El primer año de Donald Trump en la Casa Blanca (+Audio, Video y Fotos)

Contra todos los pronósticos el multimillonario derrotó a la aspirante demócrata Hillary Clinton, favorita en todas las encuestas previas a los comicios, tras protagonizar una contienda marcada por escándalos, fuertes acusaciones y ofensas entre los principales rivales.

Cuando el pasado 20 de enero Donald Trump se convirtió en el presidente 45 de su país, anunció al mundo que «desde ese momento, solo Estados Unidos será primero», y «cada decisión que tomemos-dijo- será para beneficiar al pueblo estadounidense».

El mandatario republicano aseguró en su discurso de investidura que «pondría a Estados Unidos en primer lugar a la hora de tomar decisiones económicas o de política internacional».

Entonces, un año después, ¿por qué no escucha el Jefe de la Casa Blanca a la significativa parte del pueblo estadounidense que desea la normalización de los nexos con Cuba?

El pasado 16 de junio, Donald Trump dispuso la eliminación de los intercambios educacionales «pueblo a pueblo» a título individual y una mayor fiscalización de los viajeros estadounidenses a Cuba.

También anunció la prohibición de las transacciones económicas, comerciales y financieras de compañías norteamericanas con empresas cubanas vinculadas con las Fuerzas Armadas Revolucionarias.

Las medidas imponen trabas adicionales a las muy restringidas oportunidades que el sector empresarial estadounidense tenía para comerciar e invertir en Cuba.

A su vez, restringen aún más el derecho de los ciudadanos norteamericanos de visitar nuestro país, ya limitado por la obligación de usar licencias discriminatorias, en momentos en que el Congreso de los Estados Unidos, como reflejo del sentir de amplios sectores de esa sociedad, reclama no solo que se ponga fin a la prohibición de viajar, sino también que se eliminen las restricciones al comercio con la Isla vecina.

El estado de las relaciones bilaterales se agravó sensiblemente, a partir de las decisiones adoptadas en septiembre y octubre por el gobierno norteamericano de reducir de forma sustancial el personal de su Embajada en La Habana y de expulsar, de manera unilateral, infundada y arbitraria, a 17 funcionarios de la Embajada de Cuba en Washington, con el pretexto de los alegados incidentes que habrían supuestamente afectado la salud de algunos de sus diplomáticos y familiares, y de que el gobierno cubano no había adoptado todas las medidas adecuadas para garantizar su protección y seguridad.

Pero esto no fue suficiente y Washington escaló en su reacción: emitió una advertencia a los viajeros para disuadirlos de visitar Cuba y publicó un aviso sobre restricción de alojamiento en algunos hoteles de La Habana.

A su vez, la reducción drástica del personal diplomático estadounidense y la suspensión del otorgamiento de visas en el Consulado, hecho sin precedentes desde la apertura de una oficina en La Habana en 1977, ha paralizado los trámites de los ciudadanos cubanos para emigrar o visitar EE.UU., los cuales han sido transferidos a terceros países, haciéndolos totalmente inviables.

Estas medidas han tenido también un impacto negativo en la cooperación bilateral en temas de interés mutuo, los intercambios y los viajes entre los dos países, los vínculos familiares y las relaciones migratorias.

Ciertamente, las decisiones del presidente Trump contradicen el apoyo mayoritario de la opinión pública estadounidense, incluyendo el de la emigración cubana en ese país, al levantamiento total del bloqueo y la normalización de los vínculos bilaterales.

Analistas consideran que la opinión pública norteamericana sostiene hoy todo lo contrario al espíritu de las medidas de Trump; congresistas norteamericanos, el sector empresarial, la sociedad civil, en fin, una amplia gama de sectores no están de acuerdo con el Jefe de la Casa Blanca en su mirada hacia Cuba.

Le sugerimos en video un reporte de la multiestatal TeleSur que reseña cómo llega Donald Trump al primer aniversario en la Casa Blanca:

De igual manera, fuentes consultadas aseguran que la política hostil de Washington aislará a Estados Unidos en la región latinoamericana y en el mundo, reducirá los intercambios entre ambos países, afectará a la vez los intereses cubanos y estadounidenses; y erigirá otro obstáculo entre ambos pueblos que aspiran a mantener lazos cordiales, pacíficos y respetuosos.

En este escenario, Donald Trump debiera comprender que los Estados Unidos no están en condiciones de darnos lecciones.

Si su país es lo primero, ¿por qué no se ocupa de los numerosos casos de asesinatos, brutalidad y abusos policiales, en particular contra la población afroamericana?¿Por qué no menciona en sus discursos que desplegará una cruzada para eliminar las muertes por armas de fuego; para enfrentar la explotación por el trabajo infantil y las graves manifestaciones de discriminación racial?

En Estados Unidos se margina a emigrantes y refugiados, en particular los procedentes de países islámicos; se pretende levantar muros que denigran a vecinos; y se abandonan los compromisos internacionales para preservar el medio ambiente y enfrentar el cambio climático.

Estos apenas son algunos ejemplos. Pero la realidad demuestra, que desde el primer día de su gobierno, el 20 de enero de 2017 hasta la fecha, mucho que se ha equivocado el gobernante norteamericano.

Según encuestas recientes, Donald Trump cuenta con solo un 39 por ciento de aprobación a un año de asumir el cargo, considerado el índice más bajo en la historia del norteño país.

El sondeo realizado por la cadena televisiva NBC News y el diario Wall Street Journal, arrojó que la calificación de Trump bajó dos puntos en relación a una investigación similar realizada en diciembre pasado.

La indagación mostró que el 38 por ciento de los encuestados escogió la palabra «disgusto» para describir el primer año de mandato de Trump, el 24 por ciento dijo «asustado», y el 11 por ciento de los entrevistados se mostró «enojado».

Esas son las opiniones de los ciudadanos acerca de su desempeño doméstico; pero en política exterior, el cambio de política hacia Cuba impuesto por el presidente Donald Trump, lo cual constituye un retroceso en las relaciones bilaterales, ha sido rechazado por una significativa parte de la sociedad estadounidense.

En su afán por complacer a la ultraderecha de la Florida y desmontar el legado de su antecesor demócrata, Trump optó por dañar los intereses de amplios sectores de la sociedad norteamericana y reforzar la política de bloqueo que causa innumerables perjuicios al pueblo cubano.

Un año después de su llegada a la presidencia el 20 de enero de 2017, expertos aseguran que la Casa Blanca es un verdadero caos; y la frase de campaña del multimillonario Donald Trump “Estados Unidos primero”, también parece olvidada.

Le sugerimos escuchar el reporte en audio:

 

 

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