por El coronel (r) Eugenio Suárez, director de la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado, comentó que al leer estas páginas se encuentra un denominador común, pues «nadie habla de Fidel en pasado, sino en presente, sin despedirse de los restos mortales de un hombre, sino dándole la bienvenida a la eternidad».
Destacó de las cualidades del líder histórico de la Revolución cubana su condición de maestro del pueblo y su inmensa humildad, expresada en la petición de no querer ni plazas, ni monumentos, ni calles con su nombre, algo que se traslucía desde su proyección a lo largo de la vida.
El teniente coronel Rigoberto Santiesteban, director de Verde Olivo, afirmó que «la obra no alcanza a agrupar las emociones de un pueblo que recuerda aquel momento con un nudo en la garganta y como un abrazo».
Recordó que el texto ratifica la simbología de que «Fidel es como el viento, que no se ve, pero que no se puede vivir sin él al igual que no se puede vivir sin respirar».
Wilmer Rodríguez, quien formó parte -como corresponsal del Sistema Informativo de la Televisión Cubana (SITVC)- del grupo de periodistas que viajó junto a la caravana, afirmó que los dos protagonistas del texto son Cuba y Fidel, en un libro que nace hoy pero en el que podrían sumarse en el futuro las experiencias de cualquier otro cubano durante esos nueve días.
Confirmó que decidió escribirlo desde la misma caravana, pues temía que el olvido se convirtiera en su peor enemigo, y se perdieran detalles como el de aquel campesino solitario que alzaba un cartel enorme en el cual se podía leer «Padre, mi familia te agradece».
Compartió la última oración del texto, en la que se trasluce su sentido general, porque «la vida de Fidel depende ahora de nosotros».
Explicó que decidieron entregar la obra a la editorial Verde Olivo, que pertenece a las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), porque a su cargo estuvieron todas las actividades de las honras fúnebres y era justo que esta historia también les perteneciera a ellos.
Por su parte, Yunet López, periodista de Juventud Rebelde graduada en 2014, afirmó que estas páginas están llenas de espiritualidad y experiencias, en las que el dolor se convierte en crónica como único género periodístico capaz de encarnar tales sentimientos.
Antes de finalizar compartió una de las historias del libro, la de Aramís Padilla, un poeta de San José de las Lajas, quien salió en la madrugada del 30 de noviembre de 2016 a marcar un espacio de acera para que su familia tuviera un lugar privilegiado al ver pasar la caravana; y que dijo en una décima «me pasa el sol por delante, una bandera lo viste, que pesadilla más triste, despierte mi Comandante».
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— Cubadebate (@cubadebate) 29 de noviembre de 2017
Fuentes: ACN, Cubadebate