Granjita Siboney: 56 años preservando la historia

Ubicada a unos 14 kilómetros de la ciudad de Santiago de Cuba muestra acertado montaje museográfico que a través de siete salas, permite conocer la historia de la casa, los preparativos previos al asalto a la segunda fortaleza militar en importancia del país y sus consecuencias.

Dignatarios y personalidades de diferentes naciones de todos los continentes han recorrido las salas de esta joya de la historia cubana, muchos de ellos acompañados por Fidel, Raúl y el Comandante Juan Almeida, quienes se encontraban entre los 129 jóvenes que de aquí partieron a la acción del Moncada la madrugadas del 26 de julio de 1953.

Sus muestras expositivas recogen cada uno de esos momentos, expresivos de solidaridad y reconocimiento a la valentía de quienes no quisieron dejar morir a José Martí en el año de su centenario, tal y como resume una frese escrita en el libro abierto a los visitantes: ¡Tenían razón! 

Su pequeño colectivo, de trabajadores dirigido por la joven Mary Leidis Brunet decidió dedicar el onomástico al centenario del natalicio de la Heroína del Moncada Melba Hernández el próximo día 28, al personal de la salud en combate contra la Covid-19 y al 68 Aniversario de la mañana de la Santa Ana el 26 de julio de 1953.

Villa Blanca, su historia

La casa comenzó a construirse en 1945 por su propietario el comerciante José Vázquez Rojas natural de Santiago de Cuba. Fue utilizada como lugar de recreo para disfrute de familiares y amigos que la frecuentaban.

Bautizada con el nombre de Villa Blanca, por los colores con los que se pintó, fue descubierta por Fidel Castro Ruz y Ernesto Tizol Aguilera en abril de 1953, cuando realizaban un recorrido por la carretera de Siboney. 

Ambos consideraron este sitio ideal para instalar una supuesta granja avícola que se convertiría de pretexto a su propósito real: seria el cuartel general de los revolucionarios que participarían en el asalto al cuartel Moncada.

En los primeros días de julio de 1953 el joven Abel Santamaría Cuadrado ocupó la vivienda.

Como encargado de la “granja”, ordenó la construcción de “gallineros” donde se ocultaron los autos que se utilizarían en la acción. Junto al santiaguero Renato Guitar Rosel acondicionó un pozo seco para esconder armas, al que se le puso una cruceta de madera y una tina de metal llena de tierra y planta para dar la apariencia de un cantero similar a los de la entrada de la casa.

La noche del 25 de julio llegaron a La Quinta un grupo de jóvenes a quienes Fidel Castro en la madrugada del 26 dio a conocer el plan de ataque. La partida se produjo aproximadamente a las 4 y 45 A.M. con rumbo a la fortaleza militar.

Terminado el combate algunos asaltantes regresaron, y 19 de ellos siguieron a Fidel por la cordillera de la Gran Piedra con el objetivo de continuar la lucha.

Esa misma mañana soldados del ejército irrumpieron y ocuparon la Villa deshabitada. Depositaron en la tarde y la noche cinco cadáveres de jóvenes asaltantes asesinados.

También víctima de la represión, después del mediodía del 27, dejaron abandonado en una de las porterías de acceso el cuerpo sin vida de un civil, momentos estos en que se produjo el ametrallamiento en la fachada de la vivienda. 

Debido a la conmoción por lo acaecido en el inmueble y sus alrededores, los dueños no desearon volver a disfrutar del lugar y decidieron volver a prestarlo en varias oportunidades, hasta que en 1959 se radicaron aquí otros familiares.

El 23 de julio de 1965 la casita blanca y roja donde se inició la última etapa de la Guerra de Liberación Nacional fue convertida en Museo Granjita Siboney. Por su importancia histórica el 26 de julio de 1979 se declaró Monumento Nacional.

 

 

 

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