Pero ¿quién es Ricardo Martínez Victores? Esto queda explícito en la entrevista que le realizo y publicada en mi libro Rostros que se escuchan. He aquí una síntesis:
¿Ricardo, en primer lugar hábleme de su infancia?.
“Mi familia era pobre, como la mayoría de nuestros vecinos y amistades de Luyanó, el barrio habanero donde me crié. Mi padre trabajaba como tenedor de libros en un taller y como inspector de limpieza de calles. Por suerte, tuve una madrina excepcional. Fue una gran mujer, buena y trabajadora, que aunque era pobre me dio todo lo que pudo ofrecerme de acuerdo a sus posibilidades”.
¿Pudiera contarme cómo se produce su relación con la radiodifusión?.
“Desde niño me atrajo la radio y a los catorce años comencé a practicar como locutor y operador de audio en La voz de Cuba. Una pequeña emisora situada en la Loma del Mazo, en La Víbora. El locutor y combatiente clandestino Félix Travieso, fundador de Radio Reloj, al notar mi interés por la radio me llevó a ver al dueño de la planta.
Al otro día, comencé a practicar y, a pesar de que no ganaba un centavo, debo decirte que resultó una magnífica escuela. Más tarde, conseguí empleo haciendo suplencias de operador de audio en La voz del aire y en Radio Lavín. En La voz del aire participé en una novela que se transmitía por la planta haciendo papeles de menor importancia.
Un día, me avisaron que había una plaza vacante de operador en la emisora Radio Mambí que estaba en la calle Prado No. 107. Fui a ver a José Antonio Alonso, su director, y me puso a prueba. Di la talla y al mes me dejaron fijo”
¿De Radio Mambí guarda usted algún recuerdo especial?
“Ya lo creo. Allí me relacioné con muchas figuras del arte. Recuerdo entre ellas a un magnífico declamador de poesía afro llamado Gerardo Marín. El nombre artístico que utilizaba era el de Gerardo Abreu y participó en la lucha contra la tiranía con el de Fontán. Era un joven negro, callado, y sencillo, que jugó un importante papel como combatiente y jefe clandestino del Movimiento 26 de Julio. En 1958 fue asesinado por los esbirros del régimen.
También conocí a Jesús Orta Ruiz, el Indio Naborí, a Justo Vega y Adolfo Alfonso, tres populares poetas consagrados, junto a otros trovadores, a denunciar en sus versos, y a riesgo de sus vidas, las injusticias que sufría el pueblo cubano”.
Orestes Valera es también locutor de Radio Mambí. ¿Quién de ustedes dos comienza primero en dicha emisora?
“Cuando entré a Radio Mambí, Orestes trabajaba de locutor en la emisora. Pronto nos hicimos amigos. Fue una amistad que se fomentó de prisa, a partir de la afinidad que teníamos en la manera de pensar por la situación que vivía el país.
Graduado de la Escuela de Comercio, había trabajado con anterioridad en un banco de La Habana Vieja y de contador en el Circuito CMQ.
Poseía una gruesa voz, que se contradecía con su estatura, más bien baja y su delgada figura. Fue un profesional del micrófono y un destacado revolucionario. Por sus méritos y acciones alcanzó el grado de capitán del Ejército Rebelde”.
¿Ustedes parten juntos para la Sierra Maestra?
“Sí, el 28 de julio de 1957 salimos de La Habana y llegamos a las montañas en los primeros días de agosto. También por esos días marchó a la Sierra el periodista y luchador revolucionario Luis Orlando Rodríguez, quien sería el primer director de Radio Rebelde en la Sierra Maestra”
¿Qué ideas tienen sobre su utilidad en la Sierra Maestra?
“A partir de las mentiras que decía la tiranía por la radio y la televisión, no hay dudas de que la idea del Che de poner la emisora en la Sierra Maestra fue acertada y útil. Eso fue en 1958, porque con anterioridad, en el año 1957, el proyecto hubiera sido irrealizable. Entonces la situación de la guerrilla, que pasaba por su etapa nómada, era sumamente difícil. No había suficientes armas, ni parque, y los hombres carecían de zapatos, de ropas y de comida. En ese tiempo se caminaba desde las 5:00 o las 6:00 de la mañana hasta que oscurecía y a veces se continuaba de noche”.
¿Ricardo sigue sumido en los recuerdos?
“Cuando llegamos a las montañas tuvimos la suerte de pernoctar alrededor de quince días en la casa de un campesino. El hombre era colaborador de los rebeldes y se llamaba Lesli. Me acuerdo que nos miraba con lástima, pues creía que no aguantaríamos los rigores de la guerrilla.
Vivía con su mujer y su pequeña hija en un lugar llamado La Estrella, cerca de la Mina de Bueycito. Él empezó a entrenarnos. Nos ponía encima unos sacos de yute llenos de piedras y nos hacía subir y bajar las lomas con ellos. Aquello fue duro, pero nos ayudó a resistir lo que vendría después.
Hay que pensar que estábamos acostumbrados al trabajo en la radio y el cambio resultó demasiado violento. No fue fácil pasar de la vida en la capital a la vida en la guerrilla, donde teníamos que andar subiendo y bajando lomas, muchas veces con el estómago vacío y llevando el fusil, la canana y una pesada mochila encima. Sin embargo, lo que eso me demostró fue que no hay nada que no pueda lograr la voluntad humana, sobre todo cuando se lucha por una idea de justicia y libertad.
Nos incorporamos a la columna de Fidel y permanecimos como combatientes el resto de 1957 y enero y febrero de 1958. Participamos en combates, sabotajes y además actividades propias de la guerrilla”.
¿Cómo se produce este paso de combatientes de la guerrilla a locutores y periodistas de Radio Rebelde?
“En febrero llegamos con la columna del Comandante en Jefe al campamento del Che en La Mesa. Nos mandaron a buscar a la casa donde radicaba la Comandancia y delante del Che, Luis Orlando Rodríguez, Ramiro Valdés, Raúl Castro, Juan Almeida y otros compañeros, Fidel planteó que venía en camino una planta transmisora de radio y que si estábamos de acuerdo pasaríamos a trabajar en ella de locutores. Ellos sabían de las actividades que Orestes y yo habíamos realizado en la radio. Además de lo de la emisora, también dijeron que debíamos atender la edición de El Cubano Libre, un periodiquito que venía sacando el Che en las montañas.
Al quedarnos en La Mesa conocimos a un combatiente llamado Tranquilino González, que estaba a las órdenes de Luis Orlando. Era un hombre interesante y polifacético, de origen campesino, de gestos finos y elegantes, que dominaba muchas cosas, además de ser un excelente cocinero. Jorge Ricardo Massetti lo describe muy bien en su libro Los que luchan y los que lloran, escrito por esa época”.
Ustedes instalan Radio Rebelde la primera vez en el lugar conocido como el Alto de Conrado. ¿No es así?
“No. Al principio, cuando subieron la planta, se hicieron unas pruebas en el hospital de La Mesa que por las características del terreno no dieron buenos resultados. Hay que tener en cuenta que el transmisor se hallaba en una hondonada rodeada de altas montañas. Eduardo Fernández, el técnico, le planteó al Che que hacía falta buscar un lugar más alto donde situar los equipos. Entonces el Che nos manda para Alto de Conrado.
En un bohío abandonado que había en ese lugar se instaló la planta y se hicieron nuevas pruebas, esta vez con resultados favorables. Oficialmente, comenzamos a transmitir desde ese punto el 24 de febrero de 1958. Pudimos haber comenzado unos días antes, pero el Che quiso que saliéramos en esa fecha, por el significado que tiene en la historia de Cuba. A los pocos días, el Comandante Guevara nos mandó de locutora a Olguita Guevara, para que hubiera una voz femenina en las transmisiones”.
¿Cómo y cuándo se produce el traslado de Radio Rebelde para la Comandancia de la Plata?
“Fidel habla por primera vez a través de Radio Rebelde en el Alto de Conrado, unos días después del revés de la huelga del 9 de abril de 1958. El objetivo de su intervención fue levantar el ánimo de los revolucionarios y del pueblo que se había afectado por el fracaso. Después que habló por la planta, se reunió con nosotros y nos dijo que el ejército iba a hacer una gran ofensiva contra la Sierra; que el enemigo imaginaba que habíamos sufrido un golpe psicológico con el revés de la huelga, y que para resistir el enfrentamiento se establecería la Comandancia General Rebelde en un lugar llamado La Plata, y que hacía falta que trasladáramos la emisora para esa región.
Recuerdo que de inmediato preparamos las condiciones y, creo que al otro día, salimos del Alto de Conrado con un arria de mulos cargada con los equipos. En La Plata Eduardo escogió el punto de la montaña más adecuado para poner la emisora y comenzamos a hacer las primeras construcciones”.
El 24 de febrero de 1988, el famoso Quinteto Rebelde, participa en el acto por el aniversario de Radio Rebelde. Le pregunto a Ricardo, ¿cómo y por qué surge esta agrupación musical?
“Un campesino que vivía en La Plata, muy cerca de donde se estableció la Comandancia, llamado Osvaldo Medina, tenía un quinteto, integrado por sus hijos y otro familiar.
Era un grupo musical que tocaba en las fiestas de los vecinos de los alrededores y que Fidel había escuchado con anterioridad. Por eso, cuando la emisora está en La Plata y se aproxima el inicio de la ofensiva del enemigo, el Comandante en Jefe le propone al viejo Medina que empiecen a transmitir con el quinteto por Radio Rebelde. Medina está de acuerdo con el planteamiento, y entonces Fidel dice que hace falta componer canciones que reflejen la realidad de la lucha armada.
El compañero Santiago Armada, Chago, y yo, que estamos presentes cuando nuestro Jefe dice eso, sin intercambiar palabra, nos alejamos y escribimos una letra cada uno parodiando canciones populares de la época, y se las llevamos a Fidel, quien manda a que las monte el Quinteto Rebelde, nombre con el que en lo adelante se identificó la agrupación.
La canción de Chago se basaba en un número que cantaban los cómicos Pototo y Filomeno. A partir de ese día seguimos haciendo canciones para el quinteto, las que escuchaba Fidel y se incorporaban a la programación musical de la emisora”.
A partir de agosto de 1958 nuevas voces se proyectan desde la montaña insurgente, ¿Violeta y Jorge Enrique llegan juntos?
“Llegaron a La Plata se puede decir simultáneamente. Al llegar a la Sierra Jorge Enrique Mendoza, Violeta Casal y Alicia Santacoloma se encontraron en el campamento que tenía el chino Figueredo, cerca de Veguitas, y de ahí continuaron hasta la Comandancia de La Plata”.
¿Ya usted los conocía?
“No, pero a los pocos días me parecía que los había conocido de toda la vida. Violeta era muy bonita y muy sensible y profunda en sus convicciones patrióticas. Había sido profesora de la Escuela Normal de La Habana, pero desde joven se desarrolló exitosamente como actriz dramática.
Cuando subió a la Sierra, después de participar en la huelga del 9 de abril, era ya una conocida figura del teatro, la radio y la televisión. Al principio, ella pensó trabajar de maestra en la Sierra, pero Fidel le dijo:
Lo mismo le planteó a Jorge Enrique. Claro, Mendoza sí había ido con la idea de trabajar en la emisora, porque en Camagüey le habían dicho que en un bombardeo de la aviación había muerto uno de los locutores de la emisora guerrillera, y él se ofreció para irse para la Sierra a trabajar en Radio Rebelde.
Mendoza también fue auditor de La Plata, por lo que tenía que ver con los juicios y todas las cosas legales de la zona. Simultaneaba este trabajo con el de locutor. También se caracterizó por ser un compañero humano y sensible.
En Camagüey, su ciudad natal, había sido profesor de Historia y locutor-comentarista de un espacio radial del Partido Ortodoxo, al que pertenecía.
También trabajaron con nosotros en la radio del Primer Frente, en distintos momentos y funciones, la Hermanos Ciro, Hugo y Edilberto del Río, Antonio Libre, el Chino Sosa, Hermelio Castañeda, Roberto y Otto Suárez Lora, Miguel Espinosa, Juan Luis Díaz, Iván Delgado, Orlando Payret, Carlos Paneque, que murió durante el combate de Maffo y el periodista ecuatoriano Carlos Bastidas, asesinado por la tiranía batistiana en la Ciudad de La Habana al bajar de la Sierra y que utilizaba el seudónimo de Atahualpa Recio. Igualmente colaboraron en la emisora Enrique Oltuski, Horacio Fernández Vila, Euclides Vázquez Candela y el locutor Guillermo Pérez, de la CMKC en Santiago de Cuba. Este último compañero, poco años después del triunfo, murió víctima de un accidente en su provincia natal. Le tuve gran aprecio. Y como todos los demás, fue un inolvidable compañero y amigo”.
De la memoria de la guerra se archivan muchos recuerdos.¿Tiene alguno que referir en particular?
“Algo que resultó para mí muy singular e interesante fue la idea de Fidel de llevar Radio Rebelde al combate cuando se encontraba una unidad enemiga cercada. Instalábamos los altoparlantes en la línea de fuego, el quinteto cantaba y nosotros le hablábamos a los soldados exhortando a su rendición. La primera vez que pusimos en práctica este medio de guerra psicológica, fue en Santo Domingo, frente a las tropas del asesino Sánchez Mosquera. Después, también se instaló en el Jigüe durante la batalla y en el combate de Maffo. Fue una experiencia inigualable.
Otra cosa interesante fue el surgimiento de la Cadena de la Libertad con las plantas de radio de los frentes y columnas rebeldes y emisoras de distintos países del continente, fundamentalmente latinoamericanos, comenzando por Venezuela. Dichas emisoras diariamente se comunicaban con nosotros y retransmitían nuestros programas, rompiendo la censura e interferencias que ponía la tiranía a las emisiones rebeldes”
Tengo entendido que al final de la guerra la radio guerrillera no permanece en el mismo lugar. ¿Cómo se las arreglan para moverse con la planta y mantener la comunicación con el Comandante?
“Después de la ofensiva, cuando comenzó la contraofensiva rebelde, nos alejamos de La Plata y empezamos a bajar. Nos instalamos, primero, en un lugar llamado La Miel, cerca del Central Estrada Palma, hoy Bartolomé Masó.
Eduardo Fernández estuvo con nosotros hasta La Miel. Después, con un equipo móvil se fue con Fidel para Guisa, a fin de mantener la comunicación del Comandante con Radio Rebelde. Con nosotros se quedó Miguel Bofill, técnico hasta ese momento de la emisora de la tropa de Lara que transmitía desde la zona del río Cauto”
A pesar de los cuarenta años transcurridos, aún recuerdo con detalles aquella transmisión desde Palma Soriano el 1ro de enero de 1959, que llama a la huelga general. Y después, ¿cómo se mantiene la señal de Radio Rebelde?
“Desde Palma Soriano se empieza a llamar a través de la radio a las emisoras de Santiago de Cuba. Quien contesta es el compañero Noel Pérez, locutor de la CMKC y combatiente del 26 de Julio. Todavía la ciudad estaba en manos de los esbirros, pero Noel, jugándose la vida estableció una comunicación abierta con Radio Rebelde. Creo que había desarmado a un policía que había allí custodiando la planta y cerró una reja para impedir el acceso de los esbirros a la emisora. En esa oportunidad, Fidel le preguntó a Noel cuál era la situación en Santiago y éste le informó. Y en lo adelante se mantuvo una permanente comunicación entre CMKC y Radio Rebelde”.
“Cuando Fidel decide que Radio Rebelde avance con las tropas que van a entrar a Santiago de Cuba, se le dan instrucciones a la CMKC para que asuma el papel de Radio Rebelde durante el tiempo de nuestro traslado”.
Recuerdo cuando el aniversario treinta y seis de Radio Rebelde, que en el diálogo que sostiene Fidel con Noel Pérez, en el Estudio 2 de Radio Centro, se hace referencia a la forma en que se producen los encadenamientos con la señal Rebelde.
“Existe una anécdota muy interesante de ese día. Noel llama a todas las emisoras a encadenarse con Radio Rebelde e incluso conmina al jefe de Comunicaciones del Moncada para que ponga el equipo del cuartel – un transmisor muy potente – a disposición de Radio Rebelde. Aquel hombre se quedó perplejo y le respondió por teléfono: ¡Pero, Noel tú estás loco! ¡Yo no puedo hacer eso!
Noel le respondió: Está bien, le doy cinco minutos para que lo haga, de lo contrario aténgase a las consecuencias de no cumplir una orden del Comandante en Jefe que ya viene para Santiago”
Antes de los cinco minutos el hombre llamó a nuestro compañero para decirle que ya había conectado el transmisor.
Increíblemente el equipo del Moncada comenzó a transmitir como Radio Rebelde, antes de que la fortaleza estuviera en manos del Ejército Revolucionario”
El 4 de enero de 1959, en plena carretera central, veo entrar a Fidel a la ciudad de Camagüey. No sabía entonces que Ricardo Martínez es uno de aquellos jóvenes que integra la caravana que acompaña al Jefe de la Revolución.
“Estuve poco tiempo en Camagüey, porque Celia me envió para La Habana para que me integrara al grupo que, bajo las órdenes de Camilo, debía preparar la entrada de Fidel a la capital y el histórico acto que se celebró en el polígono del Campamento Militar de Columbia, el día 8 de enero de 1959”
¿Como ayudante del Comandante Camilo Cienfuegos, usted lo acompaña a Camagüey cuando la traición de Hubert Matos?
“Sí, partí con él para Camagüey. Ahí me encontré con Valera y Mendoza, que desde muy temprano, a través de Radio Legendario, desenmascararon ante el pueblo camagüeyano la maniobra contrarrevolucionaria.
En una entrevista que le hicieron a Camilo, en esos días, él se refirió a la coincidencia histórica de que tres locutores de Radio Rebelde de la Sierra Maestra nos hubiéramos encontrado casualmente en Camagüey para frustrar la maniobra de Hubert Matos”
¿Cuándo conoce a Camilo?
“En la Sierra Maestra, a los pocos días de haberme alzado. Siempre existió gran afinidad entre nosotros. Muchas veces fue a Radio Rebelde para oír los programas”.
Interventor de la maderera Antonio Pérez, organizador de milicias en el Sector 4 de La Habana, combatiente en la lucha contra bandidos, en Playa Girón y en la Crisis de Octubre, trabaja en el Ministerio de Cultura, en el periódico Granma y es director de la revista Moncada. En 1970, Ricardo Martínez regresa a la radio, donde permanece seis o siete años. Y ahora, al final de los noventa, vuelve de nuevo al sector. ¿No es así?
“Trabajé en Radio Habana Cuba y tuve la oportunidad de representarla en viajes de intercambio, laborando como locutor y periodista en Radio Berlín Internacional, en la desaparecida República Democrática Alemana, en 1973. Después, en 1975, también laboré en Radio Praga Internacional, en la extinta República Socialista de Checoslovaquia. Para mí ha sido, es y será siempre fundamental poner un granito de arena en el importante trabajo revolucionario de la radio cubana”
La flor más autóctona de la Revolución cubana. Así la define el doctor Armando Hart Dávalos aquella triste mañana de enero de 1980. ¿Cómo usted recuerda a Celia Sánchez?
“Como el alma anónima, pero irremplazable, de Radio Rebelde. Anónima porque ella nunca habló por nuestra emisora, pero siempre se mantuvo a nuestro lado, estimulándonos, ayudándonos. Para nosotros fue una compañera de una sensibilidad, humanismo, inteligencia y firmeza extraordinarias.
La conocí en 1957, caminando por los montes como un soldado más, siempre mostrando su dulce sonrisa. En aquellos días llamó mi atención aquella mujer delgada y ágil, que siempre tenía una palabra de aliento para los guerrilleros.
También, como Camilo, era una bromista tremenda. Eso es una cosa de lo que no se habla mucho. La recuerdo siempre muy cubana y con la sonrisa a flor de labios”
Ricardo Martínez Víctores: Ciudad de la Habana, 1936- 2006