Televisión y radio: ¡buenos en tiempos de contingencia!

Se fue la luz y ¡zas! perdí la comunicación con el resto del mundo, al no ser mis vecinos y mis pocos familiares que me daban vuelta. Por suerte tuve teléfono, todo el tiempo y por la solidaridad de mis colegas de Prensa Latina, recarga para el celular: así he estado pendiente del parto de mi querida Laya, en Berlín; conversé con Darío en Milán; con Priscila en Nueva York; Grifo en Argentina, en fin pude «mantener las comunicaciones».

Una vez más sentí orgullo de Lázaro Manuel Alonso, Cristina Escobar, Humberto López, Dayron Chang (al chino santiaguero que entrevisté), Abdiel Bermúdez en Holguín, Dalgis y Gianny en  Las Tunas, también en Bayamo, Santiago, Guantánamo, Ciego de Ávila, todos jóvenes y recientemente insertados en la profesión.

Froilán Arencibia, no tan joven, fue el conductor elegante, seguro, con un poco menos de informalidad que por contraste, hacía de la revista un espectáculo informativo.

¿Por qué en tiempos de contingencia logramos esa fluidez en el decir?¿Acaso el periodismo ciudadano es privativo solo de los momentos difíciles?. Los mensajes por correo electrónico, las fotos llegadas y televisadas por esa vía, deben formar parte de la cotidianidad.

A propósito: las revistas informativas especiales son más completas, rápidas, directas y eficaces que los otros espacios informativos ¿por qué mantenerlos?.

Mientras tuve corriente, vi entrevistas, reportajes y noticias repetidas ¿por qué?. De todas formas una vez más para los más altos ejecutivos, hasta los custodios de la televisión ¡gracias!.

Y ahora voy para mi gran y primigenia experiencia en estas lides. Creo que unos 10 años atrás un amigo español, Manuel Mateo, me mandó de regalo un radio. Es de marca Sony, cabe en bolsillos normales y no lo usé hasta que se me fue la luz con Irma.

Lo tenía por ahí, hasta mi huracán Deborah jugó con él. El pasado año supe que funcionaba porque Priscila le buscó pilas y se pasaba ratos oyéndolo.

Con ese desastroso ciclón una vecina ajustó más o menos el radiecito, y yo no lo trasteaba. Escuchaba la cadena formada por Radio Rebelde, Habana Radio, Enciclopedia y CMBF si no me equivoco.

Por ahí supe la ruta, el azote a la derecha de Matanzas, la lentitud en la subida por el estrecho de la Florida, los desastres que había ocasionado en Chambas,  Villa Clara, en fin seguí informada.

Ya más segura comencé a cambiarlo y encontré música, desde Cuba y otras latitudes; sonreí, pensando en mis amigos radialistas, Joaquín, Josefa, Salomé, Onelio, que me han pedido muchas  veces que les dedique un tiempo. Algo haré a partir de ahora, es  verdad ¡sonido para ver!.

En toda esa programación de la que fui parte pasiva me fascinó una entrevista modélica que le hizo Magdiel Pérez al director de la Empresa Eléctrica en La Habana. Como un gigante, el conductor sacó la información que hacía falta: a siete horas de pasar Irma, sólo el 6 por ciento de la capital tenía luz eléctrica.

A su vez, no me gustó que el locutor de Así hablando con el Dr José Rubiera casi no lo dejara explicar, ¿qué es eso?. Usted puede inquirir pero cuando entrevista a alguien con voz autorizada, por favor es a él a quien queremos escuchar no al periodista o locutor.

Y si de meteorólogos se habla ¡mi reconocimiento!. Fui de las que «grité» en Facebook ¡¡¡¡llegó Rubiera!!!!. Ahora bien, este hombre es casi un mito, ofrece seguridad, sabe trasmitir información, pero Elier lo hizo muy bien.

No sé por qué Miguel Ángel Hernández, que me recuerda a Limia,  no tuvo más espacio en la televisión y en la radio. Cualquiera de ellos pone la cara, su don  comunicativo, pero lo que dicen es fruto de un  número importante de especialistas que trabajan para ofrecer un pronóstico.

Claro que por años la seguridad está en Rubiera, ese es el poder de la imagen.

En fin, estamos en una etapa de recuperación: gran parte del país ha sido afectado y la información debe seguir siendo un espectáculo, para que nosotros, que la recibimos, sepamos cómo van Cuba y el mundo.

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