ellos iban retrocediendo, y nosotros íbamos avanzando. Entonces se decidió ir bajando los equipos para que la emisora tuviera mayor frecuencia con relación a la población que la escuchaba.
Venimos bajando por Jiguaní, Contramestre y Palma Soriano‒ en los meses finales de la guerra, la planta central tuvo diferentes ubicaciones, entre ellas La Miel y Minas de Charco Redondo.
Como parte de la contraofensiva se crearon otras columnas. Cada columna tenía su planta de radio…, también el Segundo Frente, el Tercer Frente, el Cuarto Frente. Entonces, ya había un medio de comunicación entre frentes y entre algunas columnas como las de Camilo y el Che, que bajaron a la invasión.

-En ese momento, ¿viene a conformarse la llamada Cadena de la Libertad?
Ese era el nombre que se le puso como para camuflaje. Como si fueran radioaficionados…
Era un medio de comunicación que ya tenía otras plantas, según el frente que se iba creando, y ya permitía contactar por radio con los distintos grupos por información codificada.
Palma Soriano sería la última ubicación de Radio Rebelde antes del fin de la guerra. Allí se logró la primera puesta en cadena con la red nacional de radio. El Comandante en Jefe Fidel Castro dio las últimas instrucciones a los jefes del Ejército Rebelde y la población, llamando a la huelga general y la rendición incondicional.
Fidel les dijo a los combatientes de La Habana que a Batista que no lo dejaran ir. Yo estaba ahí y Fidel les decía: “No lo dejen ir, no lo dejen ir porque hay que hacerle justicia”.
Poco después‒ la planta se quedó en Palma Soriano-, fuimos avanzando para Santiago de Cuba. Nos encontrarnos con el Segundo Frente en la zona de El Escandel y ya de ahí bajamos para Santiago, que es donde Fidel habla desde el balcón.
Una vez finalizada la guerra, Ciro del Río y Radio Rebelde toman caminos divergentes. La emisora se instala en los antiguos locales de la estación Circuito Nacional Cubano, en las intersecciones de 25 y O, que antes pertenecía a Fulgencio Batista. Ciro, ante el llamado del Che, se queda durante un tiempo en la Cabaña, como jefe de la artillería anti-aérea.
Ahí fui ascendiendo y cumpliendo responsabilidades. Después fui director de un centro de alfabetización, y, más tarde, me mandaron a crear una granja a Jovellanos, en Matanzas, dirigida directamente por el Che.
Me puse a estudiar y hasta me mandaron a la Unión Soviética, donde estuve dos años. Después estuve otros tres en Angola, en dos ocasiones. Cumplí varias misiones, de las que prácticamente nunca hablo porque a la gente puede parecerle que quiero tener más de lo que tengo.
Entonces, me señala a su rinconcito en una esquina de la sala a mi espalda.
En ese rinconcito está lo principal: mi mamá, que era combatiente; Hugo, mi hermano; estoy yo y un libro que tengo allí atrás. Aquellos somos los 3 hermanos: Hugo, Edi y yo. Y lo otro son diplomas de reconocimiento– comenta mientras me levanto a observar más de cerca las imágenes enmarcadas.
Lo demás lo tengo guardado en una maleta.
Su foto de aquellos años, contrario a lo que se puede presuponer, era la de un joven afeitado, de pelo corto, con su uniforme militar. No parecía uno de aquellos “barbudos”.
Cuando me pelé y me afeité el Che me echó una descarga, porque lo hice sin su permiso y él no quería que la gente se empezara a afeitar todavía– recuerda riéndose.
Lo ves– saca la billetera del bolsillo del pantalón y me enseña una foto suya con melena y barba de color negro, muy diferente del blanco que hoy le tiñe la cabellera recortada.
Entonces en una reunión me dijo: “¿Y tú? ¿Quién te dijo que te afeitaras?”. Yo le respondí: “Comandante es que yo me pelé porque el médico me recomendó, tenía mucha picazón en la cabeza”. “¿Y por qué te afeitaste?”. “Porque me salió una erupción ahí…”. “Está bien, y tú crees que yo te lo voy a creer”– vuelve a reírse Ciro, como si fuera un niño al que acaban de coger in fraganti.
Siempre tuve muy buenas relaciones con él y bastante tiempo.
De Radio Rebelde nunca se ha desligado por completo.
Es un hecho histórico en que yo participo sin medir consecuencias de la importancia que tenía.
He tenido muchas entrevistas. Inclusive ahora me ha llamado mucha gente de entrevistas viejas. Yo he estado hablando por Radio Rebelde y hay algunos videos en que he salido también. Han venido aquí y me han hecho algunas entrevistas. Hace años. Todo bien, todavía se acuerdan de mí. Y ya nada más quedo yo.
Espero que te haya servido de algo. Es la forma en que lo hice, sin más interés que hablar de la historia, una pobre historia– concluye, como si le hubieran faltado años para hacer más.

*Por: Alejandro Besada

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