Para el imperio yanqui el bandidaje, el despojo, la usurpación, el robo y todo lo que resulte rechazado por la razón y el buen sentido humanista, es su verdadera cultura. La codicia consume a los señores de las guerras; lo que para las mentes honestas de esta humanidad es abominable, no lo es para los emperadores de turno en EE.UU. y sus acólitos.
Esa es la razón fundamental por la que Cuba hace más de 60 años se ha convertido en una verdadera obsesión, porque la Isla rebelde representa, exactamente, la contradicción más radical de un sistema de oprobio. Y en consecuencia debemos sufrir la ira incontrolable por ser libres y, sobre todo, sin tutelaje indigno que nos haga inferiores ante ningún amo.
Dentro de un sinnúmero de acciones criminales para derrocar nuestro sistema, sobresale el empeño de ahogar la economía a través del turismo y, en consecuencia, insisten en dibujar una imagen dantesca generalizada de caos en Cuba, donde prevalece el robo, los asaltos, el terrorismo, y una gran inseguridad para el visitante que quiera conocer nuestro país, a todo lo cual contribuyen, de manera decisiva, los grandes medios de comunicación sumados al carro del crimen.
Obviamente, escogen la actividad turística por ser un motor muy importante para el crecimiento de la economía cubana. Y todo ello sumado a un conjunto de disposiciones y leyes extraterritoriales que producen un daño incalculable. Definitivamente, es el precio que se paga por la libertad y el decoro.
Pero si de seguridad se trata para el turista, veamos donde SÍ NO EXISTE. Precisamente porque es el país del norte- llamado del sueño americano– donde pueden ocurrir, y ocurren, hechos a diario que a todas luces denigran a esa nación abanderada de los derechos humanos. Veamos solo una pequeña muestra: a diario se producen asaltos, asesinatos, tiroteos con saldos de cientos de muertos y heridos en breves espacios de tiempo (y allá no hay campañas mediáticas para evitar la entrada de turistas a Miami u otros lugares); según una encuesta de Rand Corporation un 50% de los profesores consideran la necesidad de poseer un arma de fuego para protegerse (recordemos que las escuelas son blanco frecuente de tiroteos).
A todo lo anterior hay que sumar los acosos sexuales, la venta y consumo de drogas en centros escolares ¡en el país de las grandes libertades! Pero por supuesto, no es todo. Vea usted otros datos importantes: solo en el primer semestre del año 2021 se registraron oficialmente 293 tiroteos masivos que dejaron decenas de muertos y heridos; según la Universidad John Hopkins en Estados Unidos, cada 11 minutos, fallece una persona debido a la violencia armada. Y dejo para el final otro dato verdaderamente bochornoso: en Estados Unidos hay 57 veces más tiroteos en sus escuelas que el resto de todas las naciones industrializadas juntas.
Es tan curioso como detestable que Estados Unidos se permita el lujo de acusar a otros que en la práctica son las víctimas de tanta villanía e hipocresía de esa nación. Para estos seres cualquier país que decida ser independiente, logre un desarrollo económico superior al de ellos; sea solidario con otras naciones; y quiera liberase del yugo se convierte automáticamente en enemigo, país canalla, país fallido y cualquier otro calificativo.
Estará condenado, en suma, a ver a sus ciudadanos bajo la metralla imperial o, en otros casos, sufriendo golpes blandos, bloqueos criminales, campañas mediáticas distorsionadoras y falsas. Pero tendrá también el espanto de apreciar a su representante en la ONU hablar de derechos humanos y democracia. Pero en definitiva así fueron al nacer, así permanecen hoy. Esta humanidad no resiste ya tanta podredumbre, clama justicia, dignidad y honor.
“¿Cuándo se ha levantado una nación con limosneros de derechos”? José Martí.