Manuel Villar Fernández: Enciclopedia viviente, voz de referencia

Hace 14 años murió por infarto cardiaco, el miércoles 12 de mayo de 2010, el habanero Manuel Villar Fernández; el Dr. Rolando Álvarez, (fallecido ya) director de música del sistema de la radio cubana, despidió el duelo en la necrópolis Cristóbal Colón, resaltando su proverbial modestia y entrega.

Nacido el 25 de febrero de 1930, hacia 1937 en la esquina de su casa había una vidriera donde vendían tabacos y cigarros y se apuntaban los números de la Lotería Nacional, cuyo dueño mantenía un radio encendido todo el tiempo: con siete años se hizo tanguero, tan afianzado entonces en el gusto cubano. En 1943 su familia había mejorado económicamente y tuvieron su primer radio en casa.

Comenzó a escuchar la CMK, que trasmitía clases de inglés de 1.30 a 2 pm, programa del profesor Luis Lima patrocinado por cigarros Regalías El Cuño. Con 13 años fue a la emisora a conocerla: el profesor daba las clases, deletreaba, acentuaba las palabras… le seguía un programa de música popular estadounidense, con el tema musical I had the craziest dream (Tuve el sueño más loco) por la orquesta de Harry James. Entonces, la programación se hacía rotando los discos de pasta de 78 revoluciones por minuto, con una obra musical por cada cara: el usado se colocaba debajo; cuatro discos cubrían la media hora del programa. Le gustaba tanto la música que se quedaba disfrutando del programa, y devino productor a consultarle los títulos de las canciones en inglés que trasmitían.

La CMK se benefició mucho cambiando su local del hotel Plaza al quinto piso de la Manzana de Gómez, en cuya azotea pudo instalar su transmisor, y durante el ciclón de 1944 fue la única emisora que se mantuvo en el aire, pues había planta propia que alimentaba los estudios y el equipo transmisor, aunque con muy pocos oyentes pues la ciudad no tenía electricidad, pero ganó cierta preponderancia dentro del círculo radial y amplió sus horizontes.

Ya desde 1944, con 14 años, era trabajador de la radio. De entonces recordaría con mucho cariño al ingeniero Eugenio Jiménez Solís, que avanzando el siglo XXI, aún estaba activo en Radiocuba, pero antaño era el técnico de la CMK. Villar era mensajero y limpiaba los estudios y el local del transmisor, y Jiménez comenzó a practicarlo como operador, labor que dado el auge que había adquirido la emisora, ya se había separado del locutor. Luego Delfín Fernández que era el operador, pasó a CMQ, donde más tarde sería un excelente musicalizador y Villar suplió como operador de la CMK.

Pronto la emisora fue clausurada, supuestamente por razones técnicas, aunque realmente sus dueños apoyaban a Fulgencio Batista y las elecciones las había ganado arrolladoramente, Ramón Grau San Martín. Reabrió en 1946 con otro dueño: Fausto Montiel; se reincorporaron los que se habían mantenido al tanto y la CMK cambió a la propuesta de otras plantas de radio en toda Cuba: el locutor-operador. El aspecto técnico estaba diseñado con una consolita, encima el micrófono y a cada lado un plato tocadiscos. El mismo locutor operaba la consola y ponía los discos, y así re-inició desde entonces en la CMK: como operador-locutor.

En CMQ (entonces en Monte y Prado), Delfín lo invitó al espectáculo radial de fines de los 30 e inicios de los 40: la transmisión en vivo de Tarzán con Marta Jiménez Oropesa, Enrique Santiesteban, Bernardito Menéndez, Alejandro Lugo… Vicente Morín era un maestro logrando los efectos, protagonistas en estas aventuras al trasladar a los oyentes al entorno selvático, y se ensimismó tanto, que no lo pudieron ubicar ni ingresó entonces en la CMQ (junto a Cadena Azul, eran las más importantes emisoras cubanas), pues no tenía toda su atención en su trabajo dejándose seducir por el espectáculo, triste pero aleccionadora experiencia. No se había acercado a Morín para aprender, y perdió tamaña oportunidad de ejercer como locutor y realizador de efectos de sonido, aunque su vida sería una constante superación.

A la sazón comenzaba el auge del Colegio Nacional de Locutores y se percataron del muchacho que hablaba por radio sin estar aprobado oficialmente, por lo que tuvo que cambiar para Radio García Serra a un espacio de música popular estadounidense con Ramón Conte, locutor titular, y devino una suerte de colaborador que continuó hablando por radio.

Estuvo entre los que el 12 de marzo de 1948, fundaron el edificio Radiocentro en calle 23 entre L y M, luego Instituto Cubano de Radio y Televisión (Icrt), que propiciaría una nueva barriada: La Rampa, donde entonces se reubicó la CMQ en la que por fin, podría trabajar. Se creó una emisora que aún conserva sus siglas originales: la CMBF, donde fue contratado como operador junto a José Ferreiro y José Vals. Villar fue asignado al turno de la mañana, experimental en enero y febrero; tuvieron que operar el equipamiento que iban a usar en la nueva CMQ: consolas un poco más modernas, platos tocadiscos con las mismas agujas de 78 revoluciones por minuto.

Radio Reloj era propiedad de la misma empresa de los hermanos Goar y Abel Mestre, por lo que también se trasladó para el Radiocentro. Aquellos primeros meses CMBF comenzó con los locutores de Radio Reloj, y trabajó con Héctor de Soto, uno de los locutores que se había brindado a ayudarlo a buscar un trabajo técnico cuando había tenido que alejarse del micrófono de la CMK.

Desde que se inauguró oficialmente CMBF el 25 de abril de 1948 fue de sus fundadores, emisora con el mismo principio de otras: el operador y el locutor ante el micrófono 44, que era el de más calidad. Allí conoció a mucha gente: al lado de su cabina había otra idéntica, que era de la CMQ, donde en su mismo turno, conoció al operador Ramón Fernández Morales, hermano de Manolo y Albertico Fernández Morales, tío y padre de Albertico Fernández, el talentoso director de Radio Rebelde.

Seguía atesorando documentos importantes y datos sobre autores, compositores e intérpretes musicales de diversas épocas, artistas y grabaciones que entonces no sabía comprender en todo su valor, pero que después le serían sumamente útiles, investigaciones valoradas hoy como referencias obligadas, según Josefa Bracero Torres (2007, 2020, en este mismo sitio radiocubana), quien afirma que consultarlo era recibir una clase magistral de ética y respeto por la profesión, enfatizando que toda acción artística debe llevar como premisa fundamental, el amor y el respeto a quienes reciben el mensaje. Por su sencillez y deseo de ayudar a todo interesado en detalles de connotados músicos, sus obras y diversos géneros de la música popular, muchas generaciones de locutores, escritores, musicalizadores, directores y otros creadores de la radio, la televisión y hasta del cine, afirman deberle lo que saben al ejemplar maestro.

El apoyo intelectual, técnico y artístico de los primeros tiempos de la televisión cubana fue de la radio, su madre en el sentido más estricto. Cuando la televisión necesitó sonidistas, Jesús Cabrera y Amaury Pérez García lo llamaron, pero él no quería dejar la radio: es y será siempre un hombre de radio. Continuó en CMBF, CMQ, Radio Liberación, algunas incursiones por Radio Progreso, aisladamente otras emisoras como CMCM, la CMBY, la CMCR de las antiguas bodegas Morera, Radio García Serra y Radio Continental. Fue sonidista de la televisión el resto del siglo XX cuando dejó la consola, pero sin abandonar su trabajo en la radio, al extremo de que a pesar de haber sido de sus fundadores, nadie lo reconoce de la televisión sino de la radio, su “inseparable compañera”, lo que disfrutaba.

En 1960 se graduó de Contador Público en la Escuela Profesional de Comercio, y el Instituto Cubano de Radiodifusion (Icr) lo nombraría su Contador General, pero sin perder contacto con la radio, a la que regresaría totalmente cuando en 1965 escapó de la Contaduría y se reincorporó a la plaza de operador de audio en los distintos canales de la televisión hasta 1995.

En 1961 con el éxodo tras la victoria de Girón, CMQ, después Radio Liberación y luego otras emisoras necesitaron personal de cierta experiencia y es cuando comenzó a escribir y dirigir: el programa Canciones del ayer, a las 10 am en Radio Liberación; después Polvo de Estrellas, de gran espectro porque presentaba lo mismo figuras del continente como italianas, francesas, españolas… hasta que apareció Un intérprete, un recuerdo, a las 11 de la noche con una línea peculiar: el sábado con música romántica y el domingo recreaba el recuerdo mediante ritmos más movidos. Comenzó haciéndolo Manolo Ribeiro, un locutor de referencia en Cuba, y se hicieron muy amigos. Muy jóvenes habían trabajado mucho en programas de música popular estadounidense, tenían la misma forma de trabajar y existían las conexiones, se intercambiaban discos.

Ribeiro había llegado a la CMQ en Monte y Prado con apenas 17 años y se re-encontraron al trasladarse ambos al Radiocentro naciente, Ribeiro locutor de la CMQ y Villar en la consola de CMBF, muy emocionado por escribir para la voz de Ribeiro, primero Canciones del ayer, aunque Radio Liberación entonces tenía muchos grandes: Agustín Roquefuentes, Mario Blanco, Enrique López, y Ribeiro. Desde entonces, tan compenetrados, Ribeiro fue siempre el locutor de los programas de Villar: Polvo de Estrellas y Un intérprete, un recuerdo. Luego surgió otro programa estelar en Radio Liberación: Oiga, todos los días de 10 a 11 de la noche con un extraordinario elenco: Germán Pinelli, José Antonio Cepero Brito, Manolo Ribeiro, Mario Limonta, y le encargaron a Villar escribir la sección “Algo para recordar” con Ribeiro como locutor, donde incursionaría Gladys Goizueta muchos años, una de las mejores locutoras radiales cubanas. Ribeiro quedó como locutor titular de Oiga hasta 1984, cuando pasó a transmitirse por Radio Progreso  y al poco tiempo desapareció, por lo que los últimos tiempos de Un intérprete un recuerdo, lo asumió otro destacado locutor, Mario Blanco López, bajo protesta de Villar por sus tantos años unido artísticamente a Ribeiro, programa que aportó mucho a la cultura radial musical, en el aire hasta marzo de 1984, cuando se produjo la fusión de Radio Liberación y Radio Rebelde cuyo director Juanito Hernández Díaz, lo llamó que lo quería en Radio Rebelde para que no se perdiera Un intérprete, un recuerdo, y buscaba una locutora.

Así nació Memorias, del que se hizo guionista a intervenir en la sección “Calendario”, que aun en la preferencia de los oyentes, hace más agradable cada amanecer dominical y acumuló los mayores ratings de Cuba durante las primeras décadas del nuevo milenio. Para Memorias buscaron el horario más adecuado y como la Discoteca del ayer, del amigo Rosillo, se transmitía de 9 a 11 de la mañana dominical por Radio Progreso, Memorias se ubicó de 6 a 9 de la mañana para que no chocaran y los amantes de esa música la pudieran disfrutar durante cinco horas seguidas. Memorias comenzó con Jossie Jiménez durante algunos años, hasta que no pudo continuar por compromisos y le sucedió Ana Margarita Gil, también con mucho amor hasta que tuvo que partir en misión de colaboración a la República de Corea, sustituida aquí por Betsy Acosta. Opinaba que quien escribe para radio y televisión debe hacerlo siempre según la personalidad del intérprete (actor, locutor, animador…): las tres voces de Memorias han conservado el estilo y contenido del programa, logro de su creador, Villar: basta para estar entre quienes más han aportado a la promoción y difusión de la cultura musical.

Junto al notable director Ramón Espigul, colaboró en el programa Frecuencia Total, fundó Radio Taíno (1985) y programas de televisión como Éxitos del ayer, e integró el equipo de la revista informativo-cultural Hurón Azul (iniciado en 1994), asesorando a varios guionistas en otros espacios de televisión.

Director, productor, escritor de guiones musicales, llamado por muchos “la enciclopedia viviente”, por Bracero “Sencillamente Maestro”, recibió entre otros, los sellos conmemorativos aniversarios 80 y 85 de la radio cubana, la condición Artista de Mérito del Icrt, Distinción por la Cultura Nacional que otorga el Consejo de Estado, Distinción Raúl Gómez García, Medalla Alejo Carpentier, Reconocimiento Especial por su maestría y ejemplo para futuras generaciones (2007), Premios Caracol Uneac, Orden Nacional 30 años dedicados al arte, y Premio Nacional de Radio por su valioso trabajo como musicógrafo en la difusión de la música, rescatando nuestras más autóctonas sonoridades.

Autor

  • Dr. C. Avelino Víctor Couceiro Rodríguez

    (La Habana, 1957) Licenciado en Historia del Arte (1982) y Licenciado en Historia General (1986), Técnico Medio Superior en Arqueología (1984) y Técnico Medio Superior en Museología (1985), Doctor en Ciencias sobre Arte (2001) y Máster en Antropología con Mención en Antropología Sociocultural(2001), Diplomado en Historia General Contemporánea (2006), Profesor Titular de la Universidad de La Habana (2002) e Investigador Titular (Ministerio de Cultura y Ministerio de Ciencias, Tecnología y Medio Ambiente, 2004).

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