La radio en Alejo Carpentier

Hace 120 años (26 de diciembre de 1904) que nació en Lausana, Suiza, donde vivía su familia materna (él afirmaría que nació en la habanera calle Maloja, se infiere que para que el Machadato no lo deportara como extranjero no grato), el habanero Alejo Carpentier Valmont (o Blagoobrasoft, como firmó su expediente universitario), reconocido universalmente como cima de la literatura hispanoamericana, pero que también lo sería para nuestra radio.

Era hijo de una profesora rusa y un arquitecto francés, humildes que desde 1908-1909 residían en La Habana y se esmeraron en su educación, con quienes viajó a diversos países europeos donde estudió; con ella aprendió música viviendo en El Cotorro, y el padre lo incentivó en los clásicos de la literatura universal; ya en 1922 descollaban sus notables colaboraciones en periódicos y revistas y en instituciones trascendentes en Cuba y otros países; llegó a ser jefe de redacción, integró el Grupo Minorita (1923-1927) de intelectuales contestatarios acusados de comunistas y apresados, participando plenamente en las vanguardias de nuestras diversas artes: pionero fundador de su revista De Avance (donde publicó su poema “Liturgia”, 1927) y otras, organizó conciertos, y del Movimiento de Veteranos y Patriotas contra la corrupción entonces. Deportado como extranjero prefirió declararse “cubano por nacimiento”, aun quedando preso. Ya aportaba acciones coreográficas y la llamada poesía negrista.

Continuó en Francia (1928-1939): en París estrenó su tragedia burlesca Yamba-O y en el Auditorium habanero su ballet La Rebambaramba; la ópera bufa Manita en el suelo (1931), participó del surrealismo francés, inspiró con sus poemas a otros músicos y poetas europeos, publicaba en la prestigiosa revista parisina Le Cahier, y fue entonces que se formó en la radio (Rafael Lam: Alejo Carpentier fue un hombre de la radio; 2016, febrero 10) contratado por el pionero y notable teórico de las artes radiofónicas, el parisino Paul Deharme (1898-1934), quien comenzó pidiéndole una audición distinta a lo que se oía entonces, para lo que Carpentier aprovechó su ya vasto conocimiento de música clásica y universal, que la sentía capaz de contraponer ideas expuestas desde el guion, y los efectos sonoros para destacar o disputar desde la escenificación, compleja y muy propia manera de concebir la radio que Oscar Luis López en su texto Alejo Carpentier y la radio (Editorial Letras Cubanas, 2003; 186 páginas con diseño de cubierta de Alfredo Montoto Sánchez y edición de Georgina Pérez Palmés) definiría “montaje carpenteriano” y que en tan temprana época, apuntan a Carpentier como todo un teórico y artista de la radio; es un detallado análisis sobre la actividad creadora de Carpentier a favor del desarrollo de la radiodifusión cubana, de sus aristas menos conocidas ni promovidas, pero López, clásico historiador de la radio cubana, compartió con él sus empeños durante varios años para que la radio fuera considerada “un nuevo arte”, cuando todavía estaba en fase de despegue; además incluyó su aporte al nacimiento del “cine político y revolucionario” en Cuba.

El 17 de diciembre de 1933 Carpentier publicó su artículo “El radio y sus nuevas posibilidades” (revista Carteles), que ya preveía ilimitadas para “mil géneros inéditos (…) basta enfocarlo con un poco de imaginación y de iniciativa”; insistía en la unidad radial y en la necesidad de la fusión de la música en su dimensión dramatúrgica con el texto como un todo; el desacierto de espacios no musicales donde la música no está en función del texto, y que los radialistas debían buscar sonoridades novedosas a partir de elementos integradores del mensaje radiofónico.

En Francia, desde 1933 Carpentier dirigía programas en la emisora Le Poste Parisién, la estación de radio más importante de entonces, donde le llegaron a pagar 3,000 francos, en una época en que sufría fuerte crisis económica; ejerció la radio con rigor y profesionalidad; y hasta 1939 dirigió los estudios Fonoric de París, dedicados a grabaciones musicales y programas de radio. Lo que más le interesó de la radio era la dramaturgia a partir de sus sonoridades que podía generar numerosos efectos en el subconsciente de cada sujeto, al tiempo de considerar a aquella radio urgida de una preceptiva; así devino uno de los grandes práctico-teóricos de la radio en tanto arte, imposible de obviar, seguro de las infinitas posibilidades de la radio al extremo de predecir diversos géneros entonces desconocidos.

Entre los programas radiales que allí escribió, rememoraría El ruiseñor, del danés decimonónico Hans Christian Andersen, redactado en francés, y varios cuentos de Las mil y una noches, incluido “Alí Babá y los cuarenta ladrones”; llegó a trabajar con Maurice Chevalier, la actriz y cantante francesa Mistinguett, y otras grandes estrellas de antaño, mientras militaba en una célula anti-machadista en París; en Madrid publicó ¡Ecué-Yamba O! (1934) e hizo amistad con la vanguardia literaria: Federico García Lorca, Rafael Alberti Merelllo y otros. En 1937 estaba entre los representantes de Cuba en el Segundo Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura, que en plena Guerra Civil Española bajo las bombas, sesionó en Madrid, Valencia y Barcelona, destacándose como antifascista y antifranquista. Realizó además, la adaptación radiofónica de El libro de Colón, del diplomático, poeta y dramaturgo francés Paul Claudel (1868-1955).

Al llegar a Cuba con apenas 35 años vibraba como escritor; mas, la emisora CMQ trabajaba empíricamente, “al tacto”, sometida a la publicidad capitalista, y lejos de aprovechar su ya vasta experiencia, lo dificultaron. En 1974 contaría a la periodista Mirta Muñiz de Revolución y Cultura, sobre las trabas de Artalejo y Pumarejo contra él, vetándole invariablemente sus proyectos que les presentaba, uno tras otro, hasta que Marcelo Agudo lo apoyó y Carpentier comenzó haciendo Las dramas de la guerra, que fue un boom dentro de la radio, espacio que escribía y que todas las noches dominicales todos escuchaban por radio. También hizo biografías como la del gran poeta del romanticismo inglés Lord Byron, la del noble cosaco ucraniano Iván Mazeppa que en el siglo XVII luchó por la independencia frente a Rusia, y una vida entera del inmenso escritor francés Víctor Hugo, con el actor Guillermo de Mancha. Trabajó con Enriqueta Sierra, y realizó un programa en CMQ sobre los levantamientos en Múnich (Alemania), con música de la ópera Tristán e Isolda, compuesta en contexto tan afín a los acontecimientos que valoraba.

Musicalizaba y ensayaba sus propios programas, con uno matutino dominical de una hora, y por la noche en CMQ. Creía batir el récord de escribir en máquina, porque “la radio es agotadora para los escritores”. Otras obras que trabajó fueron La princesa Malena, del belga Conde Maeterlinck, y Canto al mundo, del estadounidense (New York) Walt Whitman, con los actores Jean Louis Barrault y Antonin Artaud. A la Muñiz sugirió que se podían hacer grandes cosas para la radio y la televisión futuras.

El legado de Carpentier también llegó al cine: ya en Cuba en 1940 (al tiempo que preparaba con Ángel Lázaro una adaptación radiofónica del Quijote) musicalizó el cortometraje El desahucio, auspiciado por la Cuba Sono Film, primer filme cubano de ficción de temática social, y luego otras, y en abril de 1942 atendería el laboratorio de sonido de la película El desalojo del Hato del Estero, escrita por Nicolás Guillén, y el 30 de septiembre estrenó Manzanillo, un pueblo alcalde, película que musicalizó patrocinado por la Cuba Sono Film; entre otras cintas.

En 1941 se casó con Lilia Esteban Hierro en Santa María del Rosario (hoy municipio Cotorro), relacionados desde niños y luego su viuda. Profesor en el Conservatorio de Música Hubert de Blanck organizó la primera exposición del gran pintor español (Málaga) Pablo Ruiz Picasso en La Habana, y la Agrupación de la Crónica Radial Impresa (ACRI) lo seleccionó como el autor dramático más destacado del año 1942. Entre sus investigaciones musicales, descubrió la obra de Esteban Salas en la Catedral de Santiago de Cuba; de 1944 es el primero  de sus grandes relatos: Viaje a la semilla.

En Caracas, Venezuela (1945-1959), donde le pedían fomentar un Departamento de Radio, germen de la que sería la Publicidad Ars, dirigió programas radiales y relaciones públicas y hasta 1957, dirigió la cátedra de Historia de la Cultura en la Escuela de Artes Plásticas; publica su primer gran ensayo La música en Cuba (1946), y sus grandes novelas El Reino de este mundo (1949), inspirado en su viaje anterior a Haití, obra cuyo prólogo tituló “Lo real maravilloso de América”, concepto valorado entre sus aportes a los análisis de la cultura latinoamericana; Los Pasos Perdidos (1953, premio al mejor libro extranjero otorgado por once de los principales críticos literarios de París, llevada al cine al año siguiente por la Tyrone Power Corporation, y al publicarse en alemán en Múnich, proclamado el mejor libro del mes) y El Acoso (Buenos Aires, Argentina; 1956).

Solamente en la sección “Letra y Solfa” en El Nacional de Caracas, entre 1951 y 1959 publicó unos 3,000 artículos de literatura, música y artes en general; activo entre los organizadores del Primer Festival de Música Latinoamericana de Caracas, y del Segundo Festival también en 1957. En un viaje de descanso a París (1955), el avión tuvo que aterrizar en Guadalupe donde concibió El siglo de las luces.

Regresa a Cuba en 1959 y fue designado administrador general de la Editorial de Libros Populares de Cuba y El Caribe, en 1960 Vicepresidente del Consejo Nacional de Cultura, y de la naciente Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) y entre los responsables de su revista Unión; participó del Primer Congreso de Escritores y Artistas; Director Ejecutivo de la Editorial Nacional de Cuba (1962-1966), y entre el 25 de octubre de 1964 y el 15 de septiembre de 1966 en la emisora Radio Habana Cuba, de su breve ensayo emanó su programa semanal de media hora La cultura en Cuba y en el mundo, ciclo de conferencias radiales y charlas que Orlando Castellanos le solicitó como proyecto cultural y gustoso, satisfizo, según Irina Pacheco Valera (Alejo Carpentier: al servicio de los procesos culturales de Radio Habana Cuba en los años 60, en www.envivo.icrt.cu, en 2017, diciembre 24; y “Alejo Carpentier: voz de la emisora Radio Habana Cuba en los años 60”, en La Jiribilla, 2024, marzo 9) ya con los pequeños radio-emisores en el Frente Independiente de Emisoras Libres (FIEL) como órgano rector de la radio y televisión cubanas, desde el 16 de noviembre de 1960, y el 1ero de mayo de 1961 había comenzado con el nombre de Onda Corta Experimental de Cuba, la emisora internacional Radio Habana Cuba.

Comenzó este programa comentando sobre sus objetivos y otras bases; sobre José Martí por su explícito reconocimiento al arte literario y sus funciones sociales, y la vigencia de su pensamiento; sobre otros cubanos relevantes, otros latinoamericanos y de otros pueblos del mundo; sobre la cultura cubana en su evolución y en particular el proceso literario desde la poesía, y la novela del nativismo a una novela urbana integrada a las creaciones universales, y sus interrelaciones históricas con otras culturas; sobre las características de cada género literario, especialmente la novela y sus tendencias, pero también la música y otras artes; y sobre La Habana, que llamaba “la ciudad de las columnas”, aquella “ciudad intramuros”, “ciudad de sombras”, en contraste con su crecimiento al oeste superponiendo estilos, afirmando que ninguna población del continente podría aventajarla en cantidad de columnas.

También abordó en este programa radial la americanidad y cubanidad en la evolución de la cultura occidental, y monografías de escritores y obras incluido él mismo, compositores musicales latinoamericanos y pintores como el cubano Wifredo Lam o el pintor y muralista mexicano Diego Rivera, con todo lo cual Carpentier hizo que Radio Habana Cuba consolidara el tejido de la crítica artística y la promoción cultural en los años 60 desde la oralidad radial, sin leer, mucho más afín con la radio, con lo que esta emisora estuvo a tono con los debates de su época, que así entró en la polémica histórica, crónica de la épica de la Revolución en los 60, mientras igualmente, su literatura, patentizaba su admiración a La Habana, según Víctor Pérez-Galdós Ortiz: Alejo Carpentier: La Habana, sus columnas y edificaciones, en www.radiocubana.cu 2022 (noviembre 15), en homenaje al centenario de la radio. Fue profesor de la Universidad de La Habana y de otras universidades en otros países, y Ministro Consejero de la Embajada de Cuba en Francia (1968-1980), donde murió.

Recibía homenajes de la Casa de las Américas y del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográfico (Icaic), mientras publicaba sus novelas El Derecho de Asilo (Barcelona, 1972), y en México en 1974, El recurso del método (México, 1974; el cineasta chileno Miguel Littin dirigiría la película en 1978) y Concierto Barroco; La Consagración de la Primavera (1978) y El arpa y la sombra (1979), cuya traducción al francés le valió el Premio Medicis Extranjero en París. Doctor Honoris Causa por la Universidad de La Habana (1975), por sus 53 años ininterrumpidos de labor periodística recibió la Orden José Joaquín Palma (Unión de Periodistas de Cuba, Upec) y en Venezuela en 1975 los Premios Internacionales Alfonso Reyes en Ciencias y Literatura y el Cino del Duca, y en 1976 recibió el título de Honorary Fellow (Consejo Directivo de la Sociedad de Estudios Españoles e Hispanoamericanos de la Universidad de Kansas, Estados Unidos).

En Cuba era Diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular por el municipio Habana Vieja, y fue el primer intelectual latinoamericano en recibir el Premio Miguel de Cervantes (1977), la más alta distinción literaria de España, de manos del Rey Juan Carlos I. Se esperaba que le reconocieran con el Premio Nobel de Literatura cuando murió el 24 de abril de 1980 en París; esa misma mañana había escrito su último artículo para la revista francesa Le Nouvel Observateur. Su cuerpo recibió honores del pueblo y gobierno cubanos en la base al monumento a José Martí en la Plaza de la Revolución.

Traducido a más de veinte idiomas e incluido en el Diccionario de la Literatura Cubana ((dos tomos; Instituto de Literatura y Lingüística de la Academia de Ciencias de Cuba, 1980, editorial Letras Cubanas) y en el Diccionario de la Música Cubana (Helio Orovio, 1981, de la misma editorial), sus homenajes se han continuado sucediendo uno tras otro, de disímiles maneras: el 24 de mayo de 1982 con su viuda Lilia, se aportó la Fundación (Centro de Promoción Cultural) Alejo Carpentier en Empedrado Número 215 entre Cuba y San Ignacio (Habana Vieja, antigua casa de los Condes de la Reunión, que le inspirara) y comenzó a condecorar con la Medalla Alejo Carpentier a personalidades e instituciones de la creación, interpretación, promoción y organización artística y cultural en general (decenas de nuestros hitos la han recibido hasta la actualidad), con su Biblioteca de Autores Contemporáneos desde 1983, entonces con más de mil títulos de sumo interés; en ese mismo año 1983 se fundó la Biblioteca Pública Municipal Alejo Carpentier en Avenida 19 número 4410 entre 44 y 46, municipio capitalino Playa.

En 1984 se entregó por primera vez el Premio Anual Alejo Carpentier en la categoría de narrativa, en 1985-1986 la Fundación crea el Premio Razón de ser, desde 1988 el Premio Internacional Alejo Carpentier a los estudiantes venezolanos con breves ensayos sobre literatura cubana contemporánea, y desde 1989, el Premio Letra y Solfa, a quienes se destacaran estudiando a Alejo Carpentier y su obra; el 16 de abril de 2018 su casa donde había vivido sede de la presidencia de la fundación en E número 254 entre 11 y 13, Vedado, y todos sus bienes, guardados celosamente por su viuda Lilian Esteban de Carpentier, fueron declarados Patrimonio de la Nación Cubana; en la otrora biblioteca municipal Plaza de la Revolución en calle 8 entre Línea y Calzada, se inauguró el 23 de abril de 2022 la Biblioteca Alejo Carpentier, con libros donados por su viuda y la fundación.

El 27 de diciembre de 2014 www.radiocubana.cu publicó Carpentier: la realidad creadora de la radio es también una maravilla, y a las 10 de la mañana del lunes 27 de diciembre de 2021 el estudio de grabación de Radio Habana Cuba comenzó a llamarse Alejo Carpentier (sus otros cinco estudios se nombran como los cubanos Orlando Castellanos, Francisco García y Miguel de la Guardia, la francesa Marie-Dominique Bertuciolli y el salvadoreño Roque Dalton), con la presencia de la ensayista Dra. Graziella Pogolotti actual presidenta de la Fundación, entre las acciones por los 60 años de Radio Habana Cuba y en homenaje al ya inmediato centenario de la radio cubana.

En el actual año 2024 al cumplirse sus 120 años, ya el 23 de abril Día del Idioma, el laureado escritor, ensayista y guionista habanero Leonardo Padura disertó con su conferencia “Libertad y Utopía en El siglo de las luces en la Biblioteca Nacional José Martí, analizando esa obra más allá de “una Revolución” (la francesa) sino como “la Revolución” en tanto proceso; y la Jornada de la Cultura Cubana del 10 al 20 de octubre, lo centró a reconocerlo junto al aniversario 505 de esta su amada ciudad, y a los 10 años ese día de la Brigada de Instructores de Arte José Martí.

El 12 de diciembre, el podcast El diario de Alejo Carpentier en “Cita en Enciclopedia” de Radio Enciclopedia, realización de Ignacio Cruz Ortega con Julio Cardet Leyva al sonido, asesoría de Mabel Díaz y locución de Yoday Morell y María Ercilia, abordó el período de sus obras de madurez, con la introducción de Armando Raggi; y al día siguiente 13 en el sitio digital de la misma emisora, Edelvis López Zaldivar publica Sinfónica cubana celebra aniversario 120 del natalicio de Alejo Carpentier.

Nada más justo para quien asumió la radio como medio de difusión por excelencia y le aportó recursos e ideas para otorgarle categoría de nuevo arte, y entre los artífices de la renovación de la narrativa latinoamericana sobre todo por su estilo de escritura,  con todas las dimensiones de la cultura (incluidos sueños, mitos, magia y religión), en su idea de América, definió su método artístico como expositor de “lo real maravilloso americano en su barroca realidad”; periodista, poeta, reconocido en la musicología y con letra para obras musicales, crítico literario, de teatro, de pintura, de escultura, de cine, y precursor de “lo real maravilloso” en la literatura, que también había descubierto la maravilla en la realidad creadora de la radio.

Autor

  • (La Habana, 1957) Licenciado en Historia del Arte (1982) y Licenciado en Historia General (1986), Técnico Medio Superior en Arqueología (1984) y Técnico Medio Superior en Museología (1985), Doctor en Ciencias sobre Arte (2001) y Máster en Antropología con Mención en Antropología Sociocultural(2001), Diplomado en Historia General Contemporánea (2006), Profesor Titular de la Universidad de La Habana (2002) e Investigador Titular (Ministerio de Cultura y Ministerio de Ciencias, Tecnología y Medio Ambiente, 2004).

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