Fidel, ícono de un pueblo de Quijotes

Bien lo dijo el poeta peruano Arturo Corcuera en su poema El perfil de Fidel: “los héroes no tienen edad, tienen historia, hacen la historia, son la historia”.

Por: Ileana González

Por eso hoy, más que celebrar la fecha de un cumpleaños, debe honrarse la vida de quien, con osadía e inteligencia, habilidad política y hondo pensamiento, fue artífice en Cuba de una Revolución nueva y auténtica desde sus cimientos, confiado siempre -como José Martí- en el mejoramiento humano y en las virtudes del pueblo.

Hoy se evocará la infancia de Fidel en el poblado rural de Birán; su amor por la naturaleza; su afición por los deportes; su pasión por la lectura; su memoria admirable; su afinada puntería.

Y volverán las anécdotas sobre sus dotes de líder desde su etapa estudiantil, cuando un sacerdote jesuita predijo que el joven Fidel tenía madera para llenar con páginas brillantes el libro de su vida.

El gran acervo de enseñanzas

Un pesimista nunca podrá ser revolucionario, sentenció Fidel, adalid de quienes en el mundo luchan por la justicia social y la dignidad humana. Pocos como él supieron engarzar cualidades como las suyas para organizar y educar, con la elocuencia de sus discursos y sobre todo con su permanente conexión con el pueblo.

Muchos vendavales debió sortear en su vida de revolucionario indomable, frente al enemigo prepotente del juego sucio y despiadado. Alguien lo comparó con el Quijote, y Fidel dijo que eso hemos sido como pueblo, algo que le hacía sentir emoción y orgullo.

El Comandante de uniforme verde olivo e icónica barba, el carismático líder popular, es historia. Y para honrarla y defenderla hay que aprender de sus enseñanzas.

Fidel jamás será moda pasajera. Es inspiración, ahora más que nunca, cuando tanto se necesita de su temple y su visión.

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