Me imagino el poco tiempo que tuvieron –una vez convocados por los amos de Washington– para al menos recurrir a algunos datos y cifras relacionados con el tema de la reunión.
La incertidumbre de qué dirán si los dejan hablar, no debe hacer olvidar el nudo de la corbata y el teléfono con su cámara lista para algún que otro selfie con los más connotados representantes del Gobierno de Estados Unidos, fundamentalmente con aquellos que deben firmar las nóminas para cuando les preparen sus cheques.
Por la pena que representa ser corderitos que acuden en rebaño al llamado de sus pastores, me tomé el trabajo –para nada una molestia– de «colaborar» y aquí les envío, a manera de resumen, algunos datos sobre el tema de la agenda: los derechos humanos en Cuba.
Pena con los fantoches que acuden a la cita y pena mayor con quienes convocan, y usan para su escenificación mediática anticubana locales que debían ser sagrados, para uso exclusivo de la paz, el respeto mutuo, la solidaridad y –muy importante– el decoro.
Una vez más se les ve perdidos, revoloteando en medio de un contexto internacional donde la práctica de los anfitriones de esta cita, es la guerra, son los bombardeos y las masacres humanas, cuando lanzan fósforo blanco para matar niños, mujeres y ancianos.
Saben que el venidero 31 de octubre, en las Naciones Unidas, el mundo escenificará otra batalla, la de condenar el bloqueo económico y financiero de Estados Unidos contra Cuba, que hasta la fecha ha provocado daños a la heroica Isla por más de 933 678 millones de dólares.
Allí, en la Asamblea General, organismo democrático que sustenta los valores universales por los cuales se creó la onu, veremos una vez más al representante de Washington, arrogante pero consumido ética y moralmente, levantar su mano y mirar hacia el asiento del representante de su aliado Israel para comprobar que haga lo mismo.
Corroborarán que, por muchos dólares que gasten en convocatorias, no podrán revertir la condena a Estados Unidos que, por 27 años, el mundo ha expresado en la onu y fuera de ella, para que se ponga fin al bloqueo.
Un show mediático más solo será otra muestra de su torpe manera de afrontar los problemas del mundo actual.
Entonces, acepten los participantes en el convite anticubano, algunos datos que les ofrezco gentilmente, aunque estoy seguro de que no los usarán y me acusarán de vocero del gobierno cubano –a mucha honra, si lo fuera–.
Nuestra expresión de derechos humanos se puede constatar en:
Cuba registra la menor tasa de mortalidad infantil de su historia, con 4,0 por cada mil nacidos vivos.
Se redujo la tasa de mortalidad materna a 37,8 por cada cien mil nacidos vivos.
El programa nacional de inmunización cuenta con 11 vacunas contra 13 enfermedades prevenibles.
Continuó creciendo la esperanza de vida al nacer de la población cubana, que ya alcanza los 78,45 años; y es de 80,45 para las mujeres y 76,50 para los hombres.
La tasa de desempleo en uno y otro sexo es de 2,0 (cifra 2016)
Con una matrícula aproximada de 1 745 000 alumnos inició el curso escolar 2018-2019 en la enseñanza general del país.
La matrícula de estudiantes en diversas carreras universitarias en el presente curso, es de alrededor de 246 000 jóvenes, 28 000 más que el curso precedente.
Con el Programa cubano de alfabetización «Yo sí puedo» han logrado leer y escribir, y en buena parte continuar otros estudios, más de diez millones de personas en más de 30 países.
La Misión Milagro, nacida el 8 de julio del 2004, a propuesta de los Comandantes Fidel Castro Ruz y Hugo Chávez Frías, ha beneficiado a 21 países de América Latina y 14 del Caribe; se han creado 200 centros oftalmológicos, con 12 patologías visuales tratadas y más de 4 millones de intervenciones quirúrgicas realizadas.
Y para que no se me quede en el tintero, en Cuba el presupuesto del año 2018, tiene el siguiente desglose: Salud pública y asistencia social: 27 %; un 21 % a la educación; 19 % a la administración pública y defensa; 17 % a la seguridad social; 6 % en gastos por servicios de la deuda pública; 5 % en cultura y deporte.
Mientras, por si no lo conocen o lo omiten, Estados Unidos tiene este año un presupuesto militar récord, y así lo hizo saber el presidente Donald Trump, cuando hace apenas unas semanas, dijo: «Tenemos 716 000 millones de dólares para entregarles los mejores aviones, los mejores barcos, los mejores tanques y misiles en cualquier lugar de la Tierra. Nadie los hace como nosotros».
Pediría a los asistentes al convite que me aclaren si es que la protección a los llamados derechos humanos, en el caso de Washington, está incluida dentro de las multimillonarias cifras de dólares para la guerra.
Estados Unidos ya no engaña a nadie
Estados Unidos pretende defender con cualquier recurso la política unilateral de bloqueo económico, que es objeto de repudio universal por su carácter criminal y violatorio del Derecho Internacional.
El Gobierno estadounidense «conoce que se trata de una conducta que no cuenta con el respaldo de la población estadounidense, ni de los cubanos allí residentes».
Fabrican acusaciones infundadas contra Cuba con los llamados incidentes de salud, emitiendo imputaciones difamatorias sobre la seguridad de sus diplomáticos en Cuba.
Lejos de dialogar sobre la base del respeto, como Cuba ha estado dispuesta a hacerlo con fines de cooperación y como lo hace con otros países, el Gobierno de Estados Unidos acude a las acusaciones fraudulentas y a campañas difamatorias.
El Gobierno estadounidense dedica cada año recursos millonarios para atentar contra el orden constitucional cubano, interferir en los asuntos internos y financiar a individuos que actúan como agentes de una potencia extranjera, lo que en Cuba es ilegal, al igual que lo es en Estados Unidos y en otros países.
Recientemente se han incorporado a las estructuras de política exterior del Gobierno figuras de reconocida trayectoria anticubana, capaces, como ya lo han hecho en el pasado, de fabricar falsedades que han quedado desenmascaradas y documentadas públicamente, incluso por el Congreso de Estados Unidos.
Estados Unidos, además «ha virado la espalda a las Naciones Unidas en lo que respecta a los derechos humanos», y con demasiada frecuencia se reportan en ese país o por acciones de su Gobierno «casos de abusos con la pena de muerte, de violencia policial, de decenas de miles de personas sin vivienda, de abusos a los niños, a los que se separan de sus padres, y de bombardeos que matan a civiles inocentes en terceros países, nada de lo cual ocurre en Cuba o por causa de Cuba».
Cuba es un país de paz, que desarrolla sus relaciones exteriores sobre la base del respeto y la cooperación, que tiene una trayectoria reconocida de solidaridad y amistad, particularmente con los países en desarrollo.