Cuidado con la llave de la irresponsabilidad

Como consecuencia de la situación epidemiológica de La Habana, también se acaba de anunciar que el territorio no podrá reiniciar el curso escolar el venidero Primero de Septiembre, como el resto del país, aunque se aclara se sigue de cerca el comportamiento de otros municipios que tienen eventos de transmisión local activos y se encuentran en cuarentena.

Es una situación compleja, que refleja cierta asimetría en cuanto al comportamiento de la transmisión del virus en el país, un similar patrón de comportamiento internacional cuando se comienza a transitar gradualmente por la etapa de recuperación y se abren nuevos servicios con el consiguiente incremento de la movilidad de las personas.

Recuperación no es ausencia de circulación del virus, recuperación es mantener estrictas medidas de protección higiénica sanitarias con distanciamiento físico, porque sigue siendo la mejor vacuna contra la COVID19.

Según los expertos, a partir de la sistematización de experiencias en todo el mundo, en la etapa de recuperación los escenarios cerrados y de aglomeración de personas son los más proclives a transmitir la enfermedad.

Si seguimos esa pauta, las malas experiencias en la realización de fiestas familiares, indisciplinas en bares, aglomeraciones innecesarias, subestimación institucional en el cumplimiento de medidas sanitarias elementales, abrieron la ¨llave¨ para el incremento del número de casos activos hoy, que pasa los 600 al cierre de la última información, y que desde la capital, La Habana, se fue extendiendo hacia provincias cercanas como Artemisa, Mayabeque, Pinar del Río y Villa Clara.

Una evaluación de la situación de la COVID19 en el país, exige siempre una mirada sistemática y puntual, una evaluación de qué más se puede hacer o qué medida se puede implementar para contribuir a un mejor control de la enfermedad. Cualquiera de estas posiciones siempre nos conduce por el papel esencial del ser humano, cómo la asume y las cumple con rigurosidad.

Por eso la población puede y debe desempeñar un papel activo en contribuir a mantenerse con el debido distanciamiento físico, en el caso de La Habana, también con aislamiento social, y actuar enérgicamente junto a las autoridades correspondientes en aquellos lugares donde la indisciplina resurja, o las fiestas o aglomeraciones de personas innecesarias puedan traer males mayores.

Todos queremos acortar el tiempo y revertir la situación epidemiológica existente, pero no será por arte de magia, sino por la acción mancomunada y la sistematicidad en el cumplimiento de las medidas sanitarias, reiteradas ya hasta la saciedad, y que no siempre se acatan.

Nadie recuerda un verano como este en los últimos años, donde tantas personas e instituciones se hayan dedicado a tiempo completo, en cuerpo y alma para controlar y prevenir una enfermedad cuyo impacto internacional es cada vez más considerable, y en el caso de nuestro país, ha demandado extraordinarios recursos materiales y financieros porque en Cuba lo primero es y siempre será prioridad, el salvar vidas.

 

 

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