Es un sonido largo, una suerte de grito o clamor con un tono alto en la voz que significa suerte, ánimo, transmite una emoción de alegría y permite ofrecer una cálida bienvenida a quienes desde Cuba por 57 años han ayudado a salvar vidas en ese país del norte de África.
El tono estridente y alargado lo emiten solo las mujeres y a lo largo de todo el continente recibe diversos nombres en dependencia de la región. Cuenta la leyenda que la tradición viene desde los tiempos de los faraones en Egipto cuando las féminas despedían y recibían a los hombres que protagonizaban cruentas batallas.
Y en esta cruzada por la vida, los galenos cubanos exhiben una épica hoja de servicios que permite presentar loables resultados, entre los que se encuentran en la última década, por ejemplo, más de un millón de niños argelinos han nacido en manos cubanas, más de 14 millones de consultas médicas han sido realizadas logrando una reducción considerable de la tasa de mortalidad neonatal en las instituciones donde laboran.
A ello se agrega la actual batalla contra la pandemia a la cual se refiere el doctor Reynaldo Menéndez García, especialista de segundo grado en genética clínica, coordinador de la numerosa brigada médica, quien vía WhatsApp explicaba a esta reportera el reto del enfrentamiento al virus COVID-19 al tiempo que continúan desarrollando los planes asistenciales previstos en esa nación árabe.
Argelia hoy reporta más de 7 mil casos confirmados y 575 muertes. Por ello, en cada lugar donde haya un cubano está el compromiso y la esencia humanista de la escuela de medicina de la isla para prestar su ayuda solidaria y profesional.
Hay médicos cubanos en lejanos parajes argelinos. En la puerta del desierto como le llaman a la Wilaya Ain Defla en la comuna de El Gueddid está la doctora Ana Mildred Concepción Yánez, especialista en Medicina General IntegraI y verticalizada en obstetricia. Ella, al frente de su brigada integrada por la doctora Sarah Teresa Aldecoa y la licenciada en enfermería Tamara Valdés entre otros avezados especialistas cubanos, hacen posible el milagro de la vida y el buen parir de muchas mujeres argelinas, quienes agradecen infinitamente su presencia al lograr una reducción considerable de la tasa de mortalidad neonatal en las instituciones donde laboran, que ha llegado a ser de 9,5 x mil nacidos vivos, así como también una importante reducción de la mortalidad materna.
La valoración que hace el pueblo argelino de la labor de los profesionales cubanos de la salud es significativa. Los relatos contados por los galenos cubanos merecen el inconfundible clamor sonoro de un Zaghareet interminable que expresa sentimientos de alegría, bienvenida, resistencia y orgullo por el milagro de la vida.