Los profesionales cubanos de la salud borramos tristezas (+Audio)

 “Reconforta mucho la posibilidad de luchar porque regresen a sus hogares, al seno de las familias para continuar creciendo”, nos comenta Yanara, trabajadora de un área clave de la institución, la Unidad de Cuidados Intensivos pediátricos.

“Aprendes a identificarte con los niños. La labor aquí es muy bonita, la pediatría te desborda de sensibilidad con respecto a los bebés y sientes sus dolores y el de la familia como propios, es súper bueno ayudar, constatar que la gran mayoría de los niños se recuperan, en los casos más extremos te queda la satisfacción de haber hecho todo lo posible.

“Me gusta trabajar al límite porque te carga de adrenalina y emociones; es gratificante trabajar por el bien y la satisfacción de los infantes más graves, aquellos que por sus patologías, enfermedades o accidentes necesitan una atención más diferenciada.”

Justo cuando la Covid-19 comenzaba a hacer estragos en el mundo, la licenciada en enfermería Yanara Esther Solano Farel se alistaba para cumplir su primera misión internacionalista.                                                                         

Hoy recibe el abrazo y cariño los familiares y sus colegas, luego de 17 meses de labor como integrante del Contingente Henry Reeve, en un hospital de las caribeñas Islas Barbados.

“Allí desconocían la enfermedad, los tratamientos, procederes y protocolos que se fueron aplicando paulatinamente. El quehacer ha sido bastante bueno, hemos aprendido mucho de la cultura de los barbadenses, intercambiado experiencias y conocimientos, las reglas y formas de atender a los enfermos por el nuevo coronavirus.

“La tarea ha sido compleja porque nosotros inauguramos en ese país la misión médica, pero ha sido muy bueno el contacto con ellos. Cuando llegamos existía su “poquito” de recelo, pero después todo cambió porque donde llegamos los profesionales cubanos de la salud borramos tristezas.

“Ellos poseían una idea errónea de nuestro sistema de salud pública y nosotros les demostramos lo contrario, que somos y que valemos y que el objetivo es salvar vidas. Trabajo en salas mixtas, con niños y adultos lo que me ha servido para incrementar mis conocimientos, y me obliga a estudiar también porque los protocolos en Barbados son diferentes a los que aplicamos aquí en Cuba.”

Sin apenas tener tiempo de abrazar a la familia, Yanara fue hasta el Hospital pediátrico manzanillero y entre los aplausos de sus colegas recibió la Medalla Hazaña Laboral.

“Siempre me he sentido orgullosamente enfermera, porque es una profesión muy linda, porque nosotras somos las que estamos mano a mano ahí con los médicos al lado de los pacientes; somos parte del gran corazón del hospital porque estamos la mayor parte del tiempo junto a los niños o los adultos. Les brindamos apoyo, se recuperan un poquito más rápido si usted los atiende bien.”    

Ejemplos como los de la joven enfermera Yanara Esther Solano Farel confirman la utilidad de las virtudes hermosas que enaltecen los profesionales de las Ciencias Médicas de Cuba.                                             

Regar sonrisas, salud y vida a cambio del premio más hermoso: la sonrisa agradecida de las personas más humildes del mundo.

 

 

 

 

 

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