UPEC: Premio a la dignidad a la Radio Cubana en su centenario

La Unión de Periodistas de Cuba decidió entregar el Premio a la Dignidad a la radio cubana a un siglo de su surgimiento.

Por: Ricardo Ronquillo

Este es uno de los más altos reconocimientos que la organización otorga a afiliados, personalidades cubanas y periodistas de otras partes del mundo, personas honradas e íntegras, revolucionarios de su tiempo, así como instituciones que, al servicio de la Patria, se han convertido en verdaderos paradigmas para la sociedad; que en el ejercicio de sus funciones específicas se destacan por sus méritos excepcionales que deben ser reconocidos públicamente.

Porque Cuba estrenó su radio entre los primeros países en América Latina.  Fue la 2LC la pionera en iniciar sus transmisiones junto al cañonazo de las 9 de la noche en La Habana. Con la música, el estado del tiempo y el servicio de la hora, salía al aire la propuesta fundadora que debe su nombre a las iniciales de Luis Casas Romero. Quien identificaba aquella emisora, Zoila Casas, es hoy considerada como la primera locutora latinoamericana.

Porque al empezar la década del 20 en la mayor de las Antillas ya existían más de veinte estaciones y, diez años más tarde, superarían las 40 las plantas radiofónicas transmitiendo en amplitud modulada. Algunas de ellas operaban también en la onda corta.  Para 1941 se escucharon por primera vez las radionovelas, al tiempo que salían al aire las primeras piezas publicitarias. Se inaugurarían en aquella época históricas emisoras como Radio Reloj-CMCB, nacida bajo el identificativo de La emisora al servicio de la puntualidad. Un poco más tarde, otro hecho importante fue la reubicación de Radio Progreso, La Onda de la Alegría, en su actual sede de Infanta 105.

Porque el 24 de febrero de 1958, desde las montañas de la Sierra Maestra, salía al aire Radio Rebelde, fundada por el Che Guevara y concebida por el Comandante en Jefe Fidel Castro. En medio del más crudo escenario de batalla, Rebelde se convertiría en la voz de la Revolución, acompañada hasta hoy por las demás estaciones que hacen del sistema radiofónico uno de los más sólidos en el contexto latinoamericano.

Porque nuestra radio ha sido un fenómeno simbólico-cultural. Ha tenido el privilegio de contar en sus estudios con artistas como Rita Montaner, Ernesto Lecuona, Mario Romeu, Amadeo Roldán y Alejandro García Caturla, entre otros, acompañados por las orquestas Sinfónica o Filarmónica de La Habana; con grandes escritores como Alejo Carpentier, Félix Pita Rodríguez, Onelio Jorge Cardoso y Dora Alonso, que dejaron sus obras también para el sonido; y con políticos como Eduardo Chibás, que convirtieron al éter en plataforma por la reivindicación social.

Porque la radio en Cuba no ha estado ajena a las transmutaciones ocurridas a nivel mundial, que abarcan tanto la emisión como la recepción. Los nuevos soportes digitales, especialmente Internet, permiten ahora romper con la sincronía de la audición tradicional. El oyente puede escuchar lo que desee en diferido sin estar sometido a la linealidad. El fenómeno denominado neorradio, ciberradio o webradio ha perfilado nuevos usos, diversas formas de producción y distribución de contenidos que conllevan a la aparición de un nuevo rol de los oyentes. También en el ciberespacio, nuestras emisoras se desarrollan hoy con valentía y constancia.

Porque la radio es el medio más expandido en el mundo, al igual que en Cuba, donde no existe prácticamente ningún espacio geográfico al que no llegue su mensaje. Y en nuestra región es el medio de mayor cobertura y penetración social, acompañando desde hace décadas a los pueblos en sus luchas y como protagonista de desafíos enormes como la educación popular.

Porque la radio consolida la participación ciudadana en la vida política y pública.  En 1932, el poeta Bertolt Brecht escribía que la radio podría ser el sistema de comunicación pública más maravilloso que se pueda imaginar (…) si fuera capaz, no solo de transmitir, sino también de recibir, permitiendo así que el oyente, además de escuchar, hable”.

Porque ha sido fecunda su contribución a formar los mejores gustos estéticos y a la defensa de la identidad nacional sin desconocer los valores universales.
Porque el medio contribuye a la denuncia oportuna y al estímulo del consumo de nuestros géneros musicales frente a una globalización mercantil. Desde la pluma de Carpentier comprendemos que los animadores, los directores de programas, [son] los que tienen la misión de arriesgarse, de orientar el gusto colectivo, de modificar sus concepciones primeras.

Porque un siglo de radio en Cuba ha sido también un siglo de resistencias, de dignidad, de fidelidad y de defensa revolucionarias. Acontecimientos políticos, desastres naturales, duros accidentes, son algunos de los escenarios en los que no ha faltado su micrófono. Durante los últimos tiempos merecen relevancia especial las coberturas relacionadas con el enfrentamiento a la pandemia de la Covid-19 y otras situaciones de crisis, en la que ha demostrado su enorme capacidad de influencia e instantaneidad tanto a diversas escalas sociales como en sistema, en su papel en la  comunicación preventiva,  informativa y analítica.

Porque es enorme su valor en defensa de la verdad, el decoro, la decencia y otros grandes valores humanos, sociales, políticos y económicos, frente a la manipulación y la mentira que encuentran aliento en la llamada sociedad en red.

Porque, como aquella radio, hoy las cien emisoras cubanas se consolidan como espacios forjadores de Patria, libertad, soberanía, justicia, dignidad y tenacidad. Desde aquellos amaneceres, no ha existido un acontecimiento en Cuba del cual la radio no haya sido testigo.

Porque han sido cien años de compañía, de siembra de ardor y amor por Cuba con la pasión y la emotividad de siempre. Un siglo vivido y muchos más por delante con la certeza de cumplir con el diario deber, con la intacta lealtad a lo justo, y con la fidelidad revolucionaria en el más digno camino.

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