Estocada a la muerte

Karina padecía un grave síndrome Hemofagocítico, que oportunistamente afloró junto a la infección por SARS-CoV-2, con la consecuencia de la caída abrupta de plaquetas, glóbulos rojos, leucocitos; además, inició un paro renal y casi al unísono, el temido fallo multiorgánico.

A pesar de su experiencia y autocontrol, el doctor Guillermo Montalván, jefe del servicio de la unidad de cuidados intensivos; sintió verdadera angustia al contrastar cómo Karina se aferraba a la vida y por otra parte, empeoraba la respuesta inflamatoria de la adolescente que aceptaba procederes invasivos con resolución capaz de nublar la vista de enfermeras experimentadas.

Karina Mustelier Hernández no merece morir; se repetía continuamente el galeno matancero, quien coordinaba los procederes con colegas de diversas instituciones de la nación, como también la información mundial de última hora y las cifras, lamentablemente, no resultaban halagüeñas.

Karina, comenta el doctor Guillermo Montalbán, requirió soporte de órganos. Fallaron progresivamente la capacidad respiratoria, la cardiovascular, hematológica, renal y también la hepática.

Sin embargo, la fortaleza que había mostrado, propia de atleta de esgrima, le insuflaba un aliento de esperanzas durante los casi dos meses de agonía.

Imperceptiblemente, durante una madrugada comenzó a responder la paciente y la sala se llenó de júbilo callado, como para no llamar a la mala suerte.

Hoy Karina descansa en una sala abierta, y aunque le resta un trecho para la recuperación, demuestra cara de victoria; reconoce que luchó junto a un equipo excelente y ansía sobremanera estar con su familia en casa, a la que en algún momento temió no volver a ver.

Ella fue el primer caso de paciente cubano en edad pediátrica que presenta el síndrome Hemofagocítico, comenta el doctor Guillermo Montalván, y agrega: no fue un milagro. Karina y muchos especialistas jugaron en equipo y al final, ya usted lo ve, Karina le propinó una estocada a la muerte.

 

 

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