Perucho Figueredo nació en la ciudad de Bayamo el 18 de febrero de 1818. Inicialmente se estimó que había nacido el 29 de julio de 1819. Pero en el 2017 se logró encontrar su partida de nacimiento lo cual posibilitó hacer la correspondiente rectificación.
En 1834 fue enviado a estudiar al colegio habanero Carraguao, donde fungía como director literario y luego como director del plantel privado José de la Luz y Caballero.
Cuatro años después se graduó de bachiller en Filosofía en ese colegio. Entonces viajó Barcelona a estudiar Derecho y también cursó clases de piano, hasta que en 1842 se graduó de abogado. Seguidamente se trasladó Madrid con el objetivo de revalidar su título en la Universidad Central, al tiempo que recorrió varios países de Europa.
Años más tarde, exactamente en 1851, en Bayamo junto a Carlos Manuel de Céspedes, fundó la Sociedad La Filarmónica, centro cultural que agrupaba a intelectuales de la región.
En los años de la década del sesenta en el siglo XIX fue uno de los bayameses que formó parte del movimiento conspirativo contra el gobierno colonial español que se gestaba en su ciudad natal y en otras zonas de la entonces provincia de Oriente.
El 13 de agosto de 1867, junto con Francisco Maceo Osorio, se acordó convocar a la constitución del Comité Revolucionario de Bayamo, centro aglutinador de los trabajos conspirativos en la región y en el cual ocupaba el cargo de vocal.Al día siguiente se realizó una reunión secreta en su casa, en la que se formó el citado Comité el cual integró como vocal.Ese día creó la parte instrumental de la marcha guerrera La Bayamesa.
Evocan en Bayamo legado de Pedro (Perucho) Figueredo a 150 años de su fusilamientoa https://t.co/0LWW6pBhB8
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Algún tiempo después habló con el maestro Manuel Muñoz Cedeño para que la orquestara. Seguidamente contactó con el padre José Batista para que fuese interpretada la marcha al finalizar la misa aprovechando las festividades del Corpus Christie. La marcha se fue popularizando y se silbaba por las calles.
Tras iniciarse la guerra por la independencia y haberse ocupado Bayamo por los luchadores cubanos el 20 de octubre de 1868 Perucho Figueredo escribió la letra de la citada marcha que fue cantada en esa ocasión por los habitantes de esa oriental ciudad. Al formarse el Gobierno provisional en Bayamo, fue nombrado jefe del Estado Mayor.
Y el 11 de abril de 1869, en la Asamblea realizada en el poblado de Guáimaro, en la que participaron representantes de los luchadores independentistas de las provincias de Oriente, Camagüey y Las Villas, fue designado subsecretario de la Guerra del Primer Gobierno de la República en Armas, con grado de Mayor General. También se desempeñó como jefe de despacho del presidente Carlos Manuel de Céspedes.
En la madrugada del 14 de agosto de 1867, el revolucionario bayamés Perucho Figueredo, escribió la melodía del que llegaría a ser nuestro Himno Nacional. pic.twitter.com/TQEnHRchJc
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En el transcurso de 1869 y en el primer semestre del año siguiente continuo participando en el desarrollo de la guerra por la independencia de Cuba. Cuando se encontraba padeciendo de fiebre tifoidea en la finca Santa Rosa de Cabaniguao, en Las Tunas, resultó capturado por las fuerzas españolas. Fue conducido a Santiago de Cuba.
Se le trató de chantajear con el ofrecimiento de garantizarle la vida si claudicaba en sus principios, pero él no aceptó. Entonces fue fusilado.
Al referirse a la vida y labor de Perucho Figueredo, el destacado historiador cubano, el doctor Eduardo Torres Cuevas afirmó en un trabajo titulado Pedro Figueredo Císneros: Simplemente la muerte, reflejado en Cubadebate el 20 de octubre de 2018:
La muerte de Pedro Felipe Figueredo Cisneros, Perucho, constituye uno de los acontecimientos más dramáticos en los inciertos inicios de nuestras guerras de independencia. Las convicciones que lo llevaron a preparar e iniciar la gesta emancipadora sostuvieron su cuerpo enfermo, su mirada firme, ante el pelotón de fusilamiento. Suelen escribirse palabras altisonantes y frases escrutadas ante las tragedias que tienen una resonancia nacional o internacional. Pero, en estos casos, la valoración serena y objetiva ofrece un acercamiento más humano, reconstruye una época y sus valores y muestra situaciones históricas donde la determinación de un hombre, en circunstancias extremas, puede hacerlo trascender por lo excepcional de sus decisiones.”