A dos siglos de Carlos Marx

Cierto, había muerto el hombre, pero no con él la dimensión de su pensamiento y sus aportes a las ciencias económicas, sociales y políticas.

Casi dos meses después de conmemorar el final de su existencia, hoy 5 de mayo se cumplen 200 años del nacimiento del genial intelectual y filósofo alemán, creador de una teoría que es herramienta de la clase obrera mundial -y del campesinado e intelectuales- así como de honrados depositarios de diversas corrientes de pensamiento afines, inspiradas en sus doctrinas.



Tras la caída del muro de Berlín y el derrumbe de la ex Unión Soviética, primer estado de obreros y campesinos, se pensó que el Marxismo había muerto para siempre.

El colapso del llamado Campo Socialista no significó, en cambio, el derrumbe del pensamiento de Marx, quien fue ante todo un hombre de su tiempo, un científico que estudió y descubrió leyes universales de la naturaleza y la sociedad desde su contexto -en el cual pensó, luchó y sufrió- de las Inglaterra y Alemania del siglo XIX.

Correspondió a Lenin interpretar los postulados del genio alemán y aplicarlos a la realidad concreta de la Rusia zarista, entonces el eslabón más endeble de la cadena imperial europea; país con un Capitalismo en ciernes y un sensible ingrediente feudal y semiesclavista.

Lenin fue un discípulo consecuente de Marx, pero los siete escasos años de su existencia vital le impidieron consolidar las debidas rectificaciones que luego, en su ausencia, fueron echadas abajo por el estalinismo.

A pesar de todo Rusia, convertida en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, fue capaz de dar un salto descomunal y obtener la paridad económica, militar y estratégica con las potencias capitalistas de entonces y durante todo el transcurso de la Guerra Fría.

Lenin interpretó y realizó el pensamiento de Marx para la Rusia que le correspondió vivir, de la misma manera que Fidel aplicó los postulados de ambos pensadores a las condiciones concretas de Cuba en la segunda mitad del siglo XX.

Lenin puso en práctica el legado marxista en la Rusia de los zares; Fidel lo hizo con sabiduría y realismo en la Cuba neocolonial.

[…] Y ser marxista-leninista implica, en primer lugar, tomar del marxismo su esencia creadora, su esencia dialéctica, sus principios fundamentales, y aplicarlos con un criterio revolucionario, aplicarlos con un sentido dialéctico también a una realidad concreta […] (1)

Marx no debe culpa del desmoronamiento del llamado Socialismo Real soviético; fueron las contradicciones internas y burocráticas, el inmovilismo y la acumulación de errores en sus últimas décadas, tanto como la carencia de un dinamismo innovador, los encargados de desmontar lo que un día fue el primer estado de obreros y campesinos de la historia universal.

El pensamiento social original de Marx, Engels y Lenin, tras la muerte de este último, fue conducido a un proceso de degeneración que acabó perdiendo todo sentido real. Fue tal la desviación de las ideas de los forjadores que para rescatarlas es necesario hacerlo desde sus propios orígenes. Es decir, ir directamente a sus textos para poder empezar a encontrar las esencias de Carlos Marx, de Engels y de Lenin, porque lo demás crea confusiones.” (2)

A dos siglos del nacimiento del Prometeo de Tréveris, como también se le llama, la humanidad desposeída -mundialmente mayoritaria- precisa del pensamiento marxista para encontrar la solución de sus serios y crecientes problemas.

No se trata de reaprenderse manuales, sino de conocer directamente a los clásicos y sus postulados, y hacerlo con espíritu de creatividad contemporánea; no de sacar copias al carbón ni de erigir iconos cuya supuesta infalibilidad ose reclamar fervorosa veneración, lo cual endilgaría la culpa herética a interpretaciones que partan de otras premisas, como en el caso de los países del llamado Tercer Mundo, tan dispar, desigual y diverso.

El capitalismo que conoció Marx fue el europeo en una etapa incipiente; el de Lenin fue el ruso -atrasado y con su indescriptible mescolanza de servidumbre feudal y semiesclavista- que solo él con su genialidad pudo aplicar a aquella realidad.

Hoy cursamos la primera mitad del siglo XXI con varias revoluciones tecnológicas dejadas atrás, una nueva revolución tecnológica de las telecomunicaciones y la informatización que hacen del mundo una aldea global, que coexiste en medio de esa paradoja que es la diferencia cada vez más creciente entre ricos y pobres -con sus traducciones intranacional e internacional- como es el caso de los pueblos del Tercer Mundo.

Vivimos una realidad universal donde viejas formas del capitalismo se combinan con las más novedosas, al tiempo que sobreviven otras de esclavitud y estados imperiales con estructuras semifeudales. Marx conoció el colonialismo y lo condenó, pero desde la segunda mitad del siglo XX ha asumido nuevos rostros.

Las formaciones socioeconómicas con su faz política desde el Esclavismo hasta el capitalismo -formas sociales divididas en clases- aparecieron una tras otra como parte de un proceso histórico-natural.

Correspondió a Marx descubrir cómo las leyes de la Naturaleza se cumplen en la Historia para luego ser aplicadas a la ingeniería social, y con ella reinventar un nuevo devenir humano.

La teoría marxista es fruto del intelecto desde el razonamiento científico, y es desde esa óptica que se debe asumir; no como un ABC de la historia para ser repetido de memoria, sino como herramienta para instrumentar el desafío de la contemporaneidad en cada país, acorde a sus circunstancias.

“Es importante, sobre todo, que entiendan que el marxismo-leninismo no es una doctrina muerta, que no es un catecismo, que no es un esquema, que llega y se le pone a cualquier problema; que no se trata de una serie de uniformes o de modelos de vestidos que se escogen para este caso o para el otro, sino que es un método, es una guía, es un instrumento, que, precisamente, tiene que usarlo el revolucionario en la solución concreta de los problemas que se presentan. Es una doctrina viva, que al individuo lo arma, lo prepara, lo capacita, lo lleva a resolver adecuadamente los problemas; de lo contrario, se vuelven cerebros muertos y los cerebros tienen que ser vivos, para aplicar fórmulas vivas a cada problema concreto que tienen”. (3)

El pensamiento de Marx no ha muerto; el fin de la historia es una falacia. Queda mucho por andar y sus postulados son de universalidad tal que pueden ser aplicados con sabiduría y creatividad a los nuevos y cada vez más complejos escenarios.

Los de un mundo que él no alcanzó a conocer, pero en el cual aún subyacen las mismas causas de infortunio que él refirió.


La República Popular China es uno de los países que conmemoraron este sábado el bicentenario del nacimiento de Carlos Marx, padre del Comunismo Científico


NOTAS

(1) Discurso pronunciado por el VIII aniversario de la Revolución, el 2 de enero de 1967. Ediciones OR (1), La Habana, 1967, p. 25 – Extraído de Diccionario de Pensamientos de Fidel Castro – Salomón Susi Sarfati – Editora Política, La Habana, 2008

(2) ¿Cuál es el verdadero pensamiento de Marx y Engels? Armando Hart Dávalos – Publicado en “La Jiribilla” Año IV La Habana, 30 de julio – 5 de agosto de 2005 http://epoca2.lajiribilla.cu/2005/n221_07/221_05.html

(3) Fidel Castro Ruz. Palabras en la VI Reunión Nacional de las Escuelas de Instrucción Revolucionario, el 20 de diciembre de 1961. Selección de discursos. Editado por la Dirección Nacional de EIR, La Habana, 1963, pp. 176 – 177 Extraído de Diccionario de Pensamientos de Fidel Castro – Salomón Susi Sarfati – Editora Política, La Habana, 2008

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