Bolsonaro nunca dijo la verdad

Leo en Sputnik sobre la situación de los médicos cubanos que decidieron quedarse en Brasil, desde que, en noviembre de 2018, el presidente de ese país, Jair Bolsonaro, decidiera acabar con el programa Más Médicos.

«Impotencia por no poder ayudar en un momento crítico, y desesperación por no poder trabajar, cuando son más necesarios que nunca, es lo que sienten», refiere Sputnik.

Ante el recrudecimiento de la pandemia, muchos de esos galenos pidieron trabajar para ayudar a enfrentarla, pero el Gobierno no aceptó.

El ejecutivo brasileño convocó, incluso, a veterinarios para trabajar en la pandemia, relata la agencia rusa, pero ignoró el reclamo de esos especialistas a los que un día Bolsonaro prometió «villas y castillas», y que han quedado sin poder ejercer una profesión para la que están altamente calificados.

Bolsonaro nunca dijo la verdad, mintió cuando les ofreció plazas que nunca pudieron ocupar; mintió al descalificarlos, siguiendo instrucciones de otros que jamás dicen la verdad; volvió a faltar a la verdad al llamarlos esclavos, invitándolos a desertar de la solidaridad, a cambiar virtud por dinero.

Los que se quedaron han tenido que laborar en «lo que aparece», mientras «la gripecita», como la llamó el mandatario brasileño, ha matado ya a más de 30 000 ciudadanos del gigante sudamericano.

La prensa anuncia el regreso de nuestros médicos desde varias regiones del mundo, y otras brigadas marchan hacia Perú, Guinea Conakry y Kuwait para colaborar en el enfrentamiento a la Covid-19.

Unos se van felices por la oportunidad de cooperar, de brindar sus conocimientos y su sapiencia, una verdad que no entienden quienes hacen de la Medicina una mercancía. Otros regresan satisfechos, provistos de esa luz que traen los que se entregan a los demás, albor martiano de los que cumplen con su deber.

Había 28 000 cubanos dispersos por la geografía del planeta en 59 países, antes de la pandemia provocada por el nuevo coronavirus, y con la enfermedad, otras brigadas se sumaron a 27 naciones. Es el postulado de solidaridad militante de un país pequeño en tamaño y grande en virtud.

Escucho a Carlos Varela, desde la grabadora de un vecino, hablar sobre las 25 000 mentiras sobre la verdad. Cuántas mentiras, pienso, se habrán dicho sobre los trabajadores de la Salud y sobre Cuba en general.

El canciller Bruno Rodríguez escribe en Twitter que la colaboración es imprescindible en tiempos de pandemia.

Me pregunto, con dolor, cuántas vidas pudieron ser salvadas en Brasil si Jair Bolsonaro no hubiera acabado con el programa Más Médicos.

«No somos dioses, pero somos médicos revolucionarios… Hoy me pregunto qué será de estos pacientes», comentó en Infomed uno de esos profesionales que prestó servicio allí y que hoy se encuentra en Cuba, o en cualquier otro «oscuro rincón» del mundo, llevando salud, salvando vidas.

No son dioses, son médicos revolucionarios, y esa sí es una gran verdad que ninguno de los Trump y Bolsonaro de este mundo puede silenciar.

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