Hace 91 años, en un pueblito llamado Birán

Creció como lo hace la mayoría de los niños: gustaba de jugar y hacer travesuras, rodeado del cariño de padres y hermanos, deseoso de estar en contacto con la naturaleza y de aprender algo nuevo cada día, pues amaba estudiar.

En Fidel Alejandro despertaba progresivamente un ideal por el bien común. Supo desde la temprana juventud que en asuntos de bondad y justicia las cosas en su país no andaban nada bien; unos pocos lo tenían todo, y otros apenas podían llevar un pedazo de pan a sus bocas.

Como tanto le gustaba aprender, leyó que hombres y mujeres nacidos en su propia tierra habían luchado por tener una patria librepara que cosas tan lamentables como aquellas no ocurrieran, y que por una u otra causa no lo habían logrado; que hubo un instante en que la ansiada libertad pareció alcanzarse, pero les fue alevosamente arrebatada por un imperio vecino prepotente.

Fidel Alejandro estudió, aprendió mucho del mundo que le rodeaba; fue un lector como pocos, y se hizo abogado en la Universidad de La Habana, capital de su país. Desde su vida profesional, cuando parecía prevalecer una aparente tranquilidad republicana, un mal cubano lleno de ambición volvió a irrumpir en la escena nacional para echar abajo las ilusorias esperanzas de un pueblo que era una y otra vez engañado.

El joven abogado comprendió que la solución de la patria iba más allá de expulsar del poder al intruso; era preciso acabar de una vez por todas con las causas que daban origen a hechos como aquel.

Fidel Alejandro Castro Ruz aprendió mucho y más cuando conoció a José Martí, El Apóstol. Lo conoció al leer sus obras con la sabiduría que le hizo posible aplicar sus doctrinas a una realidad nueva. Con sus ideales en el corazón, el nuevo Prometeo salió en busca del fuego y nos entregó su llama portadora de la verdad.

En tan ardua conquista le acompañaron jóvenes que, como él, escuchaban el clamor urgente de su pueblo. Nos lo entregó para multiplicarlo en cuantas manos nobles confiaran en las más hermosas utopías.

Gracias a Fidel, porque al que me refiero basta llamarlo por su nombre irrepetible, aprendimos todos a soñar un futuro mejor para Cuba; conocimos a Martí en toda su dimensión; nos convertimos con su sabiduría al frente de la patria en protagonistas de nuestro destino.

Aquel niño nacido en Birán el 13 de agosto de 1926 sigue brillando junto a nuestra Estrella Solitaria por sus ideales y la firmeza de principios con que los defendió.

Seguirá guiándonos porque ahí nos dejó su pensamiento y el ejemplo de su accionar consecuente. Nos dejó en herencia también la inquebrantable fe en el futuro cuando se lucha por él y se tiene como meta el bien común.

Gracias, Fidel. Gracias a ti hoy tenemos una patria soberana y un proyecto social justo que cada día con nuestro esfuerzo y bajo tu inspiración seremos capaces de perfeccionar. Te agradecemos ese fuego de la verdad que nos diste porque gracias a ti conocemos hoy que un mundo mejor es posible. Por eso este día será siempre de celebración feliz para el pueblo que te lleva en su memoria.

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