De alta epidemiológica

“Mi centro es un polvorín y trabajamos hasta doce horas consecutivas”, confiesa la entrevistada mientras carraspea y en voz baja se disculpa, “es que aún me asalta la tos como consecuencia de la Covid-19”.

“Ahora estoy en casa y he repasado cada detalle y sí, he encontrado brechas; evidencias de que el peligro asecha en los documentos, las memorias flash, los picaportes, el teléfono, el mouse, la laptop; en fin, son muchos los detalles que te pueden enfermar. Pero lo peor es que, como se conoce; la vía de transmisión generalmente se origina desde una persona asintomática que, 48 horas antes de la aparición de los síntomas, puede contagiar; ahí está el riesgo”.

Contagio.

“Mi compañera de trabajo me llamó en la madrugada y me dio la noticia de que tenía síntomas, le dije: ingresas ya. Desde la semana anterior usaba doble nasobuco, llevaba la comida de la casa, para evitar ir al comedor porque mi madre es una persona mayor y debía evitar contagiar a todos mis familiares.”

Sábado.

“Comencé con tos seca que atribuí al uso desmedido de la mascarilla, luego el domingo sentí sensación de cansancio y pensé que como tuvimos una semana de mucho trabajo; pero horas después hago fiebre y entonces saltaron todas las alarmas cuando mi director me dijo: vas a hacer todo lo que hiciste con tus compañeras, ingreso directo”.

Ingreso.

“Llegue al hospital con laptop y todo porque pensaba que podría seguir trabajando, mi estado general era bueno. Sin embargo, mi condición de salud comenzó a deteriorarse aceleradamente”.

Martes.

“Tenía todos los síntomas, fiebre, falta de aire, el cansancio más todos los efectos de los medicamentos y no pude ni tan siguiera abrir la laptop”.

Medicación.

“Confío mucho en los procederes médicos y en el personal de salud y jamás contradigo una decisión de mis compañeros, como tampoco pregunto mucho. En mi caso y ante los síntomas tan aguzados, se utilizó el medicamento del CIGB en lugar del interferón. Sin embargo, enfrenté los eventos adversos de la Kaletra, la Cloroquina que producen diarreas sostenidas, náuseas, falta de apetito, decaimiento. Y en ese tránsito de médico a paciente, me cuestioné y replantee un par de asuntos de la vida”.

Mamá llama.

“Ya me sentía aliviada porque en el trabajo no contagié a nadie, pero en mi subconsciente rondaba la terrible probabilidad de qué podría ocurrir en casa, hasta que mi mamá me comunica que tenía una tos molesta.”

Consecuencias.

“Logran hacerle el PCR a mi mamá y hermanos para comprobar que asistía al peor día de mi vida. Estaban contagiados. Y uno se siente el máximo y único responsable de lo que ocurrió y peor, de lo que pudiese pasar.”

Sorpresa.

“Mi mamá fue la que mejor se sintió de todos nosotros, aunque ahora me pregunto hasta qué punto pudo ser cierto y evitó preocuparnos. Resulta doloroso en extremo ese sentimiento de culpa que te asalta en momentos en que no puedes estar con tu mamá y tus hermanos. A partir de ese momento, toda mi atención se centró en ellos y creo, fue algo que también me ayudó”.

De la ironía, la experiencia.

“Son muchas las nuevas experiencias como Epidemióloga, pero sobre todo la necesidad de la cercanía a las personas que, por razones de trabajo uno deja de ver y ahora te demuestran que son incondicionales y sufren contigo”.

“Ver que personas buscan tiempo para saber de ti, te hacen cuestionar un par de cosas y replantearte que junto al trabajo, se tiene que hacer más vida social”.

Mi hija. 

“Ella está fuera del país y fue un momento particularmente difícil, no sólo comunicarle que estaba enferma, aunque lo hice con mucho optimismo. Pero también comentarle de mi madre y hermanos; te puedes imaginar”.

Replanteo.

“No soy la misma, me he replanteado el uso del tiempo porque a veces una vive la vida sin vivirla. A ver, comprendí que uno debe destinar tiempo al trabajo, a las cuestiones personales, a la vida familiar; aunque continúe como la misma apasionada y dedicada a mi trabajo, pero la verdad, con prioridades y agradecida de esta oportunidad, aunque te confieso, no pensé morir tan temprano”.

El regreso.

“De hecho no me he desconectado del trabajo, no puedo hacerlo, aquí en casa sigo al detalle la evolución del trabajo, de mis compañeros de Higiene y me alegra cuando veo la conferencia del doctor Durán y comenta que la curva de contagiados en Matanzas comienza a descender. Pronto me incorporaré a procesar los resultados diarios, comunicarlos a los municipios, revisar las historias epidemiológicas, las cadenas, los controles de focos; redactar el informe diario para las autoridades de la provincia porque esta epidemióloga, ya está de alta epidemiológica”.

 

 

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