Che Guevara: Su conducta ética

Para un análisis más detenido de su ética se puede acudir, solo como un ejemplo, a la actitud que él asumió al ser apresado junto a Fidel y parte de los futuros expedicionarios del yate Granma, y remitidos a la prisión Miguel Schultz, en Ciudad México.

En aquella oportunidad primó más que su propia suerte personal – al estar indocumentado-, el éxito del proyecto expedicionario de Fidel y de la causa cubana. “ Le dije – expresó el Che – que no debía de pararse la Revolución por mí y que podía dejarme “. Esa expresión tuvo una respuesta inmediata y firme de Fidel: “ Yo no te abandono”. Y así fue. Un hecho protagonizado por dos grandes de nuestra historia, y que se correspondió con la misma conducta ética que ambos abrazaban.

Recientemente, la destacada intelectual cubana Graziella Pogolotti, escribió que en el Che “ la célula matriz estaba en el fundamento ético, siempre de cara a la verdad para afrontar, con clara conciencia, las más duras realidades y en equilibrado reconocimiento a los éxitos y a los méritos personales “.

Antes, en su viaje a otros países de América del Sur, el Che había visitado los parajes más apartados del Perú. Allí conoció la vida que llevaban las comunidades indígenas, a la vez que trabajó en un leprosorio cuidando a sus pacientes, entregándose con devoción inaudita a los mismos elevando la ética médica hasta los más altos escalones humanos, lo que jamás dejó de practicar.

En la experiencia cubana, la conducta ética del Che, se manifestó desde los primeros momentos en que formó parte del Ejército Rebelde llegando a ser el primer Comandante ascendido por Fidel. Además de su valor, el Che fue un jefe que supo obtener con su ejemplo, el respeto de su tropa, entre otras razones, por ser siempre el primero en cumplir con cualquier misión por difícil que fuera.

Cuando el Che fundó la publicación El Cubano Libre y Radio Rebelde, respectivamente, en la Sierra Maestra, lo hizo, y así funcionó hasta el triunfo de la Revolución, bajo dos principios: la ética y la verdad de cuánto se informaba a la población para burlar la férrea censura impuesta por la dictadura.

Su prestigio, ejemplar disciplina e inteligencia hicieron posible, la victoriosa invasión de su columna 8, Ciro Redondo, que partió desde la Sierra Maestra hasta el territorio villareño. Entonces, con su capacidad y experiencia militar logró mantener la cohesión de una tropa acosada por el hambre, el ejército enemigo y los fenómenos de la naturaleza, incluyendo un ciclón.

Su conducta, arraigada en los más sólidos principios, acompañada de una ejemplar austeridad como dirigente y como ser humano, fue intachable en todas las responsabilidades que ocupó después del triunfo de la Revolución, lo que siempre coronó con su más estrecha vinculación con los obreros de los más disimiles sectores de la producción.

A pesar de que desde su niñez padeció de asma, su esfuerzo y entusiasmo en cada tarea encomendada por la dirección de la Revolución culminaron en el éxito. Así fue como jefe del Departamento de Industrialización del INRA, después como Presidente del Banco Nacional y finalmente como Ministro de Industrias. Todo realizado con una entrega sin límites, con pasión revolucionaria y ejemplo a imitar como dirigente.

Decía el Che que “el dirigente tiene que estar con los pies en la tierra pero con la mirada en el cielo”, como indicando que como punta vanguardia el dirigente debía pensar en grandes ideas en beneficio de Cuba y el bienestar de su pueblo.

Su profundo pensamiento revolucionario y humanismo están presentes en su ensayo “El Socialismo y el Hombre en Cuba“, publicado en el Semanario Marcha, de Uruguay, constituye un documento teórico de elevada significación para poder valorar los principales aspectos políticos, éticos, estéticos y culturales en el período de transición al socialismo.

Características personales que encerraban una eticidad admirable en el Che, basadas en la sinceridad, la franqueza y la verdad, lo apreciamos en su accionar diario con su humanismo revolucionario. Quienes trabajaron cerca de él valoran su insuperable espíritu crítico y autocrítico, su rechazo a todo privilegio. Era, en fin, un revolucionario modesto y sencillo, indoblegable e incorruptible que no permitía la negligencia, ni el engaño.

El Che fue ético y consecuente con su pensamiento internacionalista, combatiendo en el Congo y en Bolivia, dejando, para ello, de manera consciente, su seno familiar, todo tipo de beneficio o comodidad, por mínima que fueran, para liberar a otros pueblos, simbolizando los más altos valores humanos. Y es, como dijo Fidel, el Che …

“era un cuadro estratégico, con una experiencia fabulosa. Uno de los hombres más nobles, más extraordinarios y más desinteresados que he conocido”.

Con su muerte su personalidad de gigante y el legado de su ética revolucionaria causa una gran aureola y una gran mística, la cual se renueva constantemente con bríos de combate en numerosos países en los cuales las masas enfrentan al capitalismo y al neoliberalismo. El Che fue un hombre a quien le bastaron sus tres letras para ser querido y respetado por otros pueblos del mundo.

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