A partir de allí y hasta su deceso en el año 2005, victima de una repentina enfermedad, es un rostro que se hace familiar a través del sonido de la radio primero y la imagen televisiva después.
Isidro Barredo Paulín nace en Pinar del Río y asume el nombre de Carlos Paulín en 1937, al acercarse a las primeras emisoras de radio en La Habana.
El nombre artístico de Carlos, lo asume por la admiración hacia Carlos Gardel, el “morocho del abasto”, que falleció victima de un lamentable accidente de aviación el 24 de junio de 1935, en la plenitud de su brillante carrera. Y el apellido es de su mamá, según contaba, le gustaba más porque “suena más fuerte, más bonito“.
En 1941 llega a la CMQ, máxima aspiración de un artista de radio y a la vez participa en el Teatro Popular, bajo la dirección de Paco Alfonso, otro grande del arte dramático en Cuba.
Al evocar aquellos primeros momentos, siempre refiere los tres programas en que interviene, originales de nuestro primer novelista Alejo Carpentier Los Dramas de la guerra, Grandes Novelas y Guan Buster. De igual forma su memoria se devela para decir que trabaja en la versión de Doña Bárbara que escribe Félix Pita Rodríguez para la CMQ. Aunque participa en algunos programas en Mil Diez, la COCO, Cadena Roja y RHC Cadena Azul, Paulín es en lo esencial y para su orgullo personal: “Artista exclusivo del Circuito CMQ.”
Y El derecho de nacer.¡Cuántos recuerdos, verdad!. Recuerdo que sonríe y achica los ojos para decirme:
“Te voy a traer el Álbum ( y me lo trajo). Yo era Alfredo Martínez, el padre de Albertico Limonta, el protagonista, que personificó Carlos Badías que era el galán de la época. Yo era muy joven pero el papel que me entregaron era bueno. Allí trabajó un gran elenco. María Valero fue la protagonista femenina, la Isabel Cristina, y cuando sufrió el accidente y murió la sustituyó otra formidable actriz, Minín Bujones. Pero esta novela se hizo con grandes actores y actrices, entre ellos además de los mencionados, Enrique Santiesteban, Xiomara Fernández, Martha Casañas, Lupe Suárez, Pilar Mata, el español José Goula. El narrador era Luis López Puentes. Y Félix B. Caignet le puso en las manos unos libretos para que se luciera. Realmente el narrador además de llevar toda la trama era un actor más en esta novela, gracias a los libretos de Félix V., como le decíamos cariñosamente, y la calidad de López Puentes.”
Después continúa en todas las novelas de CMQ.
“Trabajé en todas las novelas de Iris Dávila que eran de la firma Sabatés. A la vez lo hice con Crusellas, porque yo no era exclusivo en ese momento de ninguna firma. Era exclusivo de CMQ y podía darme ese lujo. Pero cuando había una firma que se interesaba, la CMQ me vendía. Así fue como posteriormente fui artista exclusivo de la Gravi, entonces sí no podía trabajar con nadie más que no fuera con esta firma, pero podía hacerlo no sólo en CMQ, también lo hacía en RHC Cadena Azul y en todas las emisoras donde la Gravi tenía publicidad. Me utilizaron mucho como narrador parece que les gustaba como lo hacía y por supuesto de actor. Recuerdo que en esa época en Cadena Azul hice un programa que escribió Onelio Jorge Cardoso llamado Cruz diablo, donde era el protagonista y mi contrafigura era Pedro Segarra, otro formidable actor, era español. Después lo sustituyó José de San Antón en ese papel. Tuvo una gran audiencia y cuando yo dejo la Gravi y vuelvo a ser exclusivo de la CMQ, ellos siguieron con ese programa en Cadena Azul.”
El 18 de diciembre de 1950, está también entre los fundadores de CMQ Televisión. Novelas, aventuras, teatros, cuentos, series policíacas, programas humorísticos, cuentan con su depurada actuación desde que debuta en la novela Gravi, en los albores de la década del cincuenta del pasado siglo.
“Como era exclusivo de la Gravi comienzo a trabajar en un programa de esta firma junto a Consuelito Vidal. Luego me llama CMQ y me ofrece un contrato más ventajoso y me quedé contratado con la CMQ, tenía las manos libres para poder trabajar con cualquier firma que me llamara.”
Hace televisión sin abandonar la radio, decía que era su casa. Cuando le pregunto ¿Cuáles son los directores que más influyen en su carrera artística?.
“Es una pregunta difícil de contestar. Porque yo por suerte o por desgracia he tenido una disciplina férrea y no sé si por eso me ganaba a los directores. Tuve muchos directores buenos, en primer lugar Emilio Medrano que dirigió El derecho de nacer. En televisión Roberto Garriga me quería casi siempre en sus programas, lo apreciaba mucho y él igual a mí. Yo sentía que me respetaba como actor y como persona. Te contaré una anécdota: cuando estábamos en el ensayo, yo tenía la precaución de anotar todo lo que él indicaba y todos los movimientos en escena del colectivo y en eso se fijaba él. Y cuando alguien le preguntaba – oye Roberto para donde me muevo aquí – él contestaba – pregúntale a Paulín que él lo sabe, lo tiene escrito – Eso parece que le gustaba y me profesaba gran respeto”.
Cuando se vive una vida tan prolifera en la escena tanto en teatro, radio y televisión, se comparte la escena con muchas actrices. ¿A quiénes resalta Carlos Paulín, por su entrega y profesionalismo?
“Yo tengo muchas grandes amigas y compañeras con las cuales trabajé. En primer lugar quiero resaltar a Gina Cabrera, a quien quiero y creo que es una formidable actriz. Fuimos compañeros en muchas novelas tanto como galán como en papeles de malo. De Minín Bujones guardo un grato recuerdo, hicimos muchas cosas juntos. Con Aurora Pita trabajé mucho. Consuelito comenzó conmigo en la radio y después en televisión coincidimos desde el principio. Con Rosita Fornés hice la comedia del domingo. Cuando hacía zarzuelas también yo trabajaba con ella. Ada Béjar, también está en el cofre de los recuerdos y con Maritza Rosales trabajé mucho, recuerdo que una de las primeras cosas que hicimos fue un programa que se llamó Los guantes del chino, los protagonistas éramos Alejandro Lugo y yo y Maritza hacía la damita joven.. Trabajé mucho con Marta Muñiz en radio donde era una magnífica actriz. Ella no hizo televisión Le pasó lo mismo que a Ernesto Galindo que era un magnífico actor, formidable galán de radio, con buena imagen, pero tenía cualidades limitadas para la televisión. Con Marta Falcón también coincidí mucho al principio. Son tantas que lógicamente escapan nombres a mi memoria. Por eso cierro con una primera actriz de todos los escenarios Raquel Revuelta, tuve la suerte de trabajar con ella en la primera puesta en escena de Doña Bárbara por televisión, entre tantos otros, fundamentalmente en teatro. Recuerdo una anécdota: Un día estoy jugando pelota en el Club Médico de Guanabo y me llamaron por teléfono para decirme que Roberto Garriga pedía que me presentara urgente en CMQ. Cuando llego me dice Roberto – oye, fulano no puede hacer esta noche el papel para que lo hagas tú – pero como es posible yo no tengo el libreto – no te preocupes apréndetelo rápido y por la noche vamos al aire – . Bueno pues me aprendí el papel y lo hice por la noche en vivo nada menos que frente a Raquel Revuelta. El problema no es sólo aprenderse un libreto, sino tener agilidad mental, para si falla la memoria poder decir algo coherente que se pareciera al libreto. Y se hacía porque no se podía parar. Esa fue nuestra escuela”.
A principios de los años sesenta, ante la escasez de directores, José Antonio Caíñas Sierra jefe de programación, le pide su concurso. Es entonces, cuando sin abandonar la actuación, también dirige novelas de Félix B Caignet y José Ángel Buesa, entre otros autores. Me dice que trae de narrador a José Antonio Rodríguez quien incursiona así en CMQ. Entre esas obras que dirige para la radio recuerda con cariño Veinte mil leguas de viaje submarino y Kazán, el cazador, personaje que incorporó brillantemente Enrique Almirante.
Cuando lo entrevisto en el año 2003, me dice – “Carlos Paulín, no fue nadie, sólo fue algo en el arte”.-
Permítame discrepar de tal afirmación. Porque su vida, Carlos Paulín, inmersa en las tablas, frente a un micrófono o ante una cámara no requiere de adornos para de por sí, ser muy hermosa. Creo coincidir con el pueblo de Cuba, cuando aseguro que usted fue, es y siempre será en el recuerdo uno de esos rostros que aprendimos a admirar y a querer, porque con el ejemplo de su vida dedicada al disfrute de su pueblo, se inscribe entre las personas imprescindibles del arte dramático del país. Gracias por todo lo que ha hecho y por el legado que deja a las nuevas generaciones.
La Radio arribará a sus primeros 85 años y la televisión llegó a su aniversario cincuenta y cinco y esa historia tan promisoria, graba entre sus grandes nombres, con justeza, el suyo, galardonado con las Distinciones por la Cultura Nacional, la medalla Alejo Carpentier y la condición de Artista de Mérito de la Radio y la Televisión Cubanas. Por siempre y para siempre en la memoria, Carlos Paulín, amigo, compañero.