Amor multiplicado por dos

Él confirma que los gestos de ella le atrajeron, la manera elegante de andar, lo reluciente por encima de las compañeras; “la inteligencia, la pasión con la que defiende sus criterios, es muy amable, afectuoso con todos. Los dos bailamos muy bien, aunque ahora ya no hay mucho tiempo.”

Hace ocho años, de los que uno corresponde a la unión matrimonial, comenzaron andar juntos de la mano, del alma y el corazón los jóvenes manzanilleros Asdel Martínez González y Lisbetty Rodríguez Domínguez, graduados como médicos en 2013 y 2016, respectivamente.

Ambos son especialistas en primer grado en Medicina General Integral, profesores instructores y la cotidianidad laboral transcurre en el policlínico universitario #2 Ángel Ortiz Vázquez, de la Ciudad del Golfo de Guacanayabo.

“Nuestra relación se hace más sólida porque a los intereses propios como pareja juntamos los profesionales y al concluir el día conversamos sobre diversos temas de la especialidad, discutimos algún que otro caso complejo, aclaramos diagnósticos o tratamientos”, me cuenta ella, y el reportero la imagina un poco más desenfadada.

Asdel dice que estudiaron Medicina guiados por “la noble razón de salvar vidas humanas, haciéndolo con un enfoque integral y multidisciplinario; ejercer la medicina preventiva en grandes grupos poblacionales y no en un solo paciente.”

Pero este muchacho procede de una familia en la cual los progenitores son psicólogos y la abuela y el hermano también son galenos: “El ámbito familiar también favoreció mi determinación, pero al final está la vocación de servir y en ello ser mejor persona.”    

 “Es un amor multiplicado por dos o por varias veces porque de esta parte mi madre es enfermera y mi hermana es alumna de la Facultad donde me gradué”, confirma la muchacha.

El diálogo entre los tres transcurre mediante el chat de Facebook al imponerse una distancia de miles de kilómetros, con el Océano Atlántico de por medio, en una madruga calurosa en Cuba y al mediodía en Sudáfrica, país a donde llegaron en misión profesional hace justo un año.

“Hemos trabajado en diferentes hospitales y clínicas, en el Distrito Ilembe, provincia Kuazulu- Natal”, inicia tecleando Asdel y agrega que “ahora laboramos en un hospital de campaña llamado GJGMRH STANGER HOSPITAL atendiendo pacientes positivos a la Covid-19, y en una clínica donde se toman muestras nasofaríngeas a pacientes sospechosos del Sars-CoV 2 y se tratan otras comorbilidades sobre todo Tuberculosis y Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH).”

Los especialistas cubanos, en su mayoría jóvenes, ofrecen al mundo una muestra de altísimos valores: humanismo, solidaridad y amor por la vida. Lisbetty, ¿qué valoración tienen ustedes?

“Efectivamente, es así como preguntas: todo el personal de salud pública de Cuba que estamos brindando nuestro servicio en el exterior, independientemente de  que la mayoría es joven,  ofrecemos al mundo una altísima muestra de valor, entrega,  de consagración y profesionalidad  y sobre todo solidaridad y humanismo.

“El día a día lo definen los principios con los que fuimos formados en nuestros hogares, las escuelas, la Universidad enarbolando los conceptos revolucionarios de compartir lo que tenemos y no lo que nos sobra.”

“Además ponemos en práctica la esencia de los principios Hipocráticos como son no llevar otro propósito que no sea el bien y la salud a los enfermos, así como ejercer la medicina en los lugares más recónditos del mundo. Ejemplo fehaciente de esto son las más de 60 brigadas que han salido al exterior como concepto de la “Henry Reeve”: luchar en contra de esta nueva pandemia.”

El doctor Martínez González apunta que experimentaron un poco de temor a la hora de decir la partida a la misión (esta es se segunda porque antes estuvo cuatro años por Venezuela), pero bastó una mirada y otra vez la sonrisa para concluir con el sí:

“Existe temor en todo lo que supone un nuevo cambio en la vida, máxime en esta situación de nueva pandemia para aquel entonces, pero como te comentábamos nos formamos para afrontar este tipo de situaciones y ayudar a los más necesitados. Una vez que supimos que formábamos parte de los nuevos integrantes de la brigada Henry Reeve no dudamos ni un segundo en dar el paso al frente y la familia nos apoyó mucho.”

La doctora Rodríguez Domínguez describe que en la institución donde trabajan la componen 12 salas de medicina interna y dos de terapia intensiva, “en las que realizamos de cuatro a cinco guardias nocturnas los fines de semana, distribuidas entre este hospital y un departamento de emergencia y traumatología.

“El principal impacto es que ningún profesional de aquí antes quiso incorporarse a este tipo de quehacer con pacientes positivos al nuevo coronavirus. Llegamos los cubanos y todo cambió, es por ello el elevado agradecimiento a Fidel, a la Revolución, a nuestro desempeño entre los sudafricanos más necesitados.

“Hemos tratado de modificar los protocolos epidemiológicos, las conductas y actuaciones negativas. Ahora se nos ha sumado un amplio número de colegas nacionales porque valoraron la entrega y profesionalidad.

“Integramos un gran equipo, a tal punto que nos han identificado como «Los Médicos Cubanos» y nos invitan a formar parte de sus reuniones, discusiones de casos, las investigaciones y la toma de decisiones. Es ahí donde está el gran valor de la Medicina cubana, de los profesionales y sobre todo el desempeño ético, humano, solidario y revolucionario que nos inculcó el Comandante en Jefe.”

Asdel, con más experiencia en tareas internacionales valora que “el sistema de salud cubano posee fortalezas que lo distinguen de otros, por ejemplo en la Isla contamos con tres niveles escalonados de atención médica, varios programas de prevención de enfermedades, campañas de vacunación para diferentes grupos etarios, un Equipo Básico de Salud (médico y enfermera de la familia) y un Grupo Básico de Trabajo (integrado por diferentes especialistas) atendiendo diariamente a cada comunidad.

“También disponemos de un Programa Materno infantil bien estructurado y organizado, diferentes proyectos epidemiológicos como el control de viajero internacional, control de enfermedades de transmisión vectorial, el instrumento llamado análisis de la situación de salud (ASS), que es fundamental para influir sobre las Determinantes del estado de salud de una población.

“Todo se encamina a brindar promoción de salud, prevención de enfermedades, tratamiento y rehabilitación a pacientes para incrementar su calidad de vida, cuestiones que no tienen par el mundo en materia de organización, chequeo y control.”

Las misiones traen muchas complejidades, sobre todo la lejanía de la familia y los compañeros de labor pero “para nosotros ha sido un poco más factible porque la compartimos juntos.

“Aunque formamos pareja y los quehaceres y problemas cotidianos pasan mejor, los desafíos los enfrentamos juntos, pero supone un riesgo, demanda sacrificios, consagración y más en estos tiempos de pandemia, de incertidumbre global, pero sí nos complementamos juntos”, comenta ella.

Él refiere que son innumerables las anécdotas: “conocer animales salvajes en reservas naturales de camino a nuestro trabajo en zonas recónditas de este país, así como sentir temperaturas por debajo de 0 grados por más de dos meses consecutivos.

“Pero nada de eso se compara con la satisfacción de recibir el agradecimiento de madres, padres y hermanos después de reencontrarse con sus seres queridos después de estar 20 días entre la vida y la muerte. Regresar a casa, abrazados y vitales, sonriendo juntos.

“Añoramos todo: el trabajo en el “Ángel Ortiz”, los debates entre los colegas manzanilleros, el cariño de la familia más cercana, de los amigos y por supuesto: las tardes de diálogo entre tazas de café en el hogar de los primos Lourdita, Félix, Alexandra y Alexandro. A todos un abrazo en la distancia”, concluyen porque ya deben incorporarse a su labor en la terapia intensiva del GJGMRH STANGER HOSPITAL.

 

 

 

 

 

 

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