De inmediato asocié que por coincidencias de la vida Fidel partió hacia la inmortalidad el mismo día que 60 años atrás había salido desde México en el yate Granma rumbo a la libertad definitiva de Cuba.
En Fidel los imposibles encontraron su antónimo. Nada lo amilanó: ni la cárcel tras el asalto al cuartel Moncada; ni el exilio; ni las difíciles condiciones en la Sierra Maestra; ni los 638 atentados contra su vida, y es que Fidel siempre será Fidel, la muerte le llegó cuando la naturaleza lo dispuso y no cuando nadie lo quiso como muchos intentaron.
Fidel se ganó la condición de padre y guía de millones de cubanos; de millones de personas en otras partes del mundo. Su sapiencia lo convirtió en líder universal; en visionario del futuro.
Su verbo firme, claro e inteligente quedará por siempre en las muchas veces que denunció las injusticias del capitalismo; las agresiones al medioambiente; los efectos de la guerra; las discriminaciones….
Muchos lo tildaron de soñador pero gracias a sus sueños de justicia y paz los cubanos de hoy tenemos una vida más digna.
Ni en la cuartilla más larga cabría todo lo que hizo Fidel a lo largo de sus fructíferos 90 años porque Fidel pensó en todo y sus ideas llegaron hasta los más insospechadas esferas de la vida.
Fidel no ha muerto. Los hombres como él no mueren jamás y en nosotros está la responsabilidad de que viva por siempre.
¡Gracias por todo, Fidel!