De acuerdo a su texto, la situación de un gran número de hispanos en Estados Unidos resulta, como mínimo, penosa. Algunos llegan a tal desespero que echan mano a Internet para acopiar llamados fondos de uso colectivo.
Según Isabel Olmos, sobresale el caso de los latinos porque en número creciente utilizan esa vía. ¿Motivo? Debido principalmente a sus angustiosas necesidades médicas y educativas.
Otras razones paradójicamente felices y amargas incluyen funerales y celebraciones de bodas y quinceañeras, añade la articulista.
Isabel Olmos estima que al crecimiento de los fondos colectivos latinos han contribuido “los vacios” impuestos al plan sanitario del Obamacare.
Pero, sobre todo, el miedo ante el nuevo programa de salud anunciado por Donald Trump, «congelado» recientemente. De ahí que cada vez nacen más plataformas en internet para latinos basadas en donaciones filantrópicas, como la más reciente, FundLatinos.
La periodista Olmos explica lo sucedido a Perret Gentil, madre soltera latina de una niña de ocho años sin familia en Estados Unidos. Hace 12 meses ella llegó al territorio floridano de Orlando con 36 años de edad, y sufrió un derrame cerebral.
O sea, la tercera causa de muerte en ese país, ella confesó a la reportera que nunca imaginó que el seguro médico allí «fuera tan difícil de entender, especialmente para los recién llegados».
«Yo tenía uno cuando me incorporé al Obamacare», dijo, pero en diciembre me notificaron, tiene que renovarlo y esperar hasta enero.
¿Mientras tanto?, «congelada», porque el plan de Obama se desactiva en ese último mes de 2016, narró Perret Gentil, a su entrevistadora. Cuando en enero reactivaron el Obamacare, -prosiguió- ella decidió trasladarse al Florida Blue.
Como no tenía seguro, y tras varios días con fuertes migrañas, fue a una clínica de bajo costo, (20 dólares la consulta), y no le reportaron algún problema. Sin embargo, de pronto, se quedó inmóvil y sin poder decir una sola palabra.
De vuelta a su casa, no demoraron mucho en remitirla al hospital más cercano y tras varias pruebas tampoco le detectaron una dificultad.
Veinticuatro horas más tarde perdía el control de su cuerpo y era trasladada de nuevo a un centro sanitario. «Me orinaba y vomitaba continuamente. La cara estaba desfigurada. Ya me había dado el derrame cerebral (stroke) y no se podía hacer nada».
No obstante, advierte Isabel Olmos, sus problemas con el seguro médico acababan de empezar. Por ejemplo, esta paciente latina necesita terapia tres veces al día, (física, ocupacional y del lenguaje), pero el Florida Blue no lo cubre por completo. «Ahora estoy aprendiendo a mover el pie de arriba abajo», dice Perret-Gentil.
La terapia ocupacional es vital para recuperar su cotidianidad: Aprender a atarse los cordones de los zapatos, abotonarse una camisa y escribir de nuevo a mano o en la computadora.
«Tengo la letra de un niño pequeño, no puedo medir el peso de una jarra de agua, ni peinarme o cepillarme los dientes», describe Perret-Gentil.
Ella necesita con urgencia ayuda financiera para cubrir estos gastos hasta regresar a su trabajo.
No es la única entre otros dramas de parecida catadura que ayudan a comprender mejor la razón del porqué tantos hispanos son capaces de arañar la tierra en Estados Unidos para mantener sus «fondos colectivos».
He ahí, en acción, aquel tipo de libertad y democracia.