El decano de la prensa tunera, un hombre de cariño y respeto

Por muchos años tuve la dicha de compartir quehaceres en la redacción informativa de Radio Victoria, en Las Tunas, con el periodista Luis Manuel Quesada Kindelán.

Por: Ada Cristina Higuera Tur

Él ya se encontraba en la recta final de su vida profesional y yo recién comenzaba en estos trajines. Una suerte que compartimos muchos del gremio al tener tan cerca a un verdadero maestro de la profesión y que otros, de cierta manera lamentan, porque se perdieron una experiencia que ahora solo viven mediante anécdotas y recuentos, quizás imaginándolo como un Quijote de tiempos modernos, paradigma por su peculiar modo de ser.

A ese hombre de figura espigada, con su vestimenta modesta, retocado con su inseparable y gastada gorra, HOY solo se le ve esporádicamente por los pasillos de la emisora en su condición de invitado a importantes eventos. Cuando viene, cual visitante ilustre, resulta todo un acontecimiento entre saludos, manifestaciones de cariño y respeto.

El lento, como le dicen los allegados por su manera pausada de andar y comportarse, fue corresponsal de la vieja escuela, diría yo, de los que pasaron un poco más trabajo con aquellas pesadas grabadoras, entre casetes, cintas, máquinas de escribir; de los de lápiz y libreta. No fue de celulares y redes sociales; sin embargo, en el cierre de su etapa laboral no tuvo reparos en adentrarse en la nueva era de las computadoras y la digitalización.

Aunque tuvo fama de olvidadizo y distraído, su agilidad y habilidad para desempeñarse en las faenas reporteriles era extraordinaria. El Kinde dio seguimiento con maestría a los temas de la zafra azucarera, y sus comentarios hacían reflexionar, incluso, a los especialistas del sector con argumentos atinados, profundos, agudos, que aportaban valoraciones para los más diversos análisis. Fue tal su prestigio, que un criterio suyo suponía un bombillo rojo para la toma de decisiones.

Como si fuera poco, Quesada devino también un artista en el arte de cronicar. Interesantes fueron sus editoriales en fechas significativas y series sobre Playa Girón, la Campaña de Alfabetización, la Lucha Contra Bandidos y demás asuntos de interés histórico, incluyendo sus textos costumbristas que permitieron rememorar el pasado de la provincia en sus populares Estampas cargadas de simbolismo e identidad.

De su autoría se atesoran también las reseñas de importantes sucesos políticos y socioculturales de la localidad como la inauguración de la Fuente de las Antillas y del Hospital General Docente Ernesto Guevara de la Serna, en la capital tunera, donde recogió impresiones del Comandante en Jefe Fidel Castro y que actualmente forman parte del patrimonio intangible de nuestra planta radial.

Cuando pedía la palabra en las tertulias de la Unión del Periodistas (UPEC), de la cual fue fundador, realmente había que atenderlo. No hablaba en demasía, pero cuando se expresaba el entorno enmudecía, entonces su voz inundaba el espacio y el resto se volvía oídos. En su grupo de trabajo en la emisora provincial CMLL, sin quererlo, se convirtió en una especie de guía o profesor consultante desde sus aportes a la comisión de calidad del órgano de prensa, los talleres que con humildad impartía y sus correcciones a los colegas.

Muchos son los premios recibidos por el Kinde en el recorrido de su brillante carrera desde la década del 60 del pasado siglo, cuando Radio Victoria era Radio Circuito, y asumía un noticiero casi solo. Fue Vanguardia Nacional del sector de la Cultura y obtuvo el Premio Periodístico Por la Obra de toda la vida, en 2006. No obstante, su mayor lauro fue el reconocimiento de la audiencia y el apoyo de su familia, cual puntal que acompaña y estimula.

Ahora, con 82 años a cuestas, cada vez su andar se nota más pausado, mientras sigue disfrutando el trayecto. Tal vez por eso Dios o la vida lo premian con la gracia de la longevidad, hasta convertirse en uno de los más antiguos periodistas de la radio en Las Tunas, motivo por el cual se le conoce, por derecho propio, como el decano. Una reliquia que observa y medita los sucesos periodísticos desde la privilegiada posición de jubilado.

Es este un hombre sabio, conocedor de sus límites, arisco a las entrevistas, renuente a hablar de sí mismo. En el diarismo que requiere la radio dejó alta la varilla y así nos enseñó que la responsabilidad, la seriedad, la ética, el cumplimiento exacto y estricto del deber son los que, en definitiva, engrandecen a los seres humanos. Gracias, Luis Manuel Quesada Kindelán por los momentos compartidos.

Autor

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *