Bellas flores se marchitan

La calamitosa situación que ha provocado en el mundo las acciones criminales de diverso tipo ejercidas por el mundo avaro, codicioso y de una crueldad inaudita, ha llegado a límites casi imposible de calificarlas. Y en su desenfreno no reconoce vidas, cultura, educación, salud, ni el significado de las palabras dignidad, decoro, respeto a los seres humanos y, mucho menos, ni los más elementales derechos consagrados en la Carta de las Naciones Unidas.

No les ha bastado, y con inaudita morbosidad llegan a pisotear hasta los derechos de los niños proclamados en su Convención por la UNICEF. Vea usted unos pocos enunciados por la Organización señalada: protección especial; alimentación, vivienda y atención médica adecuada; educación gratuita, atención especial a niños con discapacidad; y recibir una educación que fomente la solidaridad, la amistad y la justicia.

Pero nada de lo anterior importa a los señores de la bolsa de valores, a los padres de niños que disfrutan de las mejores escuelas, de las mejores clínicas para la atención especializada, de una alimentación balanceada, de lujosos juguetes, y hasta de vacaciones en hoteles de 5 estrellas. Eso y más para los pocos y nada para los muchos, que son tan niños como aquellos.

Continúan las estadísticas del horror. Según datos de UNICEF: desnutrición aguda y grave; 48,6 millones no tienen acceso a la educación; indicadores negativos respecto a vacunas, educación, salud, agua potable, nutrición; en Kenya uno de cada 3 menores sufre desnutrición aguda y en el cuerno de África muchos mueren de hambre; 150 millones ejercen el trabajo infantil y la cifra aumenta por año.

Menciono además otros problemas que agobian a la infancia, tales como estrés, ansiedad, trastornos de adaptación y de conducta. Hay que mencionar,-demostrado está- que en períodos de gran pobreza, estas criaturas pueden sufrir consecuencias irreversibles a largo plazo en el desarrollo cognitivo, nutricional, físico, social y emocional. Son los mismos infantes que, en gran cantidad de casos,  sufren la inaudita maldad de servir en la prostitución; de trabajar en lugares muy peligrosos; y ya se estima que para el 2030 unos 750 millones de niñas se habrán casado, y ya sabemos que serán empujadas a ello por el hambre y la miseria; y además, se estima igualmente que para el año mencionado 167 millones seguirán viviendo en la pobreza y 69 millones morirán por causas evitables.

Pero no debo dejar de apuntar  información relativa al “país más respetuoso de los derechos humanos”: es decir, Estados Unidos: es el único país donde se condena a menores de 18 años a cadena perpetua sin libertad condicional; hace más de 30 años los países asumieron el compromiso histórico con la infancia al aprobar la Convención de la ONU sobre los derechos del niño, sin embargo ese país es el único que no la ha ratificado; unos 10 mil están confinados en prisiones para adultos y, por supuesto, deben enfrentarse a la violencia del sistema carcelario del país;  cuando la cruel época del señor Trump fueron creadas jaulas donde tenían que vivir hijos de migrantes e indocumentados, en condiciones de hacinamiento, mucho frío y alimentos vencidos.

Y no debo dejar de mencionar a los muchos miles de niños  que, en estos mismos momentos, mueren aplastados por los derrumbes causados por las bombas contra los palestinos; Israel, al parecer siente satisfacción y orgullo de ser el causante de tanto horror, al que la mente humana se resiste, incluso, a creer, pero  está ahí, delante de nuestros ojos, como un reto a la dignidad del ser humano. Estupefactos vemos al monstruo actuar, pero no hay respuesta, solo llamados a la paz, declaraciones, tibios llamados para que cesen las muertes y muchas oraciones con el propio fin. ¡Y que sigan padeciendo nuestros niños!

No hay dinero ni vergüenza para evitar que las bellas flores se marchiten, pero sí lo hay, por billones, para las guerras, para el consumo de artículos de lujo, adornos para mascotas, millones para el entretenimiento estúpido y soez, chismes de alcoba, moda y mucho estercolero más que, además, deben limpiar los pobres.

“El egoísmo es la mancha del mundo, y el desinterés su sol”. José Martí

Autor

  • Silvio José Blanco Hernández

    Silvio José Blanco Hernández. Colaborador del Portal de la Radio Cubana. Destacado y multipremiado periodista, escritor, asesor y analista de información. Es autor de libros como "La radio, técnica, arte y magia", y "Los programas informativos de la radio... Y algo más", entre otras obras y materiales investigativos con importantes aportes metodológicos al medio radial.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *