Una rotunda cima radial universal nació hace 132 años, el 31 de marzo de 1892, hijo de un francés con una cubana, en una familia de raíces franco-haitianas asentada en una plantación de café en Santa Rita de Burene, en la entonces villa San Luis de las Enramadas, hoy perteneciente al santiaguero Palma Soriano, en la entonces Cuba cuando todavía era una colonia española.
Para sobrevivir frente a tanta pobreza, en 1899 aquella familia (él solo tenía siete años de edad, pero se consolidaría como locutor, poeta, periodista, novelista, crítico teatral, compositor musical, cantante y artista visual: Félix Benjamín Caignet Salomón, que pasaría a la historia con su nombre artístico Félix B. Caignet tuvo que trasladarse a la relativamente cercana ciudad de Santiago de Cuba, donde se expuso a los cuentacuentos callejeros ambulantes tan populares del Santiago decimonónico, quienes perfilarían su estilo de historia episódica tan adecuado para la ulterior radio. Aún adolescente, ya escribía versos sentimentales, y demostraba su personalidad eminentemente original y creadora.
Nunca estudio música; sí hacía literatura, mecanógrafo oficial de sala y reportero en el tribunal del antiguo Poder Judicial de Santiago, cantante y ventrílocuo. En 1912, con 20 años, se hizo periodista y comenzó a colaborar en la revista cultural habanera Teatro Alegre, a la que reportaba el quehacer artístico santiaguero. El Diario de Cuba lo reseñó como miembro de la Asociación de Reporteros (1918) y lo contrató para la columna “Vida teatral”, que mantuvo dos años firmando como Salomón, su segundo apellido.
Entonces despuntaron en prensa plana sus historietas y deliciosos cuentos para niños, hasta publicar Las Aventuras de Chilín y Bebita en el país azul (1925, y luego oyendo al público, añadiría al título otro protagonista: el simpático enanito Coliflor) que iniciando los años 30, entre los pioneros de la radiodifusión latinoamericana, de sus espectáculos episódicos y novelas, la adaptó a la dramática sonora con antecedente en el radioteatro y difundió en el primer programa radial infantil cubano: Buenas tardes, muchachitos (emisora CMKC del Grupo Catalán); varias las inventó en el aire iniciando la radio-comedia infantil de continuidad, y fue precursor valorando su público, que pudo conocer encuestándolo, y actuando en consecuencia, ganó más popularidad. Escribió unas 200 comedias.
Radió poemas “de tema negro” el llamado afrocubanismo, con libros como A golpe de maracas: poemas negros en papel mulato (1950), ya también prolífero compositor musical con unas 300 obras, decenas de honda raigambre cubana: infantiles, sones, guarachas, boleros, guajiras… Muy populares fueron Mentira, Carabalí, Montañas de Oriente, Quiero besarte… Se cita como compositor en la discografía victor.library.ucsb.edu.
Su popular canción infantil tradicional vigente El ratoncito Miguel, desde el santiaguero teatro Rialto (1932) se usó contra la dictadura machadista, por lo que fue prohibida y encarcelado Caignet tres días, liberado por sus seguidores incluidos niños frente al cuartel Moncada, según Rolando Leyva Caballero citando a Eric Caraballoso Díaz.
Aportó el narrador radial de series (Matías Vega Aguilera, a quien sustituiría abriendo horizontes y rigor estético a la locución), el suspenso radial y el “falso suspenso” con el primer serial dramático policiaco de América Latina: La serpiente roja (1934), del detective chino Chan Li Po encarnado por el gran Aníbal de Mar (con él, Nenita Viera), que retrasmitía CMKD del Palacio de la Torre; su redundancia y reiteración identificaban sus libretos intencionalmente.
Buscaba trabajo en La Habana, pintando piedras “cromolitos” para la finca del millonario Desiderio Parreño (San Miguel de los Baños, Matanzas). Las emisoras habaneras temían aceptar Chan Li Po; recitó y cantó en la CMQ, solista, o dúo con Carmelina Pérez o Rita Montaner. Al regresar a La Habana (1936), sorteando obstáculos, la empresa Radiodifusión O´Shea probó Chan Li Po con Aníbal de Mar, Mercedes Díaz y Carlos Badías, narrada por Marcelo Agudo, y devino el programa más escuchado durante siete meses, cuando contratado por la firma Ypana viajó a Argentina.
Regresó con otra temporada del detective chino (1938, radio COCO, patrocinado por la firma Sabatés), donde Oscar Luis López debutó protagonizándola hasta 1941, cuando para RHC Cadena Azul firmó Caignet Aladino y la lámpara maravillosa, y en El ladrón de Bagdad con Consuelito Vidal y Raúl Selis, y Peor que las víboras, con Carmen Ignarra, Mercedes Díaz y Santiago García Ortega, que popularizándolos en Cuba, mientras el circuito CMQ SA comenzó El precio de una vida (1944, junio 5; con María Valero y Carlos Badías), culminó Ángeles de la Calle (1948, agosto 23; con Ramón Veloz, Coralia Fernández, Marta Falcón y Antonio Hernández), Pobre juventud (1957, con Marina Rodríguez, Eduardo Egea, Carlos Paulín, Antonia Valdés…), y llamada su última novela: La Madre de todos (1958), con Carmelina Bandera, Yolanda Fabián, Ricardo Dantés y Eduardo Egea.
Propiedad de Goar Mestre y hermano, CMQ inició en 1948 (abril 1ero) el suceso dramático más importante y popular de la década: su drama El derecho de nacer. con un elenco de lujo: la española María Valero como Isabel Cristina, que al morir accidentada en 1948 (noviembre 26) fue sustituida por Minin Bujones del capítulo 199 hasta el 314 final; Carlos Badías (Albertico Limonta), Lupe Suárez (“Mamá Dolores”, lavandera negra madre de crianza); José Goula (don Rafael del Junco, abuelo que expulsó al recién nacido), actor cuyo reclamo de mejor sueldo fue desoído, y para salvarlo hasta solucionarse como requerían público y novela, Caignet le improvisó un trauma afónico salvo algunos sonidos tratando de hablar, nuevo interés en la trama hasta recuperar la voz gracias a la ciencia; Nenita Viera, Enrique Santiesteban, Carlos Paulín… personajes en el alma de los radioyentes. Su tema musical fue su bolero En silencio, interpretado por la actriz Xiomara Fernández. Caignet escribía diariamente los libretos, que se radiaban las noches.
Narrada por Luis López Puentes, quien repetiría en todas las obras de Caignet e impuso su estilo “hablar en metáforas” en la radio de todo el continente, rápidamente desplazó en popularidad a La novela del aire (RHC Cadena Azul, emisora que había rechazado la novela temiendo su polémico tema del aborto), y devino paradigma: para oírla se suspendieron sesiones del Congreso, las iglesias cambiaron sus horarios, muchos cines y teatros sus funciones para no perder tanto público; alcanzó resonancia universal en filmes y versiones de radio y televisión.
Tanto éxito radial lo llevó al cine: La serpiente roja (1937, primera película cubana con sonido); El derecho de nacer (1952, dirigida por el mexicano Zacarías Gómez Urquiza; con Jorge Mistral y Gloria Marín); luego, Ángeles de la Calle, Los que no deben nacer (Los que no deberían nacer), La mujer que se vendió (La mujer que traicionó), Mujer o fiera (Mujer o bestia), Morir para vivir (To die to live) y La fuerza de los humildes.
Inmensamente popular, hubo críticos que se ensañaron contra sus “metáforas mixtas, tramas ridículas y sentimentalismo desgarrador”, muy envidiado por cobrar más que cualquier otro radialista. Según Alfred A. Knopf (Gabriel García Márquez, Living to tell the tale, ediciones Grossman New York 2003, p.418-419) influyó a dicho escritor colombiano y Premio Nobel.
Murió en La Habana, el 25 de mayo de 1976 con 84 años “por causas naturales”; al enterrarlo en el cementerio de Colón se susurraba Te odio, su canción más popular, recreada por Rita Montaner el 18 de abril de 1928 en el habanero teatro Payret, Barbarito Diez con Antonio María Romeu, banda de la canción traducida en Estados Unidos por Bing Crosby; y luego Sin lágrimas, a capela por el dúo hermanas Martí. Germán Pinelli y Raúl Selis despidieron el duelo.
Quería “descansar junto a mis padres, frente a las lomas del Caney”, y en 1992 (diciembre 25) un avión Yak 40 trasladó sus restos a Santiago de Cuba; desde el aeropuerto el pueblo lo acompañó a la Casa de la Ciudad sede del gobierno en sentida manifestación encabezada por los trabajadores de la radio de las cinco provincias orientales; ya en su última morada, el Coro Madrigalista interpretó sus tan conocidas Te odio y Frutas del Caney, que había estrenado Franz Antúnez y popularizó el trío Matamoros.
Infaltable en la cultura radial, ha sido referido por Laura Barrera Jerez, Raisa Martin Lobo, Antón Vélez Bichkov, Guarionex Ferrer Estiu, Andrés Cardona Alemán, y por supuesto, Oscar Luis López, Josefa Bracero y Mayra Cué. Impactó Delvys Fernández interpretándolo en la telenovela El derecho de soñar (2023), polémica al encarar su homosexualidad antes insinuada, pero es homofóbico esconderla. Sobresalen sus méritos artísticos y humanos, confesando que aprovechó la emoción popular para sembrar el bien: Chan Li Po combatió la marihuana; en El derecho de nacer, la discriminación racial; Ángeles de la calle defendió la niñez desvalida.
Sentía al público asumir los sentimientos de sus personajes sufridos, aun inconscientemente, llorar juntos, revelaba a Orlando Castellanos (Radio Habana Cuba, 1972, agosto 30), muy hábil para hacer llorar porque “muchos nacieron con el dolor y la miseria”; no en balde le llamaron “el más humano de los autores”.