Juan Gualberto tomó parte en la preparación de la tercera Guerra de Independencia (1895-1898) y fue apresado en Ibarra, Matanzas, el primer día de la contienda al fracasar el levantamiento en esa zona, y condenado a presidio en Ceuta, donde permaneció unos tres años.
Desde la juventud de ambos, descubrió Martí sus dotes extraordinarias y pasados los años le confió la misión de ser el Representante en Cuba del Partido Revolucionario Cubano (PRC), y de trasmitir la orden del alzamiento independentista a todo el país, ocurrido el 24 de febrero de 1895.
Durante sus días habaneros de finales de 1878 al 17 de septiembre de 1879 -fecha de la detención de Martí en presencia de Juan Gualberto-, ambos tuvieron tiempo de conocerse.
Pudieron trabar una amistad para toda la vida, conspirar juntos con el objetivo de reiniciar la guerra independentista; y, con pocos meses de diferencia, ir al presidio y al destierro.
Para que nadie tuviera dudas acerca de sus méritos, el fundador del PRC le expresó confianza, admiración y respeto el 11 de junio de 1892, en Patria, periódico creado para convocar a la que llamó guerra necesaria:
«El quiere a Cuba con aquel amor de vida y muerte, y aquella chispa heroica con que la ha de amar en estos días de prueba quien la ama de verás. El tiene el tesón de periodista, la energía del organizador, y la visión distante del hombre de Estado».
En agosto de aquel año, lo designó su delegado en la isls caribeña y en carta personal le dice: «Hermano querido, mi corazón usted se lo sabe de memoria, como no tiene más que verse el suyo».
Ya avanzados en los planes revolucionarios, señala en carta al generalísimo Máximo Gómez -el 4 de enero de 1894-: «Es joya grande, y el único que prepara en masa la opinión, el excelente Juan Gualberto Gómez».
Abolicionista y patriota
Un año más joven que Martí, el negro libre descendiente de esclavos Juan Gualberto comenzó su vida excepcional, el 12 de julio de 1854, en el ingenio azucarero El Vellocino de Sabanilla del Encomendador, Matanzas.
La libertad personal, comprada en el vientre materno todavía, fue posible gracias al esfuerzo de los padres, Serafina Ferrer y Fermín Gómez, esclavos domésticos, que no quisieron igual suerte para el fruto de su amor.
Aquel niño creció dotado de una inteligencia natural, pero, como era muy pobre, poco podría lograr en una sociedad esclavista, antes de adquirir un oficio.
Así, nuevamente con sacrificios económicos lo enviaron a estudiar, primero a La Habana, y luego a París, en mayo de 1869, para que aprendiera el oficio de carruajero.
En el París de la Comuna saboreó el hijo de esclavos los aires de la libertad y casi desde entonces decidió dedicar su vida al progreso de la «gente de color», en una futura patria de todos los cubanos.
A los 19 años rindió examen en la Escuela Central de Artes y Manufacturas de París, pero sus viejos padres, además esclavos, no podían seguir ayudándolo.
Pobre y sin dinero, rechazó en 1874 un pasaje de regreso a la Cuba esclavista, en plena guerra anticolonial.
Sin militancia política todavía, en París auxilió como traductor a los patriotas cubanos Francisco Vicente Aguilera y Manuel de Quesada, ambos generales mambises.
Pasó mucha hambre, se hizo periodista; su inteligencia y dotes personales hicieron lo demás: se convirtió en un joven culto y elegante que prefería enviar su traje a la lavandería con el dinero de su almuerzo.
Luego visitó Las Antillas y México, donde fue representante del genial violinista negro cubano Claudio José Domingo Brindis de Salas; regresó a su patria tras la terminación de la Guerra de los Diez Años (1868-1878).
Desde 1879 se dedicó al periodismo en la defensa de su país; y fundó La Fraternidad en la misma época que tomó parte en las labores conspiradoras de la Guerra Chiquita, junto a José Martí.
Este proyecto publicitario quedó interrumpido con su detención y condena al presidio de Ceuta en 1880.
Se traslada a España en 1882, bajo libertad condicional; allí se destacó por un periodismo polémico en medios madrileños, defendió los intereses cubanos e hizo amistad con destacadas figuras de las letras, como el cubano Rafael María de Labra.
Escribió en varias publicaciones y fue jefe de redacción de El Abolicionista y director de La Tribuna, de contenido liberal y abolicionista; también compiló una serie de artículos en el folleto La cuestión de Cuba (1884).
En 1885 comenzó colaboraciones como corresponsal del periódico habanero La Lucha, las que abrieron su camino de liderazgo entre negros y mulatos, casi por derecho propio, al regresar a Cuba en 1890.
Las autoridades coloniales habían permitido la organización de partidos políticos y agrupaciones como parte de la pacificación aplicada tras las dos primeras guerras independentistas.
Juan Gualberto fue elegido en 1891 presidente titular del Directorio Central de las Sociedades de Color, que agrupó a numerosas asociaciones de negros y mulatos para la defensa de sus asociados, después de la abolición de la esclavitud, en 1886.
En su agenda estuvo también la causa de la independencia de Cuba por la que ya habían luchado centenares de hombres y mujeres negros y mestizos.
Poco después lo condenaron a dos años, 11 meses y 11 días de prisión, acusado de provocación a la rebelión por medio de la imprenta; y por su enérgica defensa, solo estuvo preso ocho meses.
El Tribunal Supremo de España anuló la pena y declaró que era lícita la propaganda del ideal independentista que expuso Juan Gualberto en su artículo Por qué somos separatistas.
El 18 de julio de 1890 Juan Gualberto Gómez había fundado La Fraternidad, como el periódico de 1879, y lo estrenó con el célebre artículo que le costó la cárcel y un largo proceso ante los tribunales.
Entonces, lo sustituyó por otro llamado La Igualdad y no demoró mucho en unirse a José Martí.
Delegado a la Asamblea de Representantes del Cerro en 1899, constituyente en 1901, se opuso a la Enmienda Platt y tuvo en la neocolonia una conducta patriótica en defensa de la nacionalidad cubana.
Aunque fue Representante y Senador de la República, Juan Gualberto Gómez falleció en La Habana, el 5 de marzo de 1933, en un ambiente de pobreza.