Desde Lombardía, confesiones de un guantanamero en la zona roja (Fotos y Video+Audio)

También podría destacar la rapidez y disposición con que este joven especialista en Medicina Interna respondió el extenso cuestionario a una periodista a la que conoce solo por referencias, en medio del ajetreo característico de los servicios de salud en tiempos de emergencia sanitaria, la diferencia de horarios, el necesario tiempo para la familia, el descanso, el estudio.

Pero no. El protagonista indiscutible de esta historia es Ernesto Ramírez Ramírez, cuya sencillez, humanismo y amor por la medicina sobresalen desde la primera respuesta que, por supuesto, tenía como pregunta obvia las razones, primero para integrar la brigada Henry Reeve, y segundo para marchar a otra nación y enfrentar una enfermedad tan desconocida y peligrosa, por demás en un país con un panorama tan sombrío como lo tenía Italia.

Integrar esta brigada constituye, primero un honor, y segundo, cumplir con el juramento hipocrático en situaciones que no todos están dispuestos a soportar. Para mí no hay mayor estímulo que el agradecimiento de un paciente que necesita tu ayuda y que tú como médico eres capaz de brindársela, y dentro de lo posible curarlo, para tener la satisfacción de que has ayudado a alguien que siente que tú estás ahí por y para él. Eso es lo que más nos llena de orgullo a mi o cualquier médico.

Desde la lejana Crema, ciudad al noreste de la península italiana, este especialista de 32 años comparte, en exclusiva para Radio Guantánamo, algunas motivaciones de los 52 profesionales de la mayor de las Antillas que durante casi dos meses plantaron cara a un enemigo silencioso que durante semanas hizo de esa nación europea su epicentro.

Estar en Italia como profesional médico cubano es un deber. Nuestro Comandante siempre nos inculcó la solidaridad, recuerdo sus palabras cuando decía que ser internacionalistas es saldar nuestra propia deuda con la humanidad y que el mundo se rendiría ante este ejército de batas blancas. Hoy vemos como el mundo reconoce nuestro trabajo y las muestras de agradecimiento que nos han dado en Italia alimentan nuestro espíritu y comprometen a entregarnos diariamente en lo que hacemos. Siempre queremos salvar una vida más, reunir una familia nuevamente, devolverle la fe en el ser humano a aquellos que la habían perdido. Esa es la meta de lo que debe lograr un médico y lo que estamos tratando de hacer aquí.

¿Y tu familia qué dijo? Esto suele ser un tema complicado, ¿cuáles fueron las reacciones?

Mi familia sabe que yo amo mi profesión, además me educaron bajo el precepto de “haz bien y no mires a quien”, y de cierta forma influyeron en que yo estudiara medicina. Lo que ha conllevado a que en ocasiones nos separemos porque la mayor parte de mi carrera yo la hice en La Habana y después retorné para estar más cerca de ellos (…) todo ese tiempo lejos de cierta manera nos ha preparado para situaciones como esta en la que yo estoy distante de ellos.

ERNESTO CON PARTE DE SU FAMILIA EN CUBA ANTES DE IR A ITALIA

Al inicio hubo hasta temor, “allí está la situación muy mala, ¿tú estás seguro?”, me decían. Hasta lágrimas y palabras entrecortadas [hubo] por temor a lo que me iba a enfrentar. Pero han aprendido que deben respetar mis decisiones y mi trabajo. Y aunque todavía cuando hablamos siento que hay preocupación por mí y por mis compañeros, siento que en el fondo –y me lo han demostrado- están orgullosos de que yo esté aquí.

  • CRUZANDO EL ATLÁNTICO: LA EXPERIENCIA

LISTO PARA TRABAJAR

Nunca antes había estado tan lejos de su tierra este galeno, que entre risas califica el viaje hasta la península italiana como “el más largo que he hecho en mi vida”. Primero más de 12 horas en el vuelo a Roma, luego otro vuelo más de casi una hora a Milán y después un autobús a Crema. Más de 15 horas tardamos en llegar a nuestro destino final, a lo que se sumó la tensión de que viajábamos con ciudadanos italianos, que para nosotros eran potencialmente enfermos.

Atrás quedaron los días de intensa preparación con especialistas del Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí (IPK) y médicos cubanos que participaron en la lucha contra el ébola en África occidental acerca de bioseguridad y actualizaciones de esta nueva enfermedad que mantiene en vilo a la especie humana.

Lejanas, aunque más cerca que nunca, estaban también una islita del Caribe y las emotivas e inolvidables muestras de gratitud recibidas aun antes de partir hacia la cuna de la civilización romana.

Cuando decidimos venir, Italia era el país con la peor situación sanitaria a nivel mundialy las muestras de agradecimiento las vimos desde el Aeropuerto Internacional José Martí hasta que llegamos a Lombardía. No hubo un italiano que no aplaudiera la brigada y que no te agradeciera por donde quiera que pasabas.

Yo recuerdo especialmente a uno en el aeropuerto antes de abordar el avión, que en ningún momento dejó de aplaudir, aunque los demás pararan. Y en dos o tres ocasiones él fue el motor impulsor para que los demás volvieran a aplaudir. Eso me impactó mucho, nunca había visto tal grado de agradecimiento. Se me eriza la piel de pensar en aquel momento (sonríe en el audio) y eso es algo que siempre voy a guardar en mi mente.

¿Y cuando llegaron?

Las bajas temperaturas fueron un choque tremendo, a pesar de que la mayoría de nosotros estábamos usando más de dos abrigos. Pero gracias a la alcaldesa, al club local de fútbol y al pueblo de Crema en general, enseguida tuvimos abrigos, ropas de invierno, y como todo buen cubano que se adapta a cualquier situación nos fuimos acostumbrando a las temperaturas bajas que ahora ya son más cálidas.

El idioma al inicio fue una barrera, sobre todo para quienes trabajan en el hospital, pero existen muchas palabras en común y hablando lento nos entendíamos algo. Luego fuimos mejorando, aprendiendo “itañol”, y gracias a nuestro estudio ahora la comunicación fluye mucho mejor.

CUMPLIR LAS MEDIDAS DE BIOSEGURIDAD ES UNA PREMISA PARA LOS COLABORADORES CUBANOSEl Hospital Mayor de Crema y una facilidad de campaña acogieron desde marzo pasado al equipo del cual forma parte Ernesto, puntera de dos avanzadas solidarias que por primera vez llegaron a la tierra de la pasta, Pavarotti, la torre de Pisa y otras tantas maravillas para tender la mano a un pueblo amigo, cuando la pandemia del SARS Cov2 mostraba sus peores estadísticas.

Justo el día 21 del tercer mes del año esta nación alcanzaba una cifra record de fallecidos al reportar 793.

Esa situación no amilanó a los enfermeros y médicos del contingente Henry Reeve, entre ellos este joven galeno, que, pese a las dificultades generadas por el idioma, el clima y el peligro de la propia enfermedad se mantuvo seguro.

Al inicio cuando comenzamos a trabajar existía mucho estrés, porque sabíamos que era una enfermedad que es contagiosa, que ha demostrado su letalidad en todo el mundo; pero poco a poco, sin perder jamás la percepción del riesgo, estamos trabajando con menos tensión, más relajados por así decirlo, pero siempre con la guardia en alto. Aquí generalmente trabajamos en pareja, y nos cuidamos uno a otro, siempre.

¿Podrías relatarme como son las rutinas en una jornada común de trabajo de la Brigada?

Nuestro día iniciaba sobre las 6 menos 10- 6 de la mañana. Hay que levantarse temprano porque sobre las 6 y media nos vienen a recoger para llevarnos a desayunar a un restaurante que está a unos 100 metros del hospital. Ya sobre las 7 de la mañana inicia el primer turno de trabajo. Los italianos tenían dividido el trabajo en turnos: de 7 la mañana a 2 de la tarde, otro desde las 2 de la tarde hasta las nueve de la noche y el turno de la noche hasta la mañana siguiente. Luego del desayuno ibamos a un sitio que está destinado para nosotros donde nos cambiamos, nos ponemos los trajes, entramos a la sala.

En mi caso yo soy especialista en Medicina Interna y trabajo siempre en las mañanas en una sala de medicina del Hospital Mayor de Crema donde se encuentran los casos con problemas respiratorios moderados a severos. Entramos, vemos a los pacientes, los complementarios que se han indicado del día anterior, reajustamos el tratamiento [en caso de ser necesario] y luego regresamos al hotel.

Por la tarde hay quienes haciamos ejercicios (siempre andamos con el nasobuco y cumplimos con las medidas de seguridad),hay otros que descansan. Sobre las 7 volvemos de nuevo al comedor y ya en la noche es para la comunicación con la familia, porque como son 6 horas de diferencia la tarde de Cuba es la noche de Italia y es más o menos el horario en que la gente se comunica.

De esas motivaciones que a más de 8 mil kilómetros le esperan, que desafían las diferencias horarias, aun en la distancia prodigan abrazos y con fe esperan el reencuentro me comenta.

En Cuba dejé todo lo que más yo quiero. Mi abuela, que fue la que me crio, mis padres, esposa, dos niños pequeños, hermanos… con ellos me comunico casi todos los días, por vía internet. Siempre me piden que me cuide mucho, que tome todas las precauciones y eso mismo yo les pido ellos. Siempre les digo que los quiero y realmente los extraño mucho.

  • HISTORIAS PARA CONTAR

Poco a poco las jornadas más difíciles de la pandemia en Italia quedan atrás. Vivir una situación como esta de seguro deja huellas imborrables como médico y ser humano.

Lo que más me ha chocado es que a veces tienes a un paciente que inicialmente lo ves normal, con pocos síntomas, pero las imágenes en la tomografía son espantosas. Y después de 10 a 12 días comienza a empeorar, en ocasiones no te da tiempo ni de poder ayudarlo. Y eso es algo que te duele como médico y como ser humano, es un momento bastante difícil.

Una experiencia como esta también te hace darle más valor a la vida humana, a los pequeños momentos que pasas con la familia y amigos, a las cosas cotidianas que te das cuenta de su valor cuando no las tienes.  

Si inevitable fue la primera pregunta, más que necesaria es esta última. Cuando regreses sano y salvo ¿cuáles son tus planes? 

Compartir con mi familia, mis amigos, es una de las cosas que pienso hacer cuando llegue. Llenarme de todo el cariño que tienen para darme y que yo tengo para darle a ellos, al igual que a mis hijos. Mi plan es, cuando llegue allá, tratar de compartir todo lo que pueda con mis hijos, recuperar el tiempo perdido.

LOS BABIES

Pronto tendremos de vuelta en Cuba a un Ernesto que, luego del retorno victorioso, seguro no será el mismo. Traerá consigo miles de historias ansiosas de ser contadas. Algunas de ellas ya se adelantan y nos revelan la mano solidaria del paisano, que aun en tierra extranjera no olvida su Patria y ante la mención de ese bálsamo de 4 letras que es Cuba socorre, ayuda, apoya.

Otras quizá nos transporten a la historia y belleza arquitectónica de Crema, ciudad de casi 30 siglos de existencia que en el año 2020 de nuestra era paralizó el bullicio y tránsito de sus calles y notables construcciones ante un minúsculo virus.

Tampoco será la misma la tierra extranjera que hoy despide a este joven con alma de internacionalista junto a decenas de coterráneos. Esa que por doquier multiplica dos palabras que ya conocen a la perfección quienes dominan o no el italiano: GRAZIE CUBA


 FOTOS: Cortesía del Entrevistado / Radio Guantánamo

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