A Brasil le toca decidir

De acuerdo con los últimos sondeos realizados, ningún candidato conseguirá el domingo más de la mitad de los votos, por lo que Bolsonaro y Haddad tendrán que medirse en una segunda vuelta el 28 de octubre, en la que aparecen técnicamente empatados en intención de voto.

Las opciones son mínimas para el resto de los rivales: Ciro Gomes, el candidato del Partido Democrático Trabalhista (PDT), cuenta con un 11 % en las encuestas, mientras que Marina Silva, en las últimas semanas se ha caído hasta el 4 %, perdió más de la mitad de intenciones de voto y disputa el cuarto lugar con el fundador del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), Geraldo Alckmin.   

Las elecciones presidenciales de este 7 de octubre en el gigante sureño se anuncian como las más inciertas de las últimas décadas.

Bolsonaro declaró en días pasados: «Yo, por lo que veo en las calles, no acepto un resultado de las elecciones diferente de mi elección». La amenaza, hecha en el programa televisivo Brasil Urgente, no tiene precedentes desde el fin de la dictadura militar (1964-1985). «El PT solo gana mediante fraude», señaló el también capitán de la reserva del Ejército Brasileño en referencia al Partido de los Trabajadores.

Además, habló con la televisión aún desde la camilla del hospital, donde se recuperaba de una agresión con cuchillo sufrida el 6 de septiembre, aunque no presentó prueba o evidencia alguna de sus acusaciones. Aun así, no existen certezas de fraudes en el sistema electrónico de votación desde su entrada en vigor hace 22 años.

La estrategia de Bolsonaro es parecida a la usada por Donald Trump en EE. UU. -el republicano pasó toda la campaña mencionando el posible fraude-, mediante la cual grupos que apoyan al candidato de la derecha hacen circular encuestas falsas mostrando la victoria del diputado en la primera vuelta o reportajes prefabricados o supuestas pruebas sobre fraudes en las urnas.

Las redes sociales le han sido poco amigables después de su declaración más contundente: «No aceptaré un resultado diferente a mi elección». «Bolsonaro demuestra otra vez que no está preparado para la democracia», dijo en Twitter Geraldo Alckmin, exgobernador de Sao Paulo y candidato del PSDB.

Suelen llamarlo el Donald Trump de Brasil, por su gusto por las redes sociales y sus declaraciones polémicas. Sus puntos principales en la campaña son la defensa del porte de armas para combatir la criminalidad y la reivindicación de la dictadura militar (1964-85).

Sus polémicas declaraciones homofóbicas, misóginas y racistas le han generado la desaprobación de una parte de la población brasileña, lo que le lleva a tener un 47 % de rechazo en las encuestas.

El «Mito», como le llaman sus seguidores, está arriba en los sondeos de la primera vuelta junto a Haddad, pero su alto índice de rechazo lo deja en posición difícil frente a sus principales adversarios.

Ciro Gomes, el caudillo del nordeste, de 60 años, fue visto en un momento como el candidato capaz de capitalizar el voto de la izquierda con Lula preso. Sin embargo, el candidato del Partido Democrático Trabalhista (PDT) no logró ampliar su base ni subir en las encuestas.

Gomes fue alcalde, gobernador, diputado y dos veces ministro. Ocupó la cartera de Hacienda en 1994, bajo la presidencia de Itamar Franco y fue ministro de Lula, del 2003 al 2006.

Por su parte, el exgobernador de Sao Paulo, Geraldo Alckmin, de 65 años, ya fue derrotado por Lula en el 2006 y no se le ven muchas posibilidades de avanzar en las preferencias de voto.

Marina Silva, de 60 años, se situaba en tercer lugar en las encuestas y llegó a ocupar el segundo lugar cuando se anunciaron las elecciones sin Lula, pero en las últimas semanas perdió más de la mitad de las intenciones de voto.

El avance sostenido de Haddad

El 11 de septiembre, poco después de que la justicia electoral invalidara la participación del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, Fernando Haddad, de 55 años, fue oficializado candidato del Partido de los Trabajadores.

Hace pocas semanas no llegaba al 5 % de la intención de votos, pero a solo 15 días de las elecciones ya estaba ubicado en un cómodo segundo lugar, con un 19 %. El exalcalde de Sao Paulo consiguió en menos de dos semanas recuperar una gran parte del electorado de Lula, que era el favorito para ganar las elecciones.

Creció rápidamente en las preferencias a pesar de que muchos analistas estiman que no es muy conocido en los estados pobres del nordeste y que no cuenta con el apoyo necesario de los «históricos» del PT.

Hijo de un matrimonio de clase media de origen libanés, Haddad nació el 25 de enero de 1963 en San Pablo.

Gran parte de su vida transcurrió en los claustros universitarios en la Facultad de Derecho de la Universidad de San Pablo (USP), donde comenzó su militancia política, que lo llevó a ser presidente del centro de estudiantes en 1984. Tras graduarse como abogado, realizó una maestría en economía y luego un doctorado en filosofía.

Vinculado al ala intelectual del PT, accedió a su primer cargo público en el 2001, cuando la alcaldesa Marta Suplicy lo convocó para que fuera jefe de Gabinete de la Secretaría de Finanzas de San Pablo.

Lo que dice la calle
Bolsonaro afirmó que los resultados no podían contradecir lo que dice la calle, refiriéndose al apoyo recibido por los partidarios que marcharon a su favor, sobre todo después del ataque que recibió y que despertó simpatías en sectores de la población sensibilizados con la agresión.

Pero cientos de miles de personas llenaron las calles de Brasil el sábado pasado para gritar contra el candidato de la ultraderecha, en una movilización feminista sin precedentes, en la que participaron también negros, miembros de la comunidad LGTB, sindicatos, profesores, artistas, activistas de las favelas y personas de todas las edades.

En el centro de Río de Janeiro, desde temprano en la mañana, decenas de madres con sus hijos prepararon pancartas con el lema del movimiento #EleNão. Varias pancartas en la manifestación recordaban algunos de los desplantes más famosos de Bolsonaro.

A través de internet, utilizando estrategias de movilización online, consiguieron que el #EleNão inundara las redes.

Las manifestaciones más grandes tuvieron lugar en Río de Janeiro y Sao Paulo, pero hubo protestas en todos los estados del país y en varias ciudades del mundo.

Analistas políticos coinciden en que el voto femenino -más de la mitad del electorado- es un obstáculo para el avance de la candidatura de Bolsonaro. El índice de rechazo es muy importante de cara a la segunda vuelta, cuando los candidatos tienen que conquistar los votos de electores que no les eligieron en la primera.

Existe una gran preocupación entre las personas progresistas del país con relación a que el ideario de Bolsonaro haya calado en un sector importante del electorado, en medio de una campaña feroz contra la izquierda y, principalmente, contra Lula y el PT.

La máquina de fango del poder judicial actúa

El juez Sergio Moro, el mismo que instruyó el caso contra Lula, acaba de usar una de las armas más poderosas del sistema: «Nuevas pruebas de la corrupción», «Vamos a sacar a la luz las bajezas de Lula y el PT».

Ahora, Moro muestra todo un arsenal de acusaciones, imputaciones sin pruebas, cargos que no han sido investigados. Parece una novela de ciencia ficción, o peor, un novelón al estilo de O Globo, escrito por los detractores de Lula, justo en el momento en que se decide quién será el próximo presidente de Brasil y las posibilidades de que el candidato del pt gane en segunda vuelta crecen cada día.

Por el momento, Bolsonaro y Haddad siguen liderando las encuestas de opinión para la primera vuelta, Bolsonaro aupado por los grandes medios de comunicación, por el descontento general con los partidos tradicionales, la corrupción, la falta de respuestas a la violencia en las calles y el odio contra

Lula da Silva y todo lo que representa, generado con fuerza entre las clases medias y altas del país.

Expectante del resultado de las elecciones este domingo estará gran parte del mundo, y especialmente la región latinoamericana y caribeña.

Esperemos se impongan el sentido común y el deseo de los brasileños de transformar un país que ya bastante retroceso social y económico, injusticias y manipulación mediática ha sufrido, motivados por aquellos a los que no les interesa que se imponga el compromiso con las mayorías. Solo a Brasil, a su pueblo, le toca decidir.

¿Cómo llega Brasil a las urnas?

– En el primer trimestre del 2017 hubo un récord de desempleo, con un índice de 13,7 % que refleja más de 14 millones de desempleados.

– Brasil se desnacionaliza y se ve cada vez más sumiso al capital internacional en su condición de submetrópoli, semicolonia de los países ricos.

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