Mariana llama, otra vez, a defender la patria

Urge recordar cómo, iniciada la gesta emancipadora frente al yugo colonial español, no demoró en encabezar la familia camino a la manigua, exaltó a la historia a hijos como Antonio y José Maceo, y sobresale ella misma por su labor de enfermería en los hospitales de sangre del Ejército Libertador, donde todo herido deseaba ser atendido por ella.  

La manigua convirtió a Mariana en ese símbolo apuntado por Martí: «¿No fue sangrándole los pies, por aquellas veredas detrás de la camilla de su hijo moribundo, hecha de ramas de árbol? ¡Y si alguno temblaba, cuando iba a venirle al frente el enemigo de su país, veía a la madre de Maceo con su pañuelo a la cabeza, y se le acaba el temblor! » (…).

Valiente y corajuda, al final de la guerra fue de las últimas mujeres en abandonar el monte, y tras esa entrega, que le depara de todos admiración, cariño y respeto, marcha al exilio en Jamaica, donde jamás encontraría descanso y continuaría con sus ideas y acciones inspirando en la causa revolucionaria a cuantos la visitaran.

Recordada con profundo orgullo, Mariana enaltece hoy la historia patria. Así como ella fue capaz de comprender el momento que vivía la Isla, no hay pecho de Cuba en que no vibre la madre de los Maceo junto a sus nuevos dignos hijos, quienes, ni traidores ni cobardes, están dispuestos a dar la vida por la Revolución.
Ahora mismo se escucha su voz, convocándonos.

 
 
 
 

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