Adiós al maestro de juventudes

Era un buen amigo, un padre, un hombre sencillo y un analista económico admirado por muchos en nuestra profesión. Confieso que este es el obituario que nunca quise escribir. Siempre me interesaron sus análisis, sus argumentos y la decisión de conseguir datos para llevarlos de una manera sencilla a ese lenguaje que a ambos nos había atrapado: la radio.

Para muchos, era el protector de los jóvenes, yo prefiero llamarlo “el guarda del futuro”. Confiaba en el mejoramiento humano, en la posibilidad de que de cada uno de aquellos que pasamos bajo su tutela, saliera un buen periodista pero sobre todo una mejor persona.

Las herramientas eran sencillas, nada rebuscadas o validadas por grandes academias. A través de la consciencia compartía su sabiduría sin buscar imponerse ni tener la razón. Un compartir muy amoroso, orgánico y natural, pues sólo nos mostraba el camino para que fuésemos nosotros quienes dirijamos y hagamos nuestro ese conocimiento.

Anécdotas, miles! Desde sus aventuras como alfabetizador, las decisiones como director de una gran emisora, las coberturas más difíciles o cómo lograr hacer un resumen de la economía anual cubana, durante muchos años, sin perderse entre cifras y frases vacías.

En el ejercicio del periodismo le respetaban por su agudo olfato informativo porque nunca se dejaba guiar por los primeros suspiros de una noticia. Nos decía que detrás de cada una de las cinco preguntas del encabezado había otras doscientas que nos ayudarían a buscar el contexto y a ubicar los hechos, solo había que ser audaces en formularlas.

Con Julio Pérez se ha perdido un excelente profesional del periodismo en Radio Habana Cuba. Y, lo que más nos duele a muchos, hemos perdido un gran amigo.

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