La anestesia del amor (+Video)

“Mi mamá es Licenciada en Enfermería con más de 35 años de experiencia y de niña me llevaba a su trabajo. Descubrí su devoción por el trabajo, conocí varios medios y las interioridades de esa profesión y me gustó.  

“La Medicina requiere mucha abnegación, sacrificios y plantearse desafíos. Es emocionante y lindo ayudar a otros: el nacimiento de una persona o colaborar en su recuperación cuando no tiene más familia, es maravilloso para mí.

Marisnelys tiene 33 años de edad. Hace una década egresó como doctora de la Facultad de Ciencias Médicas Celia Sánchez Manduley, de esta ciudad; es especialista en Medicina General Integral y hoy anda los no menos complejos “vericuetos” de la Anestesiología y Reanimación, especialidad de la que cursa el segundo año de residencia.

“El anestesiólogo junta conocimientos de la farmacología, la fisiología y la clínica, ciencias consideradas madre de la medicina, por tanto, no es el especialista que  “duerme” al paciente para realizar un procedimiento quirúrgico, sino el que logra mantener el equilibrio hemodinámico de este, la respiración, estando bajo los efectos de medicamentos que suprimen estas funciones en el ser humano. Son imprescindibles el rigor, la disciplina, la concentración y profesionalidad.”

Esas actitudes, junto al amor, el esfuerzo y la consagración cimentaron la disposición de esta elegante muchacha de incorporarse al “combate frontal” contra el nuevo coronavirus en la Zona Roja (ZR), del Hospital Provincial Clínico, Quirúrgico y Docente Celia Sánchez, de la Ciudad del Golfo de Guacanayabo.

¿Qué comentó la familia?

“Muy preocupada porque a pesar de ser joven tengo dos enfermedades crónicas como la diabetes y el hipotiroidismo. Al final me apoyaron y transmitieron buenas vibras, consejos para cuidarme y extremar precauciones.”

Con semejantes diagnósticos en su historia clínica, ¿no dudó, no tuvo miedo?

“Un poco de temor, nada más. Entré a la zona roja con la cabeza erguida y la convicción de que soy una doctora formada en esta Revolución, que tenemos gracias a Fidel. Traspasé las puertas de la sala con el pensamiento de que los pacientes que estaban allí necesitaban y necesitan de nuestros conocimientos y atenciones.”

¿Cómo laboraron en ese complejo escenario?

“Durante las dos semanas formamos un gran equipo de trabajo en el servicio de la sala 2K; la mayoría joven: otro colega, las enfermeras, excelentes y los compañeros encargados de la logística.

“Teníamos muchísimo cuidado con los medios de protección y su correcto uso desde el momento en que nos vestimos para entrar a la sala y “pasar” visita hasta el instante de retirar el traje. Estuve en el área clínica, dispuesta para cuando fuera necesario aplicar las habilidades y conocimientos adquiridos como anestesióloga.”

¿Es importante la unidad en la labor?

“Imprescindible porque la condición de un paciente puede variar muy rápido y si se trabaja unido obtenemos resultados satisfactorios, tanto para el enfermo, como para nosotros. Perder una vida en este escenario es una derrota.”

¿Qué le impactó más?

“Allí es donde más real constatas que los consejos tienen que asimilarse de manera adecuada por las personas, valoras la vida cuando compruebas que los  pacientes están al límite, con rostros muy tristes.

“Duele que a pesar del trabajo y esfuerzo que hacen nuestro Estado y los especialistas de salud pública por controlar la pandemia todavía muchas personas “jueguen” con los riesgos, sin meditar en las consecuencias y secuelas que deja la Covid-19.

“Cada día de trabajo era un desafío, porque aun allí, había indisciplinados: no usaban bien el nasobuco y no cumplían con las normas de la sala.

Constatar el aumento de contagiados en nuestro país es algo impactante y frustra un poco porque evidencia que no se ha logrado llegar al corazón, a la sensibilidad que precisa el actuar de cada uno de nosotros en el este enfrentamiento a esta mortal enfermedad.

“Nos impresionó sí, el reconocimiento a nuestro desempeño y el sacrificio del equipo, pues cuando se está en ZR no importan ni la hora, ni el día para atenderlos, dejar atrás la familia y situaciones personales.”

La mayoría de los profesionales del Hospital Provincial Clínico, Quirúrgico y Docente Celia Sánchez vinculados a la ZR son jóvenes, ¿cómo definiría a sus colegas? 

“Mis colegas y yo somos la continuidad de aquellos que ya no están y que también hicieron historia durante su juventud con un fusil al hombro, descalzos y sorteando muchas dificultades.

“Este es nuestro momento histórico, el de la continuidad, de luchar como lo hicieron los guerrilleros de la Sierra Maestra liderados por Fidel, pero con la diferencia de que nuestras armas son un estetoscopio, un nasobuco y la convicción de que a este virus también lo podemos vencer.”

¿Luego de salir de ZR siente que es mejor persona?, ¿se considera heroína?

“No me siento mejor persona porque sigo siendo la misma doctora humilde, sencilla, y comprometida por la salud de quienes me necesiten, que da lo mejor de sí por ayudar a los demás. No soy heroína, porque  no he librado ninguna batalla: aun estamos en medio del “combate” que une a muchísimos héroes y heroínas.”    

Estuvo en zona roja, después el período de aislamiento y casi de inmediato a un vacunatorio con el candidato vacunal Abdala, ¿No se cansa?

“Sí me canso, pero amo mi trabajo y cada vez que alguien necesite de mí, sin dudarlo, ahí estaré. Dios, y los científicos cubanos mediante, lograremos que nuestros candidatos vacunales funcionen, eso sería un gran triunfo para la medicina y la ciencia de este país, que tanto le debe a Fidel.

“Demostraremos al mundo que pese al bloqueo de los Estados Unidos  y con pocos recursos, Cuba es un país de hombres y mujeres de ciencia, capaces de sobreponerse a las adversidades y triunfar. Seguro que sí.” 

 

 

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