Cuba-Estados Unidos: puntos de contacto y desencuentros

Durante su recorrido por el centro histórico de La Habana Vieja, sobre todo a los palacios del Segundo Cabo y de los Capitanes Generales, el mandatario norteamericano constató la influencia del devenir de su país en el contexto histórico cubano, y pone en primer lugar el espíritu de hermandad y solidaridad mutuo, por encima de los desencuentros.

En ambas instituciones, el visitante conoció de la existencia de un cuadro original del presidente Abraham Lincoln, así como también de que otro coterráneo suyo, que llegó a la primera magistratura del país, George Washington, estuvo en el Convento de San Francisco de Asís, uno de los emblemas de la capital cubana.

Otro dato muy interesante es que aún se conservan en el hoy Museo de la Ciudad (otrora Palacio de los Capitanes Generales) documentos y actas originales del Congreso de los Estados Unidos, con un valor extraordinario.

Asimismo, salió a relucir el nombre de Thomas Jordan, quien fuera General del Ejército Libertador cubano y militar de profesión, quien se enroló en los preparativos de la gesta por la independencia nacional. Jordan vino a Cuba con una expedición de 200 hombres a bordo del vapor Perrit, y durante la contienda bélica contra España, participó en grandes batallas.

El ejemplo más ilustrativo de lo dicho anteriormente está en el joven norteamericano Henry Reeve, quien a los 19 años dejó su hogar en Brooklyn, para unirse a la causa emancipadora cubana y convertirse en general de brigada del Ejército Libertador.

Conocido en Camagüey por el sobrenombre de Enrique el americano, en el resto de Cuba, tanto cubanos como españoles, lo llamaron El Inglesito. Se le adjudica haber participado en unas 400 acciones combativas, de las que en 10 resultó herido y se le reconoce haber participado en el rescate del General de Brigada Julio Sanguily, un legendario combate dirigido por el Mayor General Ignacio Agramonte y Loynaz.

Precisamente, por iniciativa del líder histórico de la Revolución Cubana, Fidel Castro Ruz, se creó un contingente internacional médico que lleva el nombre simbólico de Henry Reeve.

Los investigadores, analistas, historiadores y politólogos ubican sitúan otros momentos claves que también ilustran el inicio de las relaciones entre La Habana y Washington.

Benjamín Franklin, uno de los forjadores de la independencia norteamericana, recomendó a Inglaterra en la época de las Trece colonias la toma de la mayor de las Antillas.

También el tercer presidente de los Estados Unidos de América, Thomas Jefferson, quien ocupó el cargo entre 1801 y 1809, manifestó el interés por Cuba al notificar al Ministro de Gran Bretaña en Washington que en caso de guerra con España, Estados Unidos se anexara Cuba.

Ya para 1823 el mandatario John Quincy Adams, establecía la llamada teoría de «la fruta madura», según la cual el territorio caribeño por su cercanía geográfica, debía caer en manos norteamericanas.

Por su parte, el Presidente James Monroe, para referirse a Cuba, afirmó que agregarla a su territorio era lo que necesitaba su país para que incrementara su interés. “Siempre la miré como la adquisición más interesante para nuestro sistema de estado”, expresó Monroe.

El 15 de febrero de 1898, la explosión del USS Maine fue utilizada por Estados Unidos como pretexto para justificar el inicio de la guerra contra España.

Luego, con la firma del Tratado de París, se iniciaba un período transicional, mediado por la presencia directa de Washington en el contexto caribeño.

El 1ro. de enero de 1899, Estados Unidos entraba formalmente en posesión de Cuba, se arriaba oficialmente la bandera española en el Castillo El Morro, y se comenzaba oficialmente la ocupación militar de la nación.

El 28 de febrero de 1901 se aprueba la Enmienda Platt, la cual constituyó una seria mutilación de nuestra independencia al establecer el derecho gringo de intervenir militarmente en el país y a adquirir territorios para establecer bases navales y carboneras.

Luego vendrían otras tres intervenciones militares norteamericanas en los años 1906, 1909 y 1912. En diciembre de 1903 fue abierta oficialmente la Base Naval en Guantánamo, territorio que prosigue ocupado hoy de manera ilegal.

El 20 de mayo de 1902 se establece la República Neocolonial. Un año después, el gobierno de Estrada Palma y el de los Estados Unidos firman el Tratado Permanente. Como única forma de terminar la ocupación militar norteamericana se exigió la firma de este tratado que reproducía los siete primeros artículos del Apéndice Constitucional, Enmienda Platt, rematando de esa forma las cadenas impuestas a los cubanos por la voluntad suprema de las armas.

Con el triunfo de la Revolución, el 1ro, de enero de 1959, surgen una serie de conflictos: Washington aprueba acciones contra Cuba y el Gobierno Revolucionario encabezado por Fidel Castro Ruz nacionaliza las empresas norteamericanas asentadas en la isla caribeña.

La Casa Blanca decide romper relaciones con la mayor de las Antillas en 1961 y un año más tarde logra su expulsión de la Organización de Estados Americanos (OEA).

Ya desde 1960 se impone un férreo bloqueo económico, comercial y financiero que se fue endureciendo con el paso de los años. El apretón final llegó en 1996, cuando el presidente William Clinton promulgó la ley Helms-Burton, que permitía represalias a empresas internacionales que traten con La Habana. Es decir, que las compañías prácticamente debían elegir entre negociar con uno de los dos países.

El cambio transcendental entre las relaciones diplomáticas no se producirá hasta que el Congreso de Estados Unidos levante el embargo económico al que tiene sometida a la isla. Otro asunto clave es el futuro de Guantánamo, la base militar naval estadounidense situada en el sudeste cubano.»Eso no forma parte de la conversación por nuestra parte», manifestó John Kerry, Secretario de Estado norteamericano. Por su parte, el presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de Cuba, General de Ejército Raúl    Castro Ruz, anunció que sin el levantamiento del bloqueo, la Perla del Caribe no podrá liberarse de sus fricciones diplomáticas con Estados Unidos.

Sólo resta esperar que Obama o su próximo sucesor en la presidencia, tengan en cuenta el reclamo de los cubanos. Lo primordial ahora es asumir un nuevo discurso donde sean más visibles los puntos de contacto y menos los desencuentros, para lograr una convivencia respetuosa y civilizada entre Cuba y Estados Unidos.   

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